39. Verdades y mentiras.

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En el lugar donde están, realmente parece que el tiempo pasara de una forma demasiado rápida, como si fuera un resumen del tráfico durante el día en un programa oficial de la televisión. Es como si todo se moviera a una velocidad impresionante, como si todo tuviera el poder de la velocidad.

Los chicos siguen de pie, en el mismo sitio, pero a la vez no. Lo único que se puede ver, desde el punto en el que están, es una serie de luces, fuegos, e incluso líquidos, discurriendo delante de ellos. Un gran mar de diferentes tipos de materiales hace su presencia frente a sus propios ojos, impidiéndoles cualquier tipo de movimiento en sí.

Si bien es cierto, ellos han sido de los primeros en correr al lugar donde ocurre toda la acción, pero también es cierto que no han podido entrar en la batalla, debido a que, por el momento, los demás guerreros se han arreglado para formar una barrera, e impedir que lo que sea que esté al otro lado continúe avanzando. Por su parte, los protectores se mantienen un paso atrás, guardando las espaldas de los que están arriesgando su vida por defender la de los demás.

-No entiendo qué está pasando -susurra Vi mirando a Robert, el cual se encuentra a su lado.

El chico la mira, y da un paso al frente. Se posiciona frente a su lado, y evita que los demás puedan escuchar lo que ellos dicen. ¿Qué interés podrían los demás encontrar en su conversación?

Además, Niall y Harry se encuentran algo apartados, hacia la izquierda, creando una estrategia de combate. Pese a todo, Harry sigue manteniendo el control, aunque lo cierto es que sus ojos parecen temerosos, o quizá tristes. Emily era la chica en la que él más confiaba, y en la que ya, quizá, no lo hace.

-¿A qué te refieres? -Robert aparta la vista del campo de batalla para mirar fijamente a Vi.

Como era de esperarse, la chica no refleja ningún sentimiento por lo que acaba de pasar. Sí, él la conoce desde hace suficientemente tiempo como para saber que, aunque se sienta fatal, Vi nunca, o al menos intenta que nunca, se la vea débil. Por eso le gusta desde hace demasiado tiempo como para tener una fecha exacta.

-Quiero decir, que no entiendo el porqué de nuestra no intervención -contesta rápidamente. – Somos experimentados, deberían dejarnos participar. Tenemos mucho más derecho que la mayoría de esos novatos, Rob.

El chico pasa una mano por su hombro, y la mira sonriendo. Es su forma, o una de ellas, en las que le muestra el cariño que le tiene. Si lo piensa bien, ni siquiera puede pensar en alguna situación en la que, al intentar acercarse a ella, no le hubiera, aunque sea, tocado. Es como si, de alguna forma, necesitara contacto físico para poder animarla.

-Me alegro de que sea así, para serte sincero -la mira, sonriendo frente a ella.

-Explícate -exige la chica agudizando los ojos.

-Bueno, me alegro porque, ya sabes, si no entras en combate, menos posibilidades tienes de acabar mal.

-¿Te da miedo luchar, Robert? -lo mira admirada.

-Me da miedo perderte -confiesa.

El chico la mira fijamente, esperando alguna respuesta por su parte. Pero ella, mirándolo, solamente se queda quieta mientras él se va acercando a su rostro. No sabe cómo reaccionar, cómo actuar cuando él está de esa forma. Se queda quieta, dejando que él sea el que marque el primer paso.

¿Es normal tener escalofríos en el proceso? ¿Cuántos escalofríos son los recomendados? ¿Pasa algo si tiene más de uno por segundo?

Lo cierto es que Vi, pese a muchas grandes cualidades que cualquier persona buscaría en otra, nunca tuvo a alguien en sentido romántico. Basta decir que los pocos chicos que han entrado en su vida, han salido de la misma con una facilidad extraña, o se han quedado, como amigos.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora