Capítulo 50

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POV OLIVIA:

Esa noche, durante la cena, todos mantienen conversaciones entre susurros. Eso es en parte gracias a que Jennifer todavía no ha llegado, seguro que si estuviera aquí estaría gritando para ser el centro de atención, como siempre hace. Mientras tanto, Ainhoa y yo sólo contestamos con monosílabos a las preguntas de nuestras amigas.

En realidad ya no estamos casi ni molestas, lo hecho hecho está, pero lo que tenemos claro es que no se irán de rositas, tienen que aprender que con un simple "lo siento" no arreglan todo, y ya que Ainhoa no me deja gastarles una broma, pues hemos optado por no dirigirles la palabra, por lo menos hasta mañana.

—Ey, Olivia. ¿Hay alguien ahí?

Dejo de remover mi sopa y levanto la cabeza encontrándome con la mirada de Zabdiel, quien me está zarandeando del hombro.

—¿Eh? Ah, sí. Lo siento.

Zabdiel me mira poco convencido, pero con su característica sonrisa en el rostro. Desde que se enteró de lo que pasó después de nuestra huída dramática del comedor, simplemente se había ido a un segundo plano y no me había dicho nada, ni tampoco a Ainhoa. En ese momento agradecí su actitud enormemente, pero ahora me alegro de que me dedique su tan perfecta sonrisa.

Miro a los demás presentes. Ainhoa, quien está a mi lado está incluso más ausente que yo, aunque por lo menos ella ya va por el segundo plato, al contrario que yo. Chris, Joel y Erick , quienes están en un extremo de la mesa, tampoco parecen mucho más animados, sobre todo Joel, quien parece que está intentando emitir a Ainhoa "lo sientos" mentalmente al mirarla cada dos por tres.

—No estás bien, pareces... distraída —comenta él sacándome de mis pensamientos.

—¿Que? No, en serio, estoy bien —insisto bajando el tono de mi voz hasta casi susurrar.

—Le estás echando vinagre a la sopa —observa.

Levanto la cabeza de golpe para ver que en efecto, mi cuerpo se ha levantado tonto hoy y ha decidido echarle vinagre a mi sopa. Aparto el plato con asco, que ahora ha cogido un tono realmente asqueroso.

Ainhoa ríe.

—Nunca cambiarás —comenta mi mejor amiga haciendo que yo también suelte una carcajada.

—Es agradable oírte decir algo, Ainhoa —dice Anaís, a su lado.

Ella le sonríe, al tiempo que la venezolana le frota el brazo con cariño.

De repente, el ambiente se tensa en cuanto oímos unos tacones recorrer todo el comedor.

Jennifer aparece con un vestido ceñido de colores, la melena rubia en un moño casual, un escote de infarto y unos tacones kilométricos. Sonríe con inocencia, como si no estuviera planeando como destrozarnos lo que queda de día a las demás concursantes.

—Hola —saluda alegremente.

No digo nada. Maldita falsa.

Los chicos la saludan por educación, pero tampoco con mucho entusiasmo. Jennifer, descontenta por no ser el centro de atención, se pone al lado de Zabdiel (es decir con el culo en pompa en mi cara).

—Olivia... —me dice con voz melosa y totalmente falsa—, ¿podrías dejarme un hueco?

La miro alucinada con el tenedor a escasos centímetros de mi boca y con esta totalmente abierta. Voy a decirle que no, que se busque otro sitio para lamerle el culo a Zabdiel, pero ya ha cogido una silla y la ha colocado entre Zabdiel y yo sin ningún tipo de educación.

—Gracias, bella.

Al final, la mexicana consigue meterse a duras penas entre los dos y nos hace movernos a todos pero ni se disculpa ni nada, solo se limita a acercarse a Zabdiel todo lo que puede. Río para mí misma, divertida por lo cutre y falsa que puede llegar a ser y por el poco caso que este le está haciendo.

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora