twenty four

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Maratón: 2 / 3

–¿Qué?

No sé si ella estaba más sorprendida de lo que yo estaba avergonzado o al revés, pero joder, sentía mis mejillas más rojas que la camiseta del Bayern y ella aún no se dignaba a mirarme.

–Paul, Marco discutirá contigo los términos y condiciones después, ahora deberías irte– Jenell se paró y lo empujó hacia la puerta, Zoe por fin me miró.

–¿De qué mierda estaba hablando?

–Lo siento, solo... ignóralo– suspiré–. ¿Necesitabas decirme algo?

–Sí, claro, para eso vine– negó con la cabeza olvidando lo que recién había pasado.

Por la esquina del ojo vi a Jenell yéndose tranquilamente hacia su cuarto.

–¿Qué ocurre?

–Marc me había pedido que te trajera de vuelta este cd, que se te quedó una vez en su casa– sacó de su bolso una de mis películas.

Me quedé helado al ver que era Amélie, y peor aún fue notar que ella estaba mirándola con extraño reconocimiento en sus ojos. No sé si quería que le recordara algo o no, ¿cuál de las dos era peor?

–Gracias– murmuré cuando me entregó el disco.

–No hay de qué. Es una gran película, la he visto muchas veces– asentí, dándole la razón.

Bien, quizás iba a hacer una jugarreta bastante sucia, pero necesitaba saber si producía algo en ella.

–Son tiempos difíciles para los soñadores– dije, tratando de recordar a la perfección su tatuaje... el tatuaje que me mostró el día en que la hice mía por primera vez. Si me esforzaba aún podía oler el perfume de ese día.

Creo que vi la sombra de un recuerdo pasar ante sus ojos, pero siguió actuando con naturalidad.

–Me encanta esa frase– sonrió levemente y removió un mechón de cabello de su rostro.

–Sí... es una buena frase– mordí el interior de mi boca intentando no reír o llorar, ni siquiera sabía qué era lo que estaba tratando de reprimir.

–Debería irme, debo de terminar de hacer mis maletas– asentí–. Ah, se me había olvidado, ¿me llevarías mañana al aeropuerto? Marc va a estar ocupado y Emery saldrá con Gustav, no sabía a quién pedirle.

–Claro, yo paso por ti. Es mañana, ¿no?– asintió–. ¿A qué hora?

–Mi vuelo parte a las once treinta, ¿pasas por mí a las nueve?

–Vale, nos vemos mañana– se acercó y dejó un beso en la comisura de mi labio.

Iba a tener que dejar de hacer eso cada vez que me viera si no quería que la lanzara al sofá y... mierda, ese era como mi primer pensamiento pervertido en dos años. Obviamente iba a ser con Zoe, ¿cómo no?

Fui a la habitación de Jenell y de inmediato me miró intrigada.

–Maldito Paul– rodé los ojos y rió.

–Es un estúpido, eso sin duda. ¿Qué pasó con Zoe?

–Me pidió que la fuera a dejar mañana al aeropuerto, creo que tiene que irse a New York.

–¡Ánimo Marquito! Mañana al aeropuerto, la próxima semana a tu cama– la fulminé con la mirada mientras ella reía–. Era una broma, aguafiestas.

–Lo siento, pero tu sentido del humor no me cuadra del todo– me burlé.

–El tuyo es peor– negué con la cabeza.

Let her go // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora