Trece

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Cuando escuchó aquello realmente para ella le había sido difícil de procesar.

Era algo que definitivamente no haría, pero a su vez sabía que realmente tenía el coraje para hacerlo. La pregunta era ¿Por qué?

La impresión dejó su mente y pudo unir los puntos, o al menos los que tenía en su mente; Usualmente se le podía considerar una mujer que quizás no podía entender muchas cosas pero la realidad no era así.

Chat Noir había dejado de aparecer por la ciudad junto con las apariciones de los akumas y muchos especulaban sobre aquello.

Si fuera otra persona ya hubiese pensado lo peor, que Chat Noir estaba muerto.

Hizo una mueca al pensar eso, mientras observaba el camino.

Sabía bien que no lo estaba, por qué de ser así Adrien Agreste no hubiese aparecido en su residencia con la voz quebrada, ocupando solo un abrazo y sin decir nada más, marcharse.

Ahí fue la última vez que tuvo realmente contacto con él.

La identidad para ella del superhéroe ya no era un misterio, hacia unos cuantos meses que había descubierto aquello por error luego de que él y Ladybug la salvaran, intento recordar cuantas veces había pasado así, pero realmente había perdido la cuenta.

Había sido algo que no se esperaba, aunque no sintió una conmoción, fue como si fuese lo más obvio del mundo pero hasta ahora podía verlo con claridad.

Recordó vagamente un hecho interesante, en el instituto siempre desaparecía cuando había problemas, incluso podía jurar que aun lo hacía.

Aunque claro, él no tenía idea que ella sabía su secreto, y prefería mantener eso así, al menos por un tiempo hasta que ella le exigiera que le ayudara a formar una amistad verdadera con Ladybug, por qué era más que obvio que esos dos tenían algo, y eso hacia feliz a Adrien.

Y con aquello, también la hacía feliz a ella.

Pero desde aquel día, podía sentir que algo había cambiado en él.

Se estaba aislando; No salía de casa, no contestaba sus mensajes o llamadas, ¡Incluso había tenido que recurrir a hablarle a Nino para preguntar por él! Aquello realmente había aplastado su dignidad.

Pero ni él ni sus amigos sabían nada de él.

Sus decisiones, su silencio y su actitud eran cosas que tampoco entendía, pero ella estaba ahí para él como siempre lo había estado, desde que eran unos pequeños niños que solían ver Sailor Moon juntos.

― Juro que pateare tu trasero, Agreste ― Sentencio acomodándose sus gafas de sol.

Estaba de un pésimo humor ¿Qué le había puesto así?

Su padre le comentó que él dejaba el país ese mismo día.

Y no se dignaba a contestar su teléfono.

Él no le había dicho nada.

― Aquí está bien ― El taxi donde se encontraba se detuvo, dejándola frente a la Mansión Agreste.

Ella podía guardarle mil y un secretos, ella siempre había estado ahí para él.

Ella había renunciado a sus sentimientos al verlo verdaderamente feliz.

Y aun así él planeaba irse sin decirle nada, sin motivo alguno.

Estaba dispuesta tocar el comunicador de la gran mansión, pero decidió tratar por última vez.

We are back [Miraculous Ladybug]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora