Seis.

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Su mirada se entrecerró entonces hacia la pareja que compartía un pequeño baile en la pista.

El tal Dan se acercaba demasiado para su gusto a Shiloh, y eso sólo le revolvía el estomago.

Entonces se le ocurrió acercarse aún más por su nuca y susurrar algo que sonrojó al omega en cuestión, soltando una risueña sonrisa. Una que se supone, solo le daba a él.

-... Faris?... Faris?...- Parpadeó algo perdido volteando a ver a su acompañante de esa noche.- Estas bien?, estas soltando feromonas algo extrañas...- Susurró Amelia. La chica realmente era alguien amable, y no merecía que la estuviera ignorando de ese modo. No por lo que parecía una completa estupidez en ese momento.

Shiloh estaba disfrutando su noche con ese tal Dan. El también debía disfrutar la suya.

Y si, se estaba muriendo de unos celos tan desgarradores, para que mentir, pero su Shiloh siquiera le miraba a ver.

Le ignoraba y siempre se la pasaba negando lo que en ellos realmente había.

Estaba, de cierto, modo tan cansado.

Y al menos por esa noche, o aunque sea unas horas, quería dejar de estar preocupándose por un omega que era muy difícil de hacer suyo.

Respiró apretando los labios y le sonrió a la omega frente suyo.

Amelia poseía un lindo cabello negro con los ojos ámbar. Era hermosa, con el rostro fino y los labios color cereza. Le recordaban a los de él... Y se creía un tonto por siquiera dejar de pensarlo por un minuto.

Era suyo... Pero él se resistía a ello.

En algún momento la importancia de toda esa mierda le invadió.

Tenía veinte años, por dios.

Solo era cuestión de tiempo, y solo estaba perdiendo este.

Por que el rubio era su hermano mayor, por que por más que sus instintos le dijeran que si, que gritaran a los cuatro vientos que ese omega de ojos grises era suyo, todo aquello estaba mal.

- Faris...- Su nariz captó el olor suave, a flores, de Amelia. Él sonrió.

- Quieres bailar?- Algo estaba mal.

- Por supuesto!- No era tonto. Aquella omega estaba demasiado interesada en él, y temía no poder corresponderla, por qué vamos, instintivamente solo buscaba donde clavar sus colmillos.

La tomó de una mano y la guió hasta el centro de la pista, pasando de largo a Shiloh y Dan, quienes seguían bailando amenamente.

Le tomó de la cintura y empezaron un suave movimiento, juntando sus mejillas viendo tras el otro.

Por un momento, Shiloh había hecho lo mismo con Dan, y ahora, ambos hermanos, cruzaron miradas.

Faris trató de continuar con aquella gélida expresión, apretando más a la omega a sí, sintiendo como sus feromonas se soltaban de más. Y realmente empezaba a marearle. No era un olor que él quisiera apreciar.

Por qué el olor que realmente quería apreciar, estaba frente suyo.

Viéndole de esa forma acusatoria pero a la vez queda. Como si le felicitara por el hecho de que estuviera haciendo lo correcto, y estuviera en paz consigo mismo.

Pero vamos, Shiloh no quería eso.

Y el aroma a frutas de Dan no era para él.

No.

El aroma indicado para su persona hacía mucho que lo había descubierto.

Era más varonil, más presente.

Un olor a lluvia, lluvia recia.

Huracanes incluso.

Sintió un extraño escalofrío recorrerle, sintió una caricia en su espalda.

- Sucede algo, pequeño?- Se relamió los labios negando, aferrándose un poco más a Dan.

- Para nada. Bailas muy bien.- Admitió.

- Bueno. Con una compañía como tú, uno tiene que mostrar sus mejores dones.

- Oh, y supongo que tú me mostraras todos estos. Aparte de bailar, hay algún otro don que desees mostrarme, alfa?- Alzó su delicado rostro hacia él, mirándole algo vacilante, espiando de reojo aún a la pareja frente suyo, que ahora se susurraba cosas y reía de forma amena. Eso solo le hacía revolverse el estomago.

- Quizá. Me gustaría mostrarte el don que tengo para convencerte.

- Convencerme?- Preguntó dudoso el menor.

- Si.- Sonrío el alfa. Su pelo castaño caía algo lacio, sin llegar a ser largo, y sus ojos negros eran demasiado profundos. - Convencerte de poder cortejar a un omega tan bonito como tú.- Shiloh paró el baile por un momento, tratando de que su sonrisa no se viera terriblemente afectada por su mueca.

- Oh, Dan...- Rió.- Apenas acabamos de conocernos.- Soltó sin más. El alfa seguía sonriendo seguro de sí.

- Acaso hay alguien más?- El rubio lo dudo un momento antes de negar con fervor.

- No. No, Dan. Pero... Creo que estás yendo muy rápido.- El alfa negó.

- Es que no lo sientes?- Dijo como si fuera obvio. Shiloh alzó una ceja, negando.


- Me gustó mucho la cita que tuvimos la semana pasada. Realmente fue... Alucinante.- Faris le sonrió tierno mientras espiaba como Dan y Shiloh se habían detenido para así hablar. Muy seriamente al parecer.

- Me alegra saber que te haya gustado.- Murmuró.

- Realmente si. Y que me invitaras hoy... Enserio quería agradecerte por estar intentándolo.- Faris parpadeó mirándole a ver fijamente.

- Intentándolo?-

- Si. Sé que es difícil, por qué tu padre Louis le ha dicho al mío lo serio que consideras que un alfa y un omega deben pasar para emparejarse. Y me has estado demostrando últimamente, con nuestras salidas que tu interés esta latente.- Amelia suspiró y se detuvo viendo también fija al alfa.- Así que quiero decirte que estoy lista. Ya le he dicho a mi padre y en este momento él debe estarle diciendo a los tuyos.- Su sonrisa era tal que debía estarle doliendo el rostro. Y el rizado solo podía estar demasiado quedo.

- De qué hablas?-

- De nuestro compromiso. Tú eres mi alfa. Acaso no lo sientes?... Esta aura que sueltas a mi alrededor... Estas demandando por mi. Por Dios, Faris... Yo igual lo hago.- Tragó duro recorriéndole un estremecimiento desgarrador.



- Tu eres mi omega. Siento cada una de tus oleadas de llamado. Estás siendo muy descarado, pero eso me encanta. Así que no hace falta discutirlo tanto... Podemos conocernos luego... Por ahora solo quiero que aceptes mi propuesta. Déjame cortejarte, Shiloh.

En tu mirada. {Shiaris} {Failoh} {Faloh} {Sharis}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora