fourteen

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Atención: si se produce odio extremo hacia mi persona no es mi culpa, odien a marco mejor

Entré al club analizando a las mujeres rápidamente. A primera vista ninguna me llamó la atención del todo, así que decidí ir a la barra. Con mis años de experiencia sabía que en la barra estaban las solteras, y en muchos casos eran solteras bastante calientes.

–Un whisky, por favor– le pedí al barman y este asintió.

Miré a mi alrededor y me fijé que conocía a la chica de al lado, ¿no era la hermana de Jennel la lesbiana? ¿Zoe?

Ella también se fijó en mí y se acercó con una sonrisa.

–¿Marco?– asentí–. Que coincidencia encontrarte aquí.

–Claro– reí cortamente y mi whisky llegó.

Empezó a coquetear descaradamente conmigo al mismo tiempo que yo respondía, y al poco rato habíamos decidido llevarlo a mi casa. En el auto chequeé mi celular y vi que tenía tres llamadas perdidas de la otra Zoe, pero decidí ignorarlas. Llevaba días sin oír de ella y honestamente no me importaba lo que tuviera que decir, ¿no podía elegir fastidiarme en otro momento?

Entramos a mi casa entre risas, y de inmediato la cargué contra la pared y comencé a besarla, hasta que tuve que prender las luces para llegar correctamente a mi cuarto. Casi me dio un infarto cuando vi a la otra Zoe parada afuera de la cocina.

–¿Qué mierda? ¿Cómo entraste?

–T-Te llamé pero no contestabas, así que le pedí a Gustav tu llave de repuesto... quería prepararte la cena– mordió su labio. Parecía que estaba a punto de llorar.

–¿Quién es?– preguntó la Zoe que aún tenía tomada de la cintura.

–Soy Zoe– la chica a mi lado rió tontamente.

–¿Acaso te follas a todas las Zoe de Dortmund?– preguntó con gracia.

–Ve al cuarto de la segunda puerta a la derecha, no tomaré tanto tiempo.

La chica me hizo caso y se fue, dejándonos a solas.

–Lamento haber entrado a tu casa sin permiso– se disculpó–. Tan solo creí que estábamos... saliendo, no lo sé.

–No pongas esa cara tratando de hacerme sentir culpable– gruñí–. No tengo la culpa de que te hayas ilusionado más de la cuenta, no tengo la culpa de que quieras salir en citas, ¿acaso creías que me estaba enamorando de ti?

Era divertido que lo mencionara, ya que hace unas semanas juraba estar haciéndolo. ¿En qué estaba pensando? Enamorarse es una idiotez, ¿para qué sirve? ¿Para sentir el dolor que seguramente ella estaba sintiendo en estos instantes?

–Tienes razón– su voz se quebraba cada vez más–. Pero tú nunca me dijiste que esto era solo sexo, se sentía mucho más que eso, yo pensé...

–Al diablo con lo que pensaste, ¿no te dejé en claro desde el principio mis intenciones? Si no estoy mal, fue el día en que te conocí– rodé los ojos.

–Sí– una solitaria lágrima escapó de su ojo derecho y la limpió bruscamente.

Me dolió un poco el pecho al verla comenzando a llorar, pero recuperé la compostura rápidamente y volví a mi tono frío.

–Deberías irte, ¿el coche de afuera es tuyo?

–Es de Emery, se lo pedí prestado– bajó la vista para que no la viera sufrir.

–Bien– se dirigió a la puerta, y antes de que saliera la detuve–. Supongo que queda claro que lo que sea que tuvimos se acabó, ¿no?

Asintió y se fue rápidamente.

Miré la mesa, sobre ella había un mantel, dos platos, servilletas, cubiertos y fuentes de comida. ¿En serio había preparado todo esto para ambos?

De repente sentí un gran malestar, y las palabras de Auba me tomaron algo de sentido. ¿Debí haberle dejado en claro que lo nuestro solo era algo casual? Aunque me hubiera rechazado, no estaría sufriendo por mí en este instante. Prácticamente preparó una cita dentro de casa para los dos. Demonios, soy un grandísimo idiota. Supe desde un principio que ella era diferente y aún así me entretuve jugando con sus sentimientos, ¿qué clase de humano soy?

Fui a mi cuarto y Zoe me esperaba sentada pacientemente, suspiré y me tiré en la cama.

–Deberías irte– murmuré.

–¿Qué? ¿Me hiciste esperar y ahora quieres que me vaya?

–Solo vete– chilló y se levantó de la cama. Un minuto después escuché el portazo de la puerta principal.

Nunca pretendí que las cosas fueran tan lejos. Usualmente yo no jugaba tan sucio para llevarme a una chica a la cama, y lo peor es que al principio en verdad me interesaba Zoe, no lo que estaba debajo de su ropa sino ella, la persona. De ninguna otra forma hubiera mirado películas con alguien, yo no soy esa clase de tipo, yo no disfruto de una larga noche de películas solo para terminar llevándome a la chica a la cama.

Maldita sea, yo de verdad sí me estaba enamorando, y cuando me percaté de eso –y de que ella también lo estaba haciendo– me comencé a comportar como un imbécil. Le tengo fobia al amor y al compromiso, era tan obvio.

Me quedé mirando el techo por un rato, no sé cuánto, pero el tono de mi celular me sacó de mi trance. Contesté la llamada.

–¿Diga?

–¿Fue usted la última llamada efectuada por la señorita Zoe Jenssen?– fruncí el ceño.

–Eso creo.

–Ha ocurrido un accidente automovilístico, se encuentra en el hospital St Johannes de Dortmund, ¿es usted familiar?

–Su familia vive en Estados Unidos– estaba abrumado por la información.

–¿Tiene los números?– ignoré su pregunta.

–V-Voy para allá.

Ni siquiera recuerdo el trayecto al hospital, todo fue un gran borrón, incluso podría haber pasado lo mismo que en «El lobo de Wall Street» y no me habría dado cuenta. «El lobo de Wall Street»... me recordaba a Zoe. Demonios. Esta vez la había cagado a fondo.

Una vez en la atestada sala de espera llamé a Gustav, que estaba con Emery. Llegaron casi de inmediato, ni siquiera les pregunté cómo llegaron tan rápido. Emery empezó con las preguntas de inmediato.

–¿Qué ocurrió? Pensé que estaba en tu casa, te fue a preparar la cena– estaba al borde del llanto.

–Tuvo que irse– susurré. El doctor apareció–. ¿Qué le ocurre?

–¿Contactaron a sus padres?– Emery asintió–. No debería decirles, pero no tiene más familia aquí y alguien necesita hacerse responsable por mientras. El accidente no fue algo casual, tampoco había una tormenta, no estaba en estado de ebriedad ni bajo el efecto de alguna droga conocida, y es imposible que hubiera tráfico en esa calle a esa hora.

–¿Qué está diciendo?– Gustav frunció el ceño. Yo me temía la respuesta.

–Su accidente fue producto de un shock emocional– aseguró el doctor, y eso bastó para que me quisiera matar, literalmente.


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Quizás ahora se venga un poco cliché pero daré lo mejor de mí para que al menos sea cliché del bueno 😂
Envíen refuerzos para geometría

Let her go // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora