Diecisiete

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El agotamiento había llegado a su cuerpo de manera intensa, o quizás era que hasta ahora lo había estado ignorando con la fija vista en recorrer todo París y encontrar algo, lo que fuese.

Se sentía egoísta, no era la única persona que sufría las consecuencias de pasar toda la noche y una pequeña parte de la mañana en búsqueda que ni ella misma sabia como era, solo tenía las palabras de su hija en mente.

Pero podía sentir como Tikki desde dentro su ser le daba ánimos para continuar, ellas dos juntas podían sobreponerse a cualquier barrera.

Tikki también estaba preocupada por lo que había sucedido, tenía miedo que Gòng Gōng supiera más de lo que ellas sabían, una cosa era intentar aniquilar a los portadores de los Miraculous y a ellos mismos, pero aquello parecía más una revancha personal que a su propio objetivo.

Marinette por su parte había hablado con Nino, comentándole de aquella situación, pero ambos estaban en la misma situación, no sabían más de lo que sus Kwami les habían dicho. Pero de cierta manera tuvo el ligero presentimiento de que ocultaba algo.

Abrió la ventana corrediza de su departamento, aquella que daba directamente a la sala de estar, dejando que Tikki fuese liberada de sus pendientes para caer sobre sus manos que se encontraban acunadas, estaba completamente exhausta.

― Lo lamento ― Murmuró una pequeña disculpa.

― No hay problema, estamos juntas en esto ― Respondió ella, sonriéndole.

Marinette devolvió el gesto y la acercó a su rostro, rosando su mejilla con su pequeña cabecita.

― Y ¿Me incluyen ahí o no, chicas? ― Cuando Marinette fijo su vista al frente, se dio cuenta que había pasado por alto algo.

O más bien a alguien.

Alya se encontraba de brazos cruzados en el sofá.

Tikki tomó vuelo directamente hacia ella, descansando sobre su regazo.

Marinette pensó que de pronto había recuperado un poco de su energía, como su hubiese comido alguna chispa de chocolate. Pero era comprensible, Alya era la única amiga que ella tenía fuera de ella y sus deberes como heroína.

Además, ellas usualmente se ponían de acuerdo para hacer de las suyas.

Claro, aunque siempre pensando en lo mejor para ella.

― Supongo que entraste con la llave de emergencia que te di ― Se dirigió a la cocina, que quedaba a solo unos pasos.

Tomo un paquete de galletas de chispas de chocolate y se dirigió hacia ella.

― Sí, estoy aquí desde las ocho de la mañana, pensaba alcanzarte antes de que partieras al trabajo ― Hizo una pausa ― ¿Dónde está Emma? ―.

― Con mis padres ― Contestó simplemente mientras se sentaba a un lado de ella, dándole una galleta a Tikki, pudo observar que en la pequeña mesa de centro se encontraba un sobre cerrado.

Alya estaba ahí por algo, y, por sus acciones, diría que era urgente.

Ella la miró por un minuto, y así sostuvieron sus miradas.

Sabía que Alya quería respuestas, pero esta vez no se las daría.

Aunque ansiaba hacerlo, Nino nunca se lo perdonaría. Y sí, tenía razón.

Antes aquello podía parecer un juego de niños, e incluso cuando ella les revelo la verdad a ambos hubo momentos en los que se sentía tan egoísta pero simplemente no lo podía evitar.

We are back [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora