Capítulo 29:

146 19 6
                                    

Hora y media después estamos todas tiradas en el suelo (excepto Paola), con decenas de mantas como colchón y una sábana cubriendonos.

Levanto un poco la cabeza y veo que todas están dormidas. Cojo mi móvil y me pongo a revisar los whatsapps, tengo unos cuantos de mis amigos de España, los abro y les respondo, ya que seguro allí es de día. Entonces veo que tengo seis mensajes de Yudel, intento ignorarlo, pero la curiosidad me mata y al final abro la conversación.

00:34 "Olivia. Perdón por hablarte así."

00:37 "Oliviaaaaaa"

00:46 "Olivia no me ignores"

01:03 "Entiendo q te fueras con tu amiga."

01:03 "Lo siento."

01:20 "Mñn podemos hablar xfavor"

Tardo unos largos segundos en decidir si responderle o no.

01:45 "Mñn tengo cosas que hacer"

Respondo y cierro la aplicación.

Dejo el móvil debajo del cojín y vuelvo a intentar dormirme, al principio sin éxito, pero tras media hora caigo rendida.

....

—Te lo repito, no necesito silla de ruedas —repite Paola por enésima vez—, ando bien con las muletas.

—Lo decimos por tu bien, no queremos que te caigas —se excusa Cristina.

Vamos paseando por uno de los pasillos cercanos a la recepción, sin dirección alguna.

Paola da un traspiés y todas nos lanzamos a agarrarla, pero en el último momento recupera el equilibrio y sigue caminando como si nada hubiera pasado.

—Ya oíste al doctor —habla esta vez Gisella, quien la acompañar al hospital—. No debes forzar, el reposo es la mejor solución.

Paola está a punto de responder cuando Anaís la interrumpe:

—Mira, el comedor está vacío miro hacia mi izquierda, donde una cristalera nos separa del comedor y me percato de que tiene razón, está completamente vacío—, propongo que nos quedemos un rato aquí y luego si quieres seguimos paseando.

Todas enmudecemos, esperando su respuesta.

—Está bien —dice al fin.

Por un instante me planteo pegar saltos de felicidad ya que al fin ha accedido a algo, pero lo descarto al ver la cara de irritación de Paola. En lo que llevamos de mañana ha pasado de la tristeza absoluta, al igual que anoche, a un enfado que da miedo. La entiendo, su sueño se acaba de ir al traste, yo no, pero Ainhoa seguro estaría igual.

Entramos en el gran salón, lleno de mesas, rectangulares en su mayoría; aunque también hay unas cuantas circulares, bastante grandes. Es curioso el que no haya fijado en que hay tantas mesas hasta que lo he visto vacío.

Nos sentamos en la que normalmente se sientan las demás participantes, ya que es más grande y está más cerca de la puerta.

—¿Mejor? —pregunto cuando entre todas hemos ayudado a Paola a sentarse en una de las sillas.

Paola asiente pero no dice nada. Todas nos ponemos a lo largo de la mesa y un silencio incómodo lo inunda todo hasta que a Anaís se le ocurre romper el hielo:

—Hablando de baile...

Arqueo una ceja.

—No estábamos hablando de eso —digo extrañada. Me gano un codazo por parte de Gisella.

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora