Capítulo 16

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Andrew.

¿A qué se refería cuando dijo porque siempre era yo?

—Andrew cuando ellas quemaron los papeles de la matrícula de Madison, tú fuiste él que la ayudó y habló con el principal para que ella volviera. Cuando la dejaron encerrada en el baño, tú fuiste él que se percató y la liberó. Siempre has sido tú él que ayuda y protege a Madison.- nunca me había puesto a pensar en eso.
—Te sientes de esa manera porque esta vez ella se defendió sola, y no necesitó de tu ayuda.

Liza tenía razón, yo siempre estaba para ella y la defendía de todos.

—Creo que tienes razón, Liza.

Madison se arrodilló en el suelo y comenzó a llorar.

—Nunca me di cuenta de eso. Tengo tanto que agradecerte, Andrew. Yo solo te lo pago llorando y metiéndote en problemas. Soy una llorica.- me acerqué a ella y me arrodillé justo en frente, muy cerca.

—Madi, eres mi persona preferida. Además no me tienes que agradecer nada. Soy tu novio y protegerte es mi deber. Meterme en problemas es un privilegio si se que eso te ayudará.- le sonreí y provoqué una sonrisa en ella mientras sus lágrimas caían.
—Soy yo el que tiene que pedir disculpas, no debí tratarte así, me alegra que hayas podido ponerlas en su lugar tú sola.- ella negó con la cabeza, se levantó y me ayudó a levantarme.

—Ya se me ha olvidado lo qué pasó, Andrew.- me guiñó un ojo y yo lancé una carcajada.

—Por eso Te Amo, Madi.

No le di ni siquiera tiempo para que me contestara y la besé. La quería cerca de mi, sentir su respiración junto a la mía y que su pulso se acelerara a mi toque. De un simple beso de agradecimiento, se había transformado en un beso suave y apasionante.

—Oye, Liza vamos, dejémoslos solos.- dijo James desde lejos arto de odio, era un celoso de mierda con Madi.
—¡No le hagas nada a mi prima que ella no quiera!- gritó desde lejos y reí mientras me separé un poco de Madi.

—Ya se fueron.- dijo Madi con un tono travieso mientras mordía mi labio superior.

—Eres mía.

Ella al escuchar esa frase se sonrojó, y su rostro se tornó caliente. Sus pecas resaltaban y eso me gustaba. Sentía como su piel se erizaba, y temblaba.

Teníamos el tiempo suficiente para hacer que este momento fuera inolvidable para ambos.

Tomé unos segundos de respiración, pude ver que sus pupilas estaban dilatadas y que sus piernas temblaban a mi roce.

—Haré que sea excitante para ti recordar este momento.- le sonreí y miré mi reloj, faltaba más de media hora para volver a clases.

—Quiero verlo.- me estaba retando.

Madi me conocía muy bien, sabía que me encantaban los retos y más si tenían que ver con ella.

Enseguida la llevé a la pared, la acorralé entre mis besos y mis brazos. Dio un chillido al sentir la fría pared en su trasero. El beso era eterno así que decidí continuar. Bajé desde sus gruesos labios hasta su cuello haciendo que su respiración fuera descontrolada. En mi entrepierna crecía algo y Madi se dio cuenta. Su nerviosismo creció, ella nunca en su vida había tenido relaciones, yo no lo haría si ella no estaba preparada.

—No te preocupes, no lo haré aquí, no estoy tan desesperado.- ella sonrió tímidamente.

Lo cual era una mentira, desde el momento que la vi, se hizo enorme las ansias de ser quien rompa su virginidad. Y verla con el uniforme del colegio me mataba.

Continue con los besos en el cuello hasta que llegué con mis manos a su trasero. Ella se sobresaltó y colocó sus manos en mi abdomen. Madi sabía la obsesión que tenía con su trasero. Sus glúteos eran perfectos, era como si estuvieran hechos para mí. Los apreté contra su falda, pero no, no era suficiente así que alce su falda y apreté su trasero. Esa ropa interior tan ajustada no estaba ayudando en nada a lo que estaba creciendo en mi entrepierna. Ella no pudo predecir ese movimiento y lanzó un gemido dulce y deseoso.

Madi se lanzó hacia mi, entrelazando sus piernas en mi cintura, solo la sostenía de su trasero. Tenía sus brazos alrededor de mi cuello y comenzó a besarlo. Me estaba tambaleando así que choqué contra el otro extremo de las paredes, me senté con Madi encima de mi entrepierna. Todavía tenía sus piernas en mi cintura y sus besos hacia mi cuello eran cada vez más apasionados.

Mi entrepierna crecía más, no sabía cómo eso era posible y Madi lo sintió en su ropa interior. Me incomodé un poco porque ella se detuvo y suspiró.

—Perdón...

No dejó que terminara y me besó pero no era un beso como los otros, la intención era que me callara. Madi sabía que me estaba matando lentamente. En un momento en el que los dos no sabíamos qué hacer, sentí sus manos en mi pantalón, estaba tratando de quitar el botón que sostenía mi erección. Yo no sabía qué hacer, no podía creer que ella cumpliría mi deseo. La miré y estaba llorando, a pesar que tenía los ojos cerrados, lágrimas caían por su rostro.

—No lo hagas.

"Ese Chico Raro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora