nine

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«Estás bien? No hemos hablado desde hace tres días 🤔»

Puse mis dedos sobre el teclado y pensé en una respuesta para Zoe. Luego guardé el celular en mi bolsillo trasero, pero lo volví a sacar y repetí el proceso.

–¿Piensas en responderle algún día?– preguntó Auba con la boca llena–. El mensaje es de ayer.

–No hay nada que decir– traté de que mi voz sonara cortante, pero él me conoce demasiado bien para caer en eso.

–Deberías al menos decirle que no le vas a hablar más por su propio bien, o porque eres demasiado idiota... o ambas, la primera es consecuencia de la segunda.

–¿Estás tratando de hacerme sentir mejor? Porque eres muy malo.

–¿Yo tratando de hacerte sentir mejor? ¿Estás demente? ¡Soy tu amigo, no tu psicólogo!– fruncí el ceño y suspiré, después saqué mi teléfono de nuevo–. ¡Oh, eres ridículo!

Me quitó el celular y se levantó, empezó a correr, así que lo perseguí.

–¡Pierre-Emerick Aubameyang! ¡Devuélveme el maldito móvil!

–¡Es tiempo de que te crezcan dos cojones Reus!

No fui capaz de alcanzarlo hasta después de que escribió una respuesta para Zoe.

«Estuve un poco ocupado, lo siento.
Podemos vernos hoy en mi casa? 😊»

–¿Cuál es tu maldito problema? Se supone que debe odiarme para que yo pueda seguir con mi vida, ¿no lo crees?

–¡Te gusta, Marco! Me vas a agradecer esto algún día– rodé los ojos y volví a sentarme, ahora consciente del dolor en mi tobillo.

–Me hiciste correr, y estoy lesionado.

–Técnicamente siempre estás lesionado, y aún así corres.

–No sé cómo te aguanto– negué con la cabeza.

Antes de que respondiera, mi teléfono sonó con la respuesta de Zoe. Ella era la clase de chica que respondía los mensajes verdaderamente rápido, pero nunca parecía desesperada.

«Claro 😄
A qué hora?»

No había forma en que le cancelara, eso solo dañaría sus sentimientos y ya no quería herirla más.

«A las 9? Noche de películas 😉»

«Por supuesto 👌
Cuál es tu dirección?»

Después de mandársela apagué la pantalla del celular y miré a Auba. No dijimos nada por un par de segundos.

–Bien, vas a tener que ayudarme a explicarle por qué no le he hablado en todos estos días si pensaste que era tan buena idea decirle que viniera– espeté con calma.

–No lo sé hermano, se te va a tener que ocurrir a ti– se encogió de hombros y escapó de mi casa.

–Que hijo de puta.

Pasé mi tiempo hasta las nueve ordenando la sala de estar, duchándome, vistiéndome, perfumándome y cocinando. No podía comer pizza dos veces en un periodo tan corto, o el kinesiólogo me iba a matar. Esperaba que a Zoe le gustara la comida italiana, aunque técnicamente la pizza es italiana, ¿no?

Let her go // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora