Capítulo 26

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Unas manos me zarandean sin cesar.

—Olivia, Olivia... ¡OLIVIA!

Pego un salto, incorporándome y abriendo los ojos de golpe.

—Sólo estaba descansando los párpados.

Ainhoa arquea una ceja, riéndose internamente, bueno, y no tan internamente.

—Sí, sí, obviamente —comenta irónica—, ¿cómo se me podía haber ocurrido el que te hubieras dormido? Si no es típico de ti, ni nada.

Le sigo la corriente.

—Exacto, no sé como puedes haber pensado eso de mí, me esperaba más por tu parte.

—Tienes razón. —Se lleva la mano al pecho dramática—. Soy yo la que siempre se queda dormida, no tú. No sé como se me pudo ocurrir tal cosa.

—Exacto —repito.

Nos quedamos en completo silencio. La miro. Me mira. Y tras unos segundos explotamos en carcajadas.

Lo solemos hacer a menudo. Esto de entablar una conversación totalmente irónica hasta que tres minutos de conversación después, no sabemos qué es ironía y que no se ha convertido en una tradición.

—Tenemos que volver —dice dejando de reír y pasando la mirada por todo el camerino—. Falta por grabar el principio.

Asiento con pesadez y me levanto, me acerco a uno de los tocadores y comienzo a recoger todas las cosas que hemos dejado en él. Ainhoa me ayuda metiendo todo lo que habíamos dejado tirado por el camerino en una mochila. Cuando ya no queda nada nos dirigimos a la puerta, y tras un último vistazo la cerramos tras nosotras. Acto seguido me dejo guiar por Ainhoa hasta donde se supone que nos están esperando. Perono podemos andar ni diez metros ya que alguien se topa en nuestro camino, impidiendonos seguir.

—Hola, bellísimas —saluda Alex cruzándose de brazos. Ya no lleva la misma ropa que durante la grabación, sino más bien viste como el día que nos conocimos, con una camiseta de tirantes gris y unas bermudas color crema.

Ainhoa le mira interrogante, pero sin poder evitar soltar una pequeña sonrisa al verlo.

Alex está a punto de decir algo, pero mi amiga, sin esperar ni un segundo, le interrumpe:

—Ya lo siento, pero tenemos prisa —se excusa mi amiga, moviéndose hacia la izquierda, intentando esquivarlo y seguir nuestro camino.

Pero como era de esperar Alex es más rápido y le corta el paso. Veo como le susurra algo al oído y mi amiga se queda como una estatua. Acto seguido le da un beso en la mejilla y se aleja, hasta apoyarse en una camioneta algo antigua y oxidada.

Noto una pequeña presión en una de mis nalgas y pego un salto de la sorpresa. "¿Qué narices?" Me doy la vuelta dispuesta a pegar a quien me acaba de tocar el culo, pero me sorprendo aún más al encontrarme a Yudel, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿De qué vas? —grito algo enfadada, "¿Qué se cree?". Le pego un empujón para alejarle de mí.

Ríe sin ningún tipo de vergüenza.

—No te vuelvas loca, ni que te hubiera... bueno, déjalo. —Pone los ojos en blanco, pero en ningún momento deja de reír—. Simplemente, mira tu bolsillo trasero.

Le hago caso, aún atónita y sin entender nada. Miro en mi bolsillo izquierdo y no encuentro nada, así que decido mirar en el derecho. De él saco un pequeño papelito, doblado unas cuantas veces.

—¿Qué es...? —intento preguntar, pero al levantar la vista veo que ya está alejándose hacia su amigo.

Al oírme para un segundo y gira la cabeza.

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora