thirty four

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Me quedé dormido sentado contra esa pared, no fue hasta las nueve de la mañana del día 1 de Enero del 2017 que fui consciente de nuevo. Me dolía la cabeza, mucho, tanto por el alcohol como por los golpes que me provoqué yo mismo. También me dolían los ojos, podía sentirlos hinchados. No estaba acostumbrado a llorar, así que se sentía realmente incómodo e humillante el dolor de ojos.

Me levanté y caminé hasta el interior del recinto, donde ya se encontraban limpiando los que habían sido contratados, pero obviamente no había rastro de la abeja saca-basura. Me preguntaba si mis amigos estaban buscándome, quizás pensaban que estaba en el piso de Zoe o en un hotel, no lo sé.

Estornudé unas cinco veces en mi camino hacia la salida. Obviamente no era beneficioso para la salud dormir a la intemperie en medio del invierno. Quería llegar a casa a tomarme una aspirina y probablemente una pastilla para dormir, mi cabeza apenas podía soportar estar despierta, y no quería estar consciente para pensar en lo que Zoe me había confesado la noche anterior.

Definitivamente había sido el peor año nuevo que había tenido en mi existencia, y eso que no estaba despierto para cuando dieron las doce. Podía decir que había sido mi segunda peor noche de la historia, siendo la primera obviamente cuando Zoe se accidentó –por mi culpa–.

Traté de pasar desapercibido, aunque no fue muy difícil, casi nadie estaba despierto porque todos habían estado de fiesta hasta las ocho de la mañana, e incluso otros seguían de fiesta, así que llegué sin complicaciones a mi hogar. Estaba vacío. Claro, les habían dicho a mis dos roommates que no llevaran llaves porque yo ya llevaba, entonces las había dejado fuera... vaya amigo que soy.

Agarré una aspirina y la tomé, luego agarré una pastilla para dormir y también la ingerí. El efecto no tardó en aparecer, me quedé dormido y no desperté por las siguientes horas, y cuando lo hice tenía a Mario a unos metros.

–¿Cómo entraste?– no hablaba desde el día anterior, y vaya que se notaba mi ánimo en mi voz.

–Si mal no recuerdas: me dejaste una copia de tu llave en mi casa, lo recordé esta mañana. ¿Dónde andabas? ¿En el piso de Zoe?

Escuchar su nombre hizo que me doliera el pecho.

–No– me limité a responder. No planeaba darle detalles de como me golpeé la cabeza hasta la inconsciencia, así que tenía que cambiar de tema–. ¿Qué hora es?

–Las cinco... espera, ¿no se supone que deberías haber estado vestido de abeja limpiando el lugar de la fiesta hace unas horas?– alzo una ceja y me encogí de hombros.

–Cambio de planes.

–¿Ah sí? El grupo de WhatsApp del equipo no dice lo mismo– sacó su móvil y se metió en el chat, luego leyó en voz alta–: «¿Dónde se metió este hijo de puta? Le tenía un lindo traje de abejita». Adivina el personaje.

–No lo sé– frunció el ceño.

–¿Qué te ocurre? Tienes la misma cara de cuando quedaste fuera del mundial.

–Nada– suspiré–. ¿Sabes dónde se quedaron Jenell y Zo?

–Creo que se fueron con Gustav, vaya amigo que eres al dejarlas fuera– rió negando la cabeza–. En serio, ¿dónde andabas que desapareciste?

–Me quedé dormido– soltó una carcajada.

–No, en serio.

–En serio, me quedé dormido en la parte trasera, en el patio.

Me miró como si estuviera loco, abrió la boca para hablar y luego la volvió a cerrar. Se notaba que moría por preguntarme qué había pasado, pero no lo hizo, lo cual agradecí, en serio no quería quedar como un loco, y mucho menos quería que supiera de mi conversación con Zoe... maldita sea, la extrañaba, y eso solo me hacía darme cuenta de que yo ya había renunciado a ella. Me costaba trabajo entender como en un momento estuve tan determinado a recuperarla y ahora solo quería que fuera feliz sin mí, pero en ambos casos buscaba su felicidad. Eso era el amor, ¿no? Priorizar la felicidad del otro, que sus sentimientos fueran más relevantes que los propios. Así se sintió ella por mí alguna vez.

Caí en cuenta de que ella dijo que me amaba, y fue extraño digerir eso, digo, todos me decían que ella me amaba, pero hasta ese momento yo no me lo había creído al cien por ciento, y estoy casi seguro que fue por mi egoísmo: yo no quería creer que Zoe me amó para no tener que ser el responsable de su situación, y ahora que estaba confirmado que había sido así solo me quedaba un gran vacío en el pecho.

–¿Qué pasó?– demonios, tenía que preguntarlo.

–Problemas, con Zoe– no profundicé en el tema.

–Vale... deberías llamar a Auba, estaba bastante preocupado por ti– asentí–. Debería irme, Ann va a pasar por un par de cosas a casa y pues bueno, cambié la cerradura.

–Bien. Nos vemos– se despidió con la mano y salió de mi cuarto y posteriormente de la casa.

Recosté mi cabeza en la almohada y me quedé absorto mirando el techo por un par de segundos, aunque claramente no estaba pensando en el techo. Busqué mi celular y lo encendí, para ver las llamadas perdidas y los mensajes que me habían llegado en estas veinte horas de ausencia. Tenía quince llamadas de Auba, doce de Mario, diez de Gustav, once de Jenell, ocho de Zo y dos de Zoe.

En los mensajes abrí de inmediato el de Zoe:

De: Zoe.
Estás bien?
Saliste corriendo

No le respondí. Temía que si dejaba mis dedos caer en el teclado le iba a decir que la amaba y que lamentaba todo lo que le hice sufrir en el pasado, y obviamente le rogaría para que volviéramos a nuestra pseudo-relación y que no me dejara nunca más en mi vida, porque yo sin ella probablemente me iba a morir... no creo que eso la tranquilizara exactamente.

Le hice caso a Mario y le dije a Auba que estaba bien, de paso le avisé a Gustav y le pedí perdón a Jenell por dejarlas fuera a ella y Zo. Luego de todo eso volví a apagar el móvil y fui a prepararme algo de comer, me dolía horriblemente el estómago, eso por no comer en veinte horas, de seguro.

Comí en silencio y con la luz apagada. No tenía ni idea de cuándo iban a llegar Jenell y Zo, pero no me importaba, estaba demasiado ocupado pensando en Zoe, mi Zoe.

Zoe y yo habíamos terminado, para siempre. No volvería a tocarla, ni a besarla. Nunca tendría la oportunidad de decirle que la amaba, incluso si lo dije implícitamente la noche anterior. Quería hacerme un ovillo en el suelo y llorar un poco más de lo que ya lo había hecho.

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Cada vez queda menos 😭

Aviso que si no subo el Jueves es porque me suicidé el Martes (esto si es que Chile no clasifica para el mundial lol)

De no ser así, nos leemos el Jueves 💛

Let her go // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora