Capítulo 49

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POV ALEX:

"Ainhoa?"

"Por favor, responde"

"Lo siento, de verdad"

"No era nuestra intención"

"No pensamos que iba a terminar así"

"Ainhoa por favor, necesito que sepas una cosa"

"Nos dieron el dinero por la mañana"

"No lo he cogido"

"Al final lo he devuelto"

"No me lo merezco, ahora me doy cuenta"

—¿Le sigues mandando mensajes? —me pregunta Yudel con una ceja arqueada. Le ignoro y sigo fijando la vista en el móvil—, olvídate de ella, loco.

"La he visto en línea, al menos léame"

Soy consciente de que a las chicas europeas les vuelve locas que les trate de usted, pero ahora veo que Ainhoa es una excepción.

"Podemos hablarlo?"

"Llámame"

—Loco, en serio, déjalo, nos lo han dejado bastante claro.

Apago el móvil resignado y miro a mi compañero de piso. Bueno, quien dice piso, dice una habitación enana con un baño y una cocina incrustados.

—Tú le mandaste también muchos mensajes a la pelirroja, y por algo mucho menos grave, así que no me digas ahora nada, loco.

Se encoge de hombros y sigue comiendo ruidosamente una caja de snacks. Suspiro y me levanto del sofá para ponerme una camiseta de una vez. Al salir del hotel fuimos directamente a casa y todavía ni me había molestado en ponerme una camiseta, al contrario que mi amigo, ya que en cuanto había cruzado el umbral me había abalanzado sobre mi celular para mandarle los mensajes a Ainhoa.

—Yo sé que te va a despejar esa mente de todo —dice Yudel haciendo que levante la cabeza del pequeño celular que aún reposa en mi mano—, incluso de Ainhoa y de la pelea.

"En realidad lo único que me preocupa es de Ainhoa, no la pelea"

—Voy a por las toallas, llama tú a Alan y al resto.

Sale del departamento en dos segundos para llegar a su destartalado coche y coger de allí las toallas y los bañadores para irnos a la playa. Cierra la puerta detrás de sí y resoplo, sabiendo que no tengo salida. Vuelvo a dirigir mi mirada al celular y, entro de nuevo en el chat de Ainhoa. La alegría me invade al pensar que puede que me responda, pero después de un minuto, al no hacerlo, pierdo la esperanza. Decido dejarla descansar y busco entre los contactos los números de mis amigos. De repente la pantalla se ilumina informandome de una llamada entrante y al instante descuelgo, sin siquiera mirar quien es.

—¿Ainhoa? —pregunto con la desesperación latente en mi voz.

—¿Ainhoa? —repite una voz masculina en la otra línea que no reconozco al instante—, ¿En serio crees que ella te llamaría? —pregunta con sorna.

Arqueo una ceja mientras acepto resignado que Ainhoa no me va a llamar.

—¿Quién es?

—Me llamo Joel, y soy uno de los chavos que ayer os llamó para la broma.

—¿Qué quiere? —pregunto perdiendo poco a poco la paciencia. Este tipo es el culpable de que ahora.

—Solo informarte de que Ainhoa está muy enfadada y que no la llame y desaparezca de su vida.

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