Capítulo 31:

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Caminamos a paso rápido por el pasillo que da a nuestra habitación, mientras oigo las órdenes de mi amiga:

—Tienes siete minutos para ducharte, que por cierto, apestas a sudor. —Cojo del cuello de mi camisa y lo huelo... vale, puede que sí huela un poco— y vestirte. Yo te preparo la ropa, pero te tienes que dar prisa.

En cuanto abrimos la puerta esos siete minutos se convierten en una carrera a contrarreloj. Cojo la ropa interior del armario, me ducho en menos de un minuto, me recojo el pelo con una pinza y salgo del baño.

—Bien. —Ainhoa me mira desde su cama, donde está colocándose sus playeras favoritas (en nuestro país playeras son las zapatillas estilo Converse o Adidas)—. Ponte eso y ven.

Miro el conjunto que está sobre la cama y me quedo con la boca abierta.

—¿De quién es esto Ainhoa? —pregunto cogiendo el precioso vestido.

—Me lo dió Paola —comenta como si nada—, dijo que se lo había metido en la maleta sin darse cuenta de que la quedaba pequeño, así que me dijo que me lo podía quedar. Y bueno, como sabes que me niego a llevar cualquier cosa que tenga flores, pues... para tí.

Voy corriendo donde ella y le doy un beso en la mejilla, es precioso. "Nota mental, agradecérselo a Paola"

Cojo el vestido y me lo pongo rápidamente. Es por encima de las rodillas, y está compuesto por decirlo así por dos partes, la falda, que es completamente negra y la parte de arriba que es negra con flores rosas. Lo que más me gusta es la forma, el escote es en forma de corazón y está atado al cuello por un tirante de la misma tela que el resto, además deja a la vista gran parte de la espalda. "¡Es fantástico!"

—¡Mirame! —grita Ainhoa, le hago caso—. ¡Ah! Estás preciosa, tía.

Le sonrío.

Me pongo unas manoletinas negras que Ainhoa había comprado antes del viaje (afortunadamente tenemos el mismo número de pie) y me siento en mi cama, para que me maquille.

Tres minutos después ya ha terminado.

Me miro al espejo. Mis labios están cubiertos por un pintalabios rosa mate, de un tono parecido a las flores, y una fina raya cruza mis párpados, junto a mis pestañas, oscurecidas y alargadas con el Rimel.

—Muchas gracias, enserio —le digo analizándome en el espejo.

Algo falla en el conjunto...

—Venga vamos. —Me coje del brazo y me arrastra hacia la puerta— Vamos a llegar tarde.

Ya en el comedor nos sentamos en las primeras sillas libre que vemos, la mayoría de las concursantes ya han llegado. Hay un televisor enorme en el centro, al igual que el día de las votaciones.

Veo como los cinco chicos de CNCO están hablando con Paola, en el mismo sitio donde los dejamos antes.

—Ahora vuelvo —le susurro a Ainhoa y me acerco a ellos, en cuanto estoy a su lado abrazo a Paola, agradeciendole silenciosamente por este fantástico vestido. En cuanto nos separamos recuerdo quien está a mi lado—. ¿No deberíais, no sé, estar haciendo un directo de todo esto? —les pregunto con tono divertido—. Ya sabéis, como lo grabáis todo. —De repente recuerdo algo que me dijo Ainhoa una noche en nuestras clases diarias sobre CNCO—. Por cierto, Chris, ¿dónde están los dos directos semanales que ibas a hacer?

Los siete reimos a la vez.

—Bueno, mucho decís de nosotros, pero bien que vosotras habéis grabado mientras bailábamos —me rebate Chris.

Hey Dj!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora