Capítulo 6

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-¡Emma! ¿Por qué esta masa no se saca? -Cristina está en el baño intentando limpiarse la mascarilla de pepino que nos ha echado Emma en la cara diciendo que es buenísima para el cutis.

-Solo tienes que lavarte con agua caliente -dice tranquila Emma desde mi cama esparciendo la suya a Ainhoa.

Cristina no parece tener paciencia.

-¡Deja de flashear mina y ayúdame a sacarme esta masa! -vuelve a gritar histérica desde el baño.

-¿La habéis entendido algo? -pregunta Ainhoa en voz baja.

-Ni idea, pero voy a ver si la puedo ayudar -me alejo de ellas y entro en el baño dónde veo a Cristina luchando con una masa pegajosa de color verde que recubre toda su cara.

-Parece que tienes moco en la cara -digo riéndome hasta que me veo en el espejo y pego un grito al darme cuenta de que estoy igual que ella-. Dios, tengo que quitarme esto.

Me acerco a su lado y la aparto de un culazo del lavabo, pongo el agua lo más caliente posible y meto como puedo la cara debajo del grifo. En cuanto me miro en el espejo veo que a mí si se me está quitando, en realidad solo me queda un poco en la frente.

-¡No da! ¡Qué es esto! ¿Por qué carajo a ella se la va y a mi me ha baqueteado la cara? -grita, alocada.

La levanto la cara y observo la mascarilla.

-Tranquila, ven aquí que te ayudo.

Estamos más de 5 minutos intentando quitarle la mascarilla pero no se puede, está completamente pegada.

-¿Qué narices le has echado a la mascarilla? -pregunto desde el baño a Emma algo preocupada.

-Nada, te lo prometo, la compré así -jura con las manos levantadas al acabar con Ainhoa-. Creo que leí en Internet que si se le añade un poco de mantequilla se quita mejor -se arrepiente de darnos la mascarilla y se avergüenza de lo que está pasando. Para una vez que decide algo, y mira lo que pasa...

-Vale, voy a ir a la cafetería a ver si me dan algo de mantequilla -me dirijo a la puerta pero me paro antes de salir -¿Queréis que traiga algo para comer?

-¡Siiii! -gritan todas a la vez partiéndome un tímpano.

Salgo de allí y me dirijo primero a la cafetería, luego iré a alguna máquina expendedora para la comida.

La chica que atiende la cafetería me mira raro, no sé si es por el hecho de que la he pedido mantequilla sin dar explicaciones, o porque la he pedido nueve latas de coca cola.

-No es para mí -murmuro cuando me da la bebida y le entrego el dinero. Ella asiente pero me sigue mirando como si fuera un marciano-, eh... gracias -me da el cambio y me voy hacia donde creo que estaban las máquinas expendedoras.

La cafetería está vacia, en completo silencio, hasta que, de repente, oigo el ruido de unos zapatos de plataforma paseando por el parqué del hotel. En el instante en el que giro la cabeza para ver quien es, veo a la última persona a la que quiero ver.

Jennifer se acerca a mí con una sonrisa falsa y de suficiencia que no puede con ella. Viste con un vestido que lo único que le llega a tapar es el trasero (con suerte) de flores y totalmente veraniego. Los zapatos de plataforma la dan unos cuantos centímetros de altura y tiene el pelo recogido en una trenza que se lleva a hombros izquierdo.

-¡OLIVIA! -dice sonriente dándome dos besos

Yo la saludo por educación. ¿Jennifer maja? ¿Está enferma?

-Hola, Jennifer -y me obligo a decir algo más-. ¿Qué tal?

Ella se atusa el cabello y me dice con una voz melosa y acaramelada:

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora