22. Nos están siguiendo.

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Cuando, por fin, se da cuenta de que la chica no está muerta sino desmayada, no hace más que esbozar una sonrisa y dejarla descansar. Aunque quisiera, ni saltando podría despertarla. Un desmayo no es lo mismo que una siesta. Lo sabe por experiencia.

¿Cuántas veces se ha desmayado? No tiene ni idea, pero supone que unas seis veces, al menos. Así que, si hablan de desmayos, ella tiene algo de experiencia. Sus padres solían enfadarse con ella por haber hecho esto, o haber hecho lo otro, o cualquier cosa, pero finalmente, la apoyaban cuando despertaba. Es obvio que no podían enojarse demasiado con la chica por un desmayo, de todas formas, ¿qué podrían sacar de bueno a un accidente?

Se da cuenta de que está en las mejores manos cuando mira cómo le van haciendo pruebas, uno por uno. Y entonces, lo siente. Después de mucho tiempo, vuelve a sentirse bien. Es como si ellos de verdad se hubieran interesado por ellas, como si se preocuparan por su bienestar, por su salud, por su... debilidad.

No todo el mundo se hubiera puesto a enseñarles a manejar sus poderes, o incluso a mostrarles cómo usar otros, como en su caso. Ella ni siquiera sabía el porqué de todo lo que ocurría, pero, finalmente, se dio por vencida, y dejó que la ayudaran. ¿Por qué siempre le había costado tanto recibir ayuda de otros? ¿Por qué se sentía tan inútil mientras le explicaban cosas? Eso es algo que debe cambiar si quiere sobrevivir hasta que pueda encontrar la forma de ir a su mundo, de volver a su vida norma, por mala que sea.

Ella no sabe nada de este mundo, ni siquiera sabía si podría usar su nombre, porque en algunas películas les cambian los nombres a los protagonistas cuando llegan a otro sitio, aunque no tuvieran explicación para ello. ¿Por qué no a ellas? ¿Por qué no les habían cambiado algo?

-Anny... -susurra Jenn mirándola. La chica va vestida de una forma distinta a la que llevaba cuando despertó, al menos, ahora se la ve bien, más despierta, más enérgica, y poco a poco, parece volver a ser esa Jenn de siempre, esa Jenn que se la pasa bien contándoles historias raras.

La chica siempre les había hablado sobre sus gustos, y no se intimidaba de hacerlo. Al contrario, le gustaba contarles las historias que leía, los superhéroes que actúan en cada película y en cómo son diferentes a los cómics o a los libros que, por supuesto, se ha leído y hasta estudiado.

Al principio, a Anny no le gustaba oír tanto de esos personajes, suficiente tenía con verlos por la televisión cada vez que salían en los canales oficiales, como para hablar también con sus amigas de eso. Pero, poco a poco, por culpa de Jenn, comenzó a interesarse por ellos más de lo que había hecho. Es cierto que una parte de ella siempre había estado atenta a si sacaban una nueva película, pero no hablaba de ella.

¿Quién le iba a decir que aquellas historias algún día se harían realidad?

- ¿Estás bien? -repite la chica mirándola. Sus ojos azules se clavan en ella, y nota la preocupación de su amiga.

Por fin reacciona. Cuando se da cuenta, sonríe a la chica asintiendo y se dirige caminando a paso lento hasta la habitación que le habían dado para que pudiera dormir, no es la gran cosa pero al menos, está bien para dormir.

Está cansada, había estado con Emily desde que Harry la había traído en brazos, desmayada, hasta ahora. El chico no se había separado de su amiga, ni un solo segundo, pero ella ya nota el cansancio presente en su cuerpo.

Cuando Jenn había estado dormida no había ido a verla, sabía de sobra que Jenn era, y es, una chica fuerte. Emily y ella habían hablado, y lo mejor era dejar que la chica durmiera bien, descansara bien. Pero Emily era diferente. La chica no era tan fuerte como Jenn, ojalá lo fuera... Pero Emily era más débil en el sentido de que era más sensible.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora