49. Debemos irnos.

9 5 10
                                    

Pasa la manga de su jersey por su frente, no puede más, ahora sí que no. Ya no es solamente sudor, sino sangre. Quizá no toda la sangre es suya, pero sigue siendo eso, sangre, parte de las demás personas, parte de sus vidas. Cada vez es mucha más la cantidad de fuerza que tiene que emplear, como si ellos estuvieran siendo mejorados mientras gastan su energía atacándola, y como si cada vez tuvieran mucho más poder sobre ella. Vi mira a Robert, no quiere perderlo de vista ni tan siquiera un segundo, por si acaso, aunque sea por perderse algo fatal. El chico le devuelve la mirada, y entonces ella lo nota. Ve cómo él quiere transmitirle confianza con tal solo mirarla, quiere protegerla, y quererla.


Cuando se planteó empezar una relación, ni siquiera se planteó lo que podría esperar de ella, o en qué forma podría ella contribuir a dicha relación. De hecho, hay momentos en lo que, sin tan siquiera pensarlo, actúa con él de una manera extraña, como si siguieran siendo amigos de la misma forma en que lo eran antes. Es decir, hay veces que ser amiga y ser novia se confunden, y vuelve a sentir cierta vergüenza cuando se encuentra con él. Por ejemplo, todavía le resultan extrañas ciertas actitudes en él, como si ambos estuvieran bastante desorientados en cuanto al tema, aunque, realmente, siempre consiguen seguir adelante.


¿Cómo puede sentir tantas cosas en solamente una mirada? Las pupilas de sus ojos parecen abrirse más, parecen mirar dentro de ella, entrar en ella para buscar sus sentimientos, su corazón. Está pendiente de ella, está cuidando de ella, y mirando por ella. Lo sabe, sabe que él no va a dejarla sola, que no va a irse a ninguna parte, sin ella. Sonríe mirándola mientras lucha, de la misma forma en que ella lo hace, de una manera rápida, agresiva, dolorosa.


- ¡Detrás! -escucha gritar a Robert, señalándole algo a sus espaldas. Su dedo apunta directamente hacia ella, o hacia un poco atrás, por lo que sabe que debe ser cautelosa.


Activa su poder, el de la invisibilidad, y rueda hacia la derecha, como había estado practicando. Por fin puede usar los trucos que ha aprendido, y que tanto le han costado Por poco muere, por poco le clavan el filo de una espada en la espalda. Se gira para levantarse de nuevo, y con mucha fuerza, consigue clavar su arma en el pecho de su contrincante. Siente como, de una manera lenta, la espada se entierra entre su carne, pasando por todos sus órganos, acariciando cada una de sus entrañas. Entonces, hace fuerza con sus piernas para retirar la espada de una manera agresiva, violenta, sangrienta.


La sangre del contrincante es espesa cuando cae sobre ella, por lo que tiene que volver a rodar hacia la derecha y, de ese modo, apartarse y protegerse. Apenas nota sus codos, y cuando los mira, se da cuenta del porqué: están tan machacados que es casi imposible ver restos de piel en él.


Quizá su poder no es de los más agresivos, pero al menos, le sirve para confundir, y para poder actuar de manera oculta. De hecho, parar el tiempo, su otro poder, podría resultar fatal para los demás, por lo que evita usarlo, por lo que no quiere siquiera pensar en él para evitarlo. Se fija en todos los del grupo, y no quiere ni pensar en que quizá sea la última vez que los mira. Luchan para intentar salvarse, luchan por que les han obligado a hacerlo, porque no pueden hacer otra cosa si quieren vivir.


Se fija en Harry durante un momento en que no tiene a nadie encima, se fija en él porque es el que más ocupado está. Tiene dos heridas en el costado bastante feas, por lo que se puede ver a través de la camisa. Quiere ver las heridas de cerca, porque podrían estar infectadas, y si pudiera acercarse al menos podría comprobarlo, y, de ese modo, ayudarle a llegar a Louis.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora