Capítulo 11

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No podía creer lo que estaba pasando. El Sr. Thomas estaba del lado de Emma. Tenían los mismos pensamientos ignorantes, bueno "de tal palo, tal astilla". Escuchaba su discusión, me sentía pequeña e inofensiva.

—Es increíble cómo mi hijo, mi prestigioso hijo se pudo rebajar a tanto.- el Sr. Thomas me miró con desprecio.

—Thomas, querido, por favor, cálmate.- Nayla se dirijo a él, pero en un tono muy bajo.

—¡Tu te callas mujer¡ Todo esto es tu culpa, me voy por unos meses y tus estúpidos pensamientos de la humildad contaminan a mi hijo.
—¿Como tienes el atrevimiento de traer esta niña a mi casa?- creo que eso fue la gota que derramó el vaso.

—Si papá y sabes, no es la primera vez que viene a casa; ya antes se ha quedado a dormir...

—¡Emma, cállate! Es mi novia y tiene el derecho de venir a casa cuando yo quiera. Es mi novia y aunque ustedes sean mi "familia" no dejaré que hablen así de ella. El que no tenga padres que la cuiden, no es un defecto, al contrario la hace especial.- Andrew me miró a los ojos al momento que dijo eso.

La discusión aún seguía, pero yo escuchaba sus voces lejos. Me quede observando cuidadosamente mi reflejo en el plato que tenía al frente. ¿Acaso el Sr. Thomas tenía razón? Andrew no debió rebajarse conmigo.

Miré a Nayla y estaba sentada junto a mí sin decir ni una palabra; su miedo a su esposo era más grande que todo lo que pudo haber dicho. Andrew se rebeló a su padre sin pensarlo dos veces, por mi. El Sr. Thomas no perdió su compostura, pero su mirada era de vergüenza hacia mi. Y Emma, ella estaba sonriendo, nunca antes le vi sonreír. ¡Era una perra!

—Lo lograste, ¿estás feliz?- estaba mirando fijamente a Emma.
Pensé que eso le rebajaría un poco su sonrisa, pero no, al contrario me guiño un ojo.
—Sr. Thomas se que no le agrado, pero a pesar de todo lo qué pasó aquí, fue un gusto conocerlo.- dije eso y me acerqué a Andrew.

Estaba decidida, no quería provocarles más problemas a Andrew. Le di un beso en la mejilla y me fui. Mientras iba saliendo me encontré a Víctor en la puerta.

—Víctor necesito que me hagas un favor, entrégale esto a Andrew. Dile que lo amo, pero que esta es su familia y no quiero destruirla como hice con la mía.- le entregué el collar de la rosa.

—No se preocupe señorita, se lo entregaré, pero antes que se valla, póngase esta chaqueta, parece que lloverá.

—Gracias Víctor, por todo.

Salí de la casa y llegué a la calle tan rápido como pude. No quería arrepentirme de esto aun estando cerca. Y justo como lo dijo Víctor, comenzó a llover, trataba de apurarme pero los malditos tacones que mi hermano me obligó a ponerme no me ayudaban. Esto era muy parecido a las escenas finales de una película, esas donde la chica se queda sola para siempre. Era de noche, estaba lloviendo y llevaba mis tacones en mano. Caminando descalza por la calle mojada.

La lluvia empeoró así que me quedé en una pequeña entrada donde la lluvia no penetraba tanto. Me senté al frente de la puerta sin pensar todos los gérmenes que podía tener el suelo. Tiré mis tacones, mi celular se había mojado en mi bolsillo y no encendía, todo mi maquillaje era un desastre, lo único que permanecía intacto era esa chaqueta. Era negra y de cuero; olí las mangas y era su perfume. Esta es la chaqueta de Andrew. Pensé en quitármela, pero luego recordé que era lo único que tenía.

Me puse de pie y caminé justo al medio de la carretera, miré a mi alrededor y estaba justo a la mitad. Estaba cerca de la casa de Andrew como también de casa.

"Ese Chico Raro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora