Madison.
Estaba nerviosa con tan solo pensar que Andrew se quedaría conmigo, solos en el departamento.
Aunque hace unos momentos no se qué le pasó, lo estaba besando, me tomo de los hombros y me separo de él. Me vio confundido y se fue. Había dicho que iría a buscar su uniforme en su casa para irnos los dos juntos al colegio mañana. Pero no podía olvidar la expresión de Andrew cuando lo bese ¿que habrá pensado? A pesar de mis dudas no le preguntaría al respecto.
Aproveche que Andrew no estaba y me di una larga ducha caliente. Me puse un camisón blanco, y en eso que tocaron la puerta de la entrada.
Abrí la puerta pensando que era Andrew, pero era la Pizza. Por un momento me dio vergüenza, había pensado que Andrew era el que tocaba y por eso no me moleste en ponerme los pantalones. Solo tenía el camisón que llegaba a mis muslos y unas medías negras a las rodilla, estaba en ropa interior. Era un joven, alto, y musculoso.
—Hola linda, aquí está tu Pizza, son ocho dólares. Que la disfruten o ¿estas sola?- me miró de arriba a bajo sin disimulo lo que hizo mi cara enrojecerse.
—Esta conmigo.- dijo Andrew apareciendo detrás del joven.
A pesar de que era muy obvia la diferencia de edades, Andrew no demostró miedo alguno. Sonreí ante su comentario y el joven se marchó sin decir nada. No sin antes darle el dinero.
Me miró, con un rostro de desaprobación, tenía la Pizza en mis manos así que me tomo de los hombros, me condujo hacia la cocina, cerró la puerta y me miró con una mano en la nuca.
—Como puedo culpar a ese pobre hombre de mirarte de esa manera, Madison.- reí sin ánimos, coloque la Pizza sobre la mesa y se me acerco.
—Me gusta tu ropa interior.- lo susurro en mi oído y escalofríos recorriendo mi cuerpo.
—¿Podrías quedarte vestida de ese modo?- me dijo en una voz tímida.—Solo para ti.
Comimos la Pizza de extra queso viendo películas en la sala, yo sobre las piernas de Andrew. Estábamos viendo "Bajo la misma estrella", admitió que la película era muy diferente al libro. Pero siempre era así, prefiero leer los libros.
Tocaron a la puerta otra vez y supuse que era el Doctor Wilson. Me apresuré a ponerme unos pantalones, escuche a Andrew suspirar de desilusión y salí. Nada más abrí la puerta Max se me lanzó encima y caí al suelo, como era de costumbre. Estaba sobre mi, lamiendo mi rostro, moviendo su cola de felicidad. Estaba recortado, bañado y su aliento olía a menta.
—Se alegra de verte.- dijo el doctor riendo mientras me ayudaba a levantarme.
—Al igual que yo.
—Todo está en orden, Madison. Mi asistente te llamara para la próxima cita.- el Doctor se agachó y acaricio a Max.
—Gracias, Gracias; el mío y el de mi hermano.- el Doctor río al entender mi expresión.
—Es mi deber, cuídalo y cuídate tú también.- se alejaba por él pasillo.
Max entró desesperado al departamento, cuando vio a Andrew se acostó en sus pies para que él lo acariciara. Fui al closet y busque la comida seca de perros. Se la serví en su plato y vino corriendo para saborearla; como el Doctor le haría estudios no podía comer hasta que todo terminará. Tenía su plato al lado de la mesa del comedor, me quede observándolo desde la barra, pensativa.
Llevaba cinco minutos viendo como Max comía a toda prisa. Cuando sentí las manos de Andrew en mi cintura, me alzó el camisón hasta el ombligo y beso mi cuello.
—¿Me permites?- fue lo único que dijo con sus labios aún en mi cuello, yo solo asentí lentamente.
Sabía muy bien a lo que se refería; bajo mis pantalones dejando al descubierto mi ropa interior. Eran color negro de muy buena calidad, y tenía un lazo negro con un diamante diminuto justo en el centro.
—No me gustan esos pantalones.- decía mientras pasaba sus manos por mi abdomen.
—A mí tampoco.
Me voltee bruscamente y quede justo en sus labios donde estampe un beso salvaje. Mis manos se perdieron en su cabellera mientras él bajaba hacia mi cuello con besos húmedos que iban creando un camino hacia mi pecho. Uso su fuerza y me sentó en la barra, quedando más bajo que yo. Quito el camisón que cubría mi sujetador de igual forma, negro, de la misma tela y el mismo lazo con el pequeño diamante. Se detuvo unos segundo para observarme detenidamente. Pasaba sus manos gruesas por toda mi espalda causando escalofríos, y mantenía sus labios en mi pecho. Quite su camisa negra y la lance lejos, pero pude ver que sin querer la había lanzado sobre Max.
—Te perdonará.- dijo Andrew riendo contra mis labios.
Entrelace mis piernas en su cintura y mis brazos al rededor de su cuello. Andrew me sostenía de mi trasero, y a la vez lo manoseaba. De la cocina caminamos por la sala, donde apague el equipo de música que todavía sonaba, y terminamos en mi habitación.
Andrew no encendió la luz, así que no veíamos nada. Me acostó en la cama y él quedó sobre mi. Entre besos, la respiración agitada que ambos teníamos, decidí tomar el control de la situación y me senté sobre su abdomen; ahora yo estaba arriba. Seguía besándolo mientras tenía mis manos en su pecho, él tocaba y pellizcaba mi trasero semi desnudó.
Sentí las pisadas de Max en mi habitación, me alejé por un momento de Andrew para ver dónde estaba, pero no veía absolutamente nada. De repente sentí que subió a la cama y comenzó a lamer a Andrew que todavía tenía su boca abierta respirando bruscamente. Andrew trato de sacarse a Max de encima, pero no podía. Max seguía lamiendo a Andrew mientras yo reía encima de él.
—No es gracioso.- dijo avergonzado y secándose la cara.
Yo seguía riendo, me dolía el estómago, no podía parar de reír.
—Ven aquí, te daré tu merecido.- dijo tratando de acorralarme, pero me deshice de su agarre y fui corriendo hasta la sala.
Estaba alrededor de la mesa de centro y Andrew estaba del otro lado. Sin camisa con unos jeans negros, y con el rostro enrojecido.
Amenazaba con atraparme, dimos varias vueltas a la mesa hasta que él salto y casi me atrapa. Corrí hasta la habitación de mi hermano abrí la puerta y trate de cerrarla, pero obviamente Andrew era más fuerte que yo y la empujo, trate de ir a la cama de mi hermano, pero ya era demasiado de tarde. Andrew me atrapó entre sus brazo y me sostenía con fuerza. Ambos reíamos con fuerza, en acto de venganza lamió mi mejilla, justo como lo había hecho Max, fue asqueroso, pero divertido a la vez.
—Te amo Madison.
—Te amo más, Andrew.
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Hola lectores:
Me sorprende lo fieles que son. Como les había dicho, lo prometido es deuda... Llegamos a más de 500 lecturas, les diré caul será la sorpresa.
Desde que publiqué la historia estaba pensando en hacer un grupo de WhatsApp. En ese grupo enviaré, posibles spoilers, datos curiosos, fotos, etc. Les pediré que todos mis lectores interesados en unirse al grupo, por favor escriban en los comentarios para organizar y tener una idea de cuantos quieran unirse.
Sigan leyendo, y dejando su estrellita. Gracias.
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"Ese Chico Raro"
Ficțiune adolescențiEl pasado es el creador de cicatrices en el corazón de las persona. Tal vez se alivie el dolor, pero las marcas seguirán hay. ¿Puede una simple persona borrarlas por completo? ¿Acaso es tan poderoso el amor? Madison es una adolescente de 15 años, co...