Capítulo 38:

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—¿Pero qué coño ha pasado aquí? —balbucea Ainhoa al ver el panorama en que se ha convertido nuestra habitación.

Me quedo boquiabierta, con la rabia invadiendo todo mi ser.

Todo el suelo está repleto de vasos de plástico, y estos están llenos de agua a rebosar, impidiéndonos entrar si no queremos inundar toda la habitación. Lo cual, obviamente, no queremos. Miro el interior de esta en busca de algún lugar por el que podamos entrar, pero en cambio lo que veo es un papel sobre mi cama, doblado en forma triangular para que se pueda ver desde aquí.

—¿Qué pone? —pregunto a mi amiga achinando los ojos. "Creo que voy a tener que ir al oculista".

—"Hemos visto que no le gusta mucho el agua —comienza a leer, y sin que diga más ya se de quien ha sido la bromita—. ¿Con 357 vasos llenos de ella cambiará de opinión? Firmado: ¿Qué quienes somos? ¡CNCO!"

—¡Serán hijos de la gran put*****! —grito tirando las bolsas a un lado del pasillo.

—Olivia, tranquila, ¿vale? —murmura Ainhoa mientras doy vueltas por el pasillo. "Esto no se va a quedar así"—. Ahora hay que encontrar un sitio donde echar el agua , tal vez unos cubos o ...

Me giro de golpe hacia ella.

—Yo eso no lo voy a recoger. Me niego —alego cruzándome de brazos.

—¡JAJÁ! —ríe irónicamente—, tú vas a recoger, igual que yo —ordena.

"Ti vis a ricigir, iguil qui yi" —le hago burla poniendo voz de niña de siete años.

Veo cómo se pasa las manos por la cara, agobiada y no puedo evitar soltar una carcajada.

—Está bien. —Vuelvo a agarrar las bolsas y comienzo a andar hacia el ascensor—. Vayamos a recepción, a ver si nos pueden dar unos cubos o algo.

Con un grito de exasperación me sigue.

Cinco minutos después estamos de vuelta en nuestra habitación, vaciando los vasos en uno de los cubos que nos han prestado.

—Y dime —habla mi amiga mientras apila los vasos vacíos en una esquina—. ¿Qué piensas hacerles? Porque todavía no me lo has dicho.

Entonces caigo en la cuenta de que tiene razón.

—¡Es verdad! —Vacío otro vaso en el cubo—. Pues había pensado en teñirles el pelo, eso es lo que compré antes, pero con todo lo que me han hecho creo que se merecen mucho más.

Ainhoa sonríe, aunque intenta evitarlo sin mucho éxito.

—¡Que cliché!

—¿El qué? —pregunto sin comprender.

—Lo de teñirles el pelo. —Suelta una carcajada—. Es super típico.

—Pues me da igual —alego molesta porque piense eso de mi idea—, yo lo voy a hacer, te guste o no.

—Vale, vale. —Me mira de reojo y sigue con su labor, hasta que vuelve a romper el silencio, segundos después—: A ver, deja que me centre. Te quieres vengar de Erick, de Chris y de mi bellísimo Joel.

Asiento ignorando el apodo del mexicano con acento amoroso incluido.

—Primero, de Erick porque te robó el móvil y se puso a hablar con tu hermana y con tu madre.

—Y me hizo quedar en ridículo —agrego a regañadientes.

—Eso. Y luego de Chris y de Joel por lo de tirarte al agua y grabarlo, ¿no?

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora