twenty one

938 54 15
                                    

Traté de ponerme en su lugar: llega un tipo al que ha visto dos veces que recuerde, está solo en el apartamento con su mejor amiga que supuestamente lo conoce menos que ella y además dice que algo fue, y cito, «increíble». No, no le ayudaba a mi reputación en lo absoluto.

–¿Marco...?– movió la cabeza esperando una respuesta, una respuesta que obviamente yo no podía darle. Tragué saliva y traté de pensar en alguna respuesta, pero no me llegaba la creatividad suficiente para inventar algo.

–Dios, esto sí que se ve mal– comenzó a reír Emery y lentamente los dos nos sumamos a sus carcajadas. Después de que paráramos de reír no volvió a preguntar sobre lo «increíble». De la que me había salvado.

Me despedí de ambas y partí rumbo a mi casa nuevamente. Quería encerrarme en mi cuarto y ver la sociedad de los poetas muertos, lo cual solo quería hacer cuando estaba triste de cierta forma. ¿Por qué estaba triste? Deseé casi dos años y medio que Zoe volviera, en serio que lo anhelaba, pero ahora que la volvía a ver y estaba tan cambiada podía decir que estaba decepcionado. No tenía derecho de estarlo, pero no lo podía evitar. Me decepcionaba lo mucho que cambió, me decepcionaba que no me recordara, me decepcionaba que ya no fuera la inocente chica que yo conocí.

Llamé a Gustav para que fuese a mi casa y pudiera disculparme por ser un idiota con él, no solo a lo que con Zoe respecta, si no en general. Durante toda nuestra amistad lo único que he había hecho había sido quejarme de mi vida, sin darme cuenta lo mucho que él sufría por la suya. Siempre jugó un rol de consejero y oidor, y yo nunca lo escuché a él.

–Hola– murmuró incómodo cuando le abrí la puerta. Lo hice pasar–. Marco, lo...

–No digas que lo sientas– rodé los ojos–. Yo lo siento. Todos estos años he sido el peor idiota existente y nunca merecí tu amistad. Me soportaste cuando ni mi madre lo hizo, y no pienso decir más para que no creas que soy gay, que ese rumor anda en el aire desde hace tiempo y es falso.

Se quedó en shock unos segundos y luego empezó a reír a carcajada suelta.

–¿En serio dicen que eres gay? ¿Acaso esos idiotas no te conocían en tus buenos tiempos?– me encogí de hombros.

–No los calificaría como buenos, pero al parecer no. ¡Hasta Marc piensa que soy gay!

–Si supiera lo que piensas de su hermana cada vez que la ves– alzó las cejas.

–Si supiera lo que piensan todos de su hermana cuando la ven no estaría en el Borussia, te lo aseguro– gruñí y volvió a reír.

Estuvimos un par de horas en mi sofá bebiendo cerveza y discutiendo un partido de fútbol. No podía recordar un momento en que valoré tanto la amistad de Gustav como en ese instante.

Jenell llegó un poco más tarde y frunció el ceño al vernos conversando tan felices.

–¿Ya se arreglaron?– asentimos–. Eso fue rápido.

–Creo que debo dejar de ser tan rencoroso, me hace mal– recapacité en voz alta y ella asintió y miró el cielo.

–Gracias señor por al fin darle un poco de consciencia a este imbécil– murmuró.

–¡Gracias!

–Una pregunta: ¿aún no planeas amistarte con Mario?– fruncí el ceño y pensé en eso.

Si iba a llevar a cabo esta política de no guardar rencores ya era hora que hiciera las pases con Mario. La cagó, bastante, pero yo también la había cagado demasiadas veces y el resto seguía perdonándome, era hipócrita no hacer lo mismo.

Estaba decidido, al día siguiente en el entrenamiento me iba a disculpar con él. Esperaba que aún siguiera queriéndome como su amigo.

Mi plan se desmoronó cuando se excusó para no asistir al entrenamiento del día Viernes, así que tuve que volver a armar mi plan y decidí ir a su casa por la noche.

Hace cuatro años pasaba día y noche en casa de Mario, diría que era mi tercera casa. Antes de Auba, Götze fue mi mejor amigo, lo apreciaba demasiado y él me apreciaba demasiado de vuelta, pero siempre supo cuál era mi punto débil y lo usó cuando más me dolió. Pensar en eso nuevamente me dejó saber que ya no estaba furioso al respecto y que el dolor era casi nulo, así que si no hicimos las pases fue exclusivamente por mi culpa.

Respiré el aroma familiar de las plantas que tenía fuera de su casa y me armé de valor para tocar el timbre. Esto me ponía más nervioso que ir al piso de Zoe y Emery, y no entendía por qué.

Abrió la puerta y ni siquiera actuó como que no estaba sorprendido, fue brutalmente honesto:

–¿Marco? ¿Qué demonios haces aquí?– sonreí, aunque creo que parecía más una mueca nerviosa.

–¿Puedo pasar?– asintió confundido y abrió más la puerta para permitirme la entrada.

Me dirigí a su sofá. Aún conocía el camino de memoria, y estaba casi seguro de que no había hecho cambios masivos a su casa en general. Recordaba la repisa con los juegos de fifa en el exacto mismo sitio, la televisión la había cambiado por un modelo más moderno, pero seguía ubicada donde estaba la última vez que vine. Era un lugar conocido, y eso me calmó para decir lo que tenía en el pecho.

–¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

–Lo siento– frunció el ceño.

–¿Sentir qué?

–¿Siento no haberte perdonado? No sé cómo plantear esto... Me pediste perdón y yo fui un idiota, y lo siento, en serio– entrecerró los ojos.

–¿Entonces me estás pidiendo perdón porque te pedí perdón y no me perdonaste?– asentí–. Suena complicado.

–Ni me lo digas– solté una risa–. Vale, ¿me perdonas o debo esperar dos años?

–Te perdono, aunque creo que la definición exacta de esto es tú perdonándome tardíamente– rió y se acercó a mí–. Me alegro que estemos bien de nuevo.

–Yo también– lo abracé.

–Si los fans pudieran vernos en este instante publicarían mil fotos con el hashtag Götzeus– murmuró y yo solté una carcajada.

Cuando nos separamos lo miré seriamente y supo de inmediato que tenía un par de explicaciones que hacer.

–Vale, necesito saber por qué terminaste con Ann-Kathrin, y si los rumores de Zoe siendo la razón son verdad– frunció el ceño.

–¿Zoe? ¿La hermana de Bartra?– asentí–. ¿Qué mierda tendría ella que ver?

No pude evitar suspirar de alivio.

–¿Y por qué terminaron entonces?– se encogió de hombros.

–No teníamos los mismos proyectos de vida, queríamos y buscábamos cosas diferentes– no sé por qué pero no le creía–. ¡Yo también merezco unas explicaciones!

–¿Sobre qué?

–Zoe– fruncí el ceño.

–¿La hermana de Marc?– alzó una ceja.

–No es solo la hermana de Marc, no me estás engañando.

–¿A qué te refieres?

–Marco, quiero que pienses en el día en el que te fui a pedir disculpas, a tu casa. ¿Quién estaba contigo ese día?

Me puse a pensar al respecto, y me helé por completo cuando recordé que Zoe estaba a mi lado, ya que fue al día siguiente de nuestra primera vez. Santa mierda.

_________________________________

No sé si les guste el rumbo que está tomando la historia, pero creo necesario que Marco avance y se haga un buen samaritano para que ustedes sufran cuando sufra él MUAJAJA
PD: Ya se acerca el «romance»
PD2: He decidido dejar el Jueves como el día de actualización obligatoria y el Domingo como día opcional, porque honestamente me tomaría mucho tiempo terminarla subiendo solo los Jueves, considerando que probablemente sobrepase los 40 capítulos 😂

Let her go // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora