Capitulo 43:

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Mierda, de todas las personas de Cuba y todas los locales de La Habana, tenían que venir precisamente ellos a este.

En cuestión de segundos, las chicas se dan cuenta de nuestra expresión y al seguir nuestras miradas se dan cuenta de la razón. Miro mi copa y veo que aparte de Ainhoa y Paola, soy la única que no la ha acabado. Los colores se me suben a las mejillas. Veo como estos se dirigen a la barra, sin darse cuenta de nuestra presencia.

—Bueno —susurro en broma—, creo que tengo que ir al baño, vaya por Dios.

Me intento alejar, pero Ainhoa me agarra del brazo y niega con la cabeza, dándome a entender que de esta no me escapo. Veo como Cristina pasa corriendo al lado de todas las personas hasta llegar a los chicos, allí les saluda con un beso a cada uno y se ponen a conversar. Cuando vemos que miran hacia nosotras escondo la copa detrás de un servilletero, y las demás me imitan.

Nos colocamos en un círculo, como si no nos hubiéramos dado cuenta de su presencia, lo cual es imposible, ya que, como le dije esta mañana a Erick, con ese pelo es imposible.

—¿Qué está pasando? —pregunta Gisella, quien está de espaldas a los chicos, al igual que yo.

—Siguen hablando —nos informa Anaís—. ¡Vienen!

Las demás pegamos un salto por su grito.

—Fingid que estamos hablando de algo normal. —Se le ocurre a Ainhoa—. ¡Decid algo gracioso!

Al instante el peor chiste del mundo se me pasa por la cabeza:

—Había una vez un chiste tan malo tan malo que pegaba a los otros chistes.

Pasa un segundo hasta que las cuatro estallamos en carcajadas, tal vez por lo malo que es, o tal vez porque ya estamos contentillas, y eso hace que la risa se nos escape más fácilmente.

—¡Hola chicas! —saluda Richard en cuanto llegan. Ya, sin excusa para seguir de espaldas, me giro y afronto la situación.

—¡Hola! —exclama Gisella repitiendo el procedimiento que hizo Cristina al verlos— ¿qué hacen aquí? —Noto como Ainhoa me tira un poco del brazo por lo que me doy la vuelta y veo su mirada de cómo vean las copas estamos muertas.

—Es una buena pregunta, os podríamos hacer la misma—comenta Erick pasando la mirada por las cinco sonriente, al igual que los demás. Noto como posa la mirada en mi, o eso creo, ya que yo intento hacer como si no me diese cuenta.

—Bailar ¿que íbamos a hacer sino? —dice Cristina obviando el hecho de que aquí se viene a bailar—, ¿os apuntais?

Los chicos la miran escépticos.

Nos la vamos a cargar pero bien. ¿Por qué no haré caso de la parte de mi que me decía que me quedase en el hotel? ¡¿POR QUÉ?!

—Vale —dice contra todo pronóstico Zabdiel. Le miramos todas y mi amiga se levanta de su taburete, segura de sí misma; y, seguida por Zabdiel, se dirige al centro de la pista.

—¿Bailas? —pregunta Gisella a Chris, a lo que él asiente.

Al poco rato, Gisella y Christopher bailan junto a Zabdiel y Cristina, mientras Anaís y Joel bailan en el otro lado de la pista. Erick, Richard, Ainhoa y yo, nos quedamos en la barra.

—Ainhoa —habla Richard lanzándome una mirada de reojo. Al instante niego con la cabeza, imaginándome sus intenciones—. ¿Me concedes este baile?

Imita a un príncipe y ella, entre risas, le coge la mano y se dirigen a la pista.

¡Traidora!, pienso.

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora