Capítulo 4

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Malcom

—Doctor, sé que lo hace para ayudar a Madison a mejorar, pero ¿podría darle de alta hoy? - me sentí muy apenado y ni siquiera sabía porque.

—¿Tienen algún problema?

Le expliqué todo al Doctor. La situación de la muerte de Sara y la mala experiencia con su abuela Rosa. Trató de ocultar su cara de sorprendido.

—Sabes, entiendo muy bien por lo que están pasando, pero Madison necesita quedarse aquí. - empecé a pensar como tranquilizar a Madison cuando sepa que tiene que esperar asta mañana y no es completamente seguro.
—Pero soy uno de los mejores Doctores de este hospital, quizás puedo hacer algo para que le den de alta antes del atardecer. - lo abracé emocionado.

—Gracias, Muchas gracias Doctor.

—De nada...

—Malcom, mi nombre es Malcom.

—De nada Malcom, mejor me voy y empiezo hacer el papeleo.

—Gracias Doctor.

Entre al cuarto otra vez y... ¡No está en su cama! Empecé a buscar como loco en el baño, el armario y debajo de su cama, pero no estaba. Justo cuando iba a salir corriendo del cuarto... La escuché, detrás de la cortina al lado de su cama. Tenía la cabeza recostada en el enorme ventanal y estaba llorando.

—¿Qué te pasa Madison?, me asustaste. - me acerqué a ella despacio y me senté a su lado.

—¿Crees que mi padre me perdonará? - jamás antes ella lo había llamado "padre" al mencionarlo.

—Madison, eres tú la que decide si debes perdonarlo... ¡Mira lo que te hizo! No se merece que...

—Pero yo maté a mi madre, su esposa.

La frialdad de sus palabras, hizo que sintiera miedo. Tenía miedo de lo que estuviera pensando. Me quedé inmóvil. No sabía qué decirle...

—Solo quiero... ser feliz Malcom. - su mirada fría y perdida me asustaba cada vez más.

—Madison el Doctor me dio una buena noticia. Quizás nos vallamos a casa entre unas horas y...

—¡No quiero volver a esa casa! - gritó golpeándose contra el cristal del ventanal.

—¿Y a dónde quieres ir Madison?

—Lejos, lejos de mis recuerdos. Solo quiero irme de aquí...

—Donde tú quieras Madison. Solo dime dónde quieres ir y yo te llevaré. - un silencio lleno el cuarto.

—No es necesario Malcom. El lugar donde quiero ir no es necesario que tú me lleves, puedo ir yo sola.

—¿Así? ¿A dónde?. - tocaron la puerta del cuarto.

Me levanté del piso para abrir la puerta. Supongo que era el Doctor. Pero...
Escuché un sonido muy extraño... ¿era el sonido de metal contra metal? ¿Qué tipo de sonido es ese?

Me di la vuelta para ver que ocasionó ese sonido.

¡Era el sonido de unas tijeras muy filosas cerrándose! ¡Madison las tenía, las puso en dirección a su estómago!

—¡Madison! ¿Qué estás haciendo con eso? Es muy peligroso. - me acerqué lentamente a ella, pero entre más me acercaba ella las movía bruscamente hacia su abdomen.

—Hermano, ¿tú me amaras y no te irás de mi lado verdad?

—Si, Madison. Te amare por siempre y te cuidaré. Sabes... te compraré un perro... Se llamará... Max, el perro se llamara Max. Y lo cuidarás... - estaba extremadamente nervioso.
Acercaba peligrosamente esas tijeras a su abdomen. Me miró y lo pensó.

—¿Un perro?

—Si... Un perro bien bonito para ti.

—¿Nos iremos de aquí?

—Si... El Doctor fue a hacer el papeleo para que te den de alta...

—¿Hoy mismo?

—Si Madison. Ahora... dame esas tijeras ¿si?

—¿Y cómo sé que no estás mintiendo? - en ese momento sentí escalofríos en mi espalda.

—No, no, no, te lo prometo te darán de alta hoy mismo. Nos iremos lejos de esta ciudad. Y cuando encontremos donde vivir solos tú y yo, te compraré un perro. ¿Qué te parece?

"Ese Chico Raro"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora