twenty seven

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–Lleva encerrado como dos horas, ¿qué demonios crees que le pasa?– escuché a Jenell decir al otro lado de la puerta.

–No lo sé, Mario me dijo que ocurrió algo en el entrenamiento, pero que sería mejor si nos lo dijera Marco.

–Me siento apartada del asunto.

–Yo también– Gustav volvió a golpear la puerta–. Marco, por favor, sal de allí... tienes dos mensajes nuevos.

Busqué con la mirada por mi habitación y me di cuenta de que mi móvil no estaba por ningún lado. Había decidido aislarme en mi habitación simplemente por mi orgullo al no querer admitir que amaba a Zoe, mucho menos a dos de las personas que más insistieron en que debía admitirlo, seguramente se me había olvidado el móvil.

–Son de Zoe– anunció Jenell.

Dos segundos después había abierto la puerta.

–Sabía que ibas a venir si te decía eso– rodó los ojos y me entregó el móvil–. ¿Por qué no admites que...?

–¡Vale, lo admito! ¡Amo a Zoe! ¡¿Feliz?!– grité, haciendo que ambos se sobresaltaran. Volví a cerrar la puerta.

–Dios, está loco... ¿deberíamos llamar a Auba y Mario?– no escuché nada, por lo que supuse que Gustav expresó su respuesta moviendo la cabeza.

Encendí la pantalla de mi móvil y leí los mensajes de Zoe:

De: Zoe.
Hola, escuché lo que hizo Marc hoy, lo siento 😬
Me pasarías a buscar el Miércoles al aeropuerto? Marc iba a ir por mí, pero digamos que se enojó 😂

Escribí una respuesta rápida.

De: Marco.
Claro, yo iré por ti. ¿A qué hora?

De: Zoe.
Mi vuelo sale a las cinco de la mañana, son ocho horas de vuelo y Alemania tiene seis horas más... ni idea 😂

De: Marco.
Sacaré la calculadora 😂
Creo que a las siete pm. Te veré allí

De: Zoe.
Muchas gracias 😘

Estuve una media hora más encerrado en mi cuarto, hasta que llegó Auba y abrió la puerta sin siquiera tocar.

–¿En serio? Chicos, estaba sin seguro– escuché bullicio, proveniente de Jenell y Gustav–. Que idiotas que son tus amigos.

–También somos tus amigos– gritó Jenell. Auba cerró la puerta.

–Bien, ¿qué pasó ahora? Me dijeron que estás un poco violento. Primero: ¿qué te dijo Tuchel?

–No fue la gran cosa, más que nada se dirigió a Marc sobre Zoe– asintió.

–Entonces, ¿qué te afectó tanto?– suspiré.

–¿Has escuchado Let Her Go de Passanger?– negó con la cabeza confundido.

Busqué en el móvil la canción, le pasé un auricular y dejé que la escuchara. Cuando la terminó tenía esa típica expresión de pensar que sabe algo, pero que no sabe si está en lo cierto.

–Vale, ¿qué ocurre con esta canción?

–¿No se te hace conocida la historia? Porque a mí sí– suspiré–. Ese idiota del que habla la canción es idéntico a mí.

Se quedó en silencio. Seguro estaba de acuerdo conmigo, pero no quería herir mis patéticos sentimientos.

–Marco...

–Sabes que estoy en lo cierto. Solo supe que extrañaba a Zoe cuando la perdí, solo supe que... que la amaba, cuando la dejé ir– reí amargamente–. Maldita sea, ¿esto es lo que sintió ella cuando le rompí el corazón? Duele, demasiado.

Quería convencerme de que me merecía ese dolor y que debía tragármelo calladamente, pero no podía, incluso por un par de segundos pensé que perder la memoria debía ser mejor que vivir con el dolor. Descarté esa idea casi de inmediato, era estúpida y egoísta.

–Está bien Marco, a eso se le llama decepción amorosa– nunca había visto a Auba tan serio, se me hacía extraño, pero me probaba que era un buenísimo amigo y consejero.

–Bien, pues lo odio. Es mi primera maldita vez estando enamorado de esta forma y ya lo odio, joder.

–Lo lamento. En serio– negué con la cabeza.

–No hay nada que lamentar, me lo merezco.

–Incluso si te lo merecieras o no, no podría desearle eso a nadie... tendría que realmente odiar a esa persona.

–Lo sé, pero en serio, estoy tratando de decirme a mí mismo que, no lo sé, merezco este estúpido dolor y merezco que ella ya no me recuerde, así es el karma, pero no puedo evitar quererla de vuelta. Dios, la amo, y en serio la odio por hacerme amarla– suspiré.

–Vale, esto es serio, estás realmente enamorado, tipo... Rose y Jack en el Titanic– posó su mano en su barbilla y se puso a pensar–. La única opción que veo es que te la ganes de vuelta.

–Jenell me lo dijo, pero no sé si esté bien– suspiré–. La verdad, siempre digo que sería egoísta enamorarla de nuevo, pero lo verdaderamente egoísta es que no quiero enamorarla de nuevo, porque no quiero decepcionarme con la persona con la que me voy a encontrar. ¿Qué pasa si ya no es para nada la misma? Me da miedo darme cuenta de eso y dejar de amarla. Maldita sea, esto es tan complicado.

Me tomó un gran esfuerzo admitirle eso a alguien en voz alta, pero confiaba plenamente en Auba, sabía que me daría el mejor consejo que pudiera y que nunca le diría esto a alguien si es que yo se lo pedía. En serio estaba empezando a dudar si me merecía un amigo como él, también.

–Vas a tener que tomar el riego, porque desde mi punto de vista, no vas a superarla así como así– dijo con toda la convicción posible–, y siendo honesto, creo que la amarías incluso si te decepcionara su nueva yo.

Se levantó de la cama, donde estaba sentado, y caminó hasta la puerta.

–¿A dónde vas?– fruncí el ceño.

–Jenell, Gustav y yo tenemos muchas cosas que planificar.

–¿Sobre qué?

–¿Vienes o no?– me encogí de hombros y también me levanté.

Cuando abrió la puerta, Jenell y Gustav estaban apoyados tratando de escuchar. Obviamente se cayeron.

–Ups– sonrió inocentemente Jenell.

–Son unos cotillas– gruñí y caminé hasta la sala de estar, Auba se quedó atrás riendo.

–¡Te dije que era una mala idea! Me golpeé la cabeza– gimoteó Gustav.

Me senté en el sofá y esperé que los otros tres locos llegaran a donde estaba y que Auba dijera de qué demonios debía planificar algo. Así lo hicieron, y prontamente estaban hablando como si no hubiese un mañana.

–Vale, ¿alguna idea de cómo Marco podría recuperar a Zoe?

–¡Espera! ¡Ya sé!– Jenell chasqueó los dedos y todos la miramos expectantes–. Paul dijo que se hiciera pasar por tu novia, ¿por qué no le pides que actúe por ti? Digo, estarían obligados a pasar tiempo juntos y vamos, si Zoe se enamoró una vez de Marco no veo por qué no lo haría una segunda vez, considerando que ya no es un idiota de primera.

–Eso suena como una idea decente, no me esperaba que fueras tú quien la sugiriera– puntualizó Auba y Jenell lo fulminó con la mirada.

–Bien, tenemos que ponernos manos a la obra.

–¿Y cómo planean hacer que ella acepte?– preguntó Gustav.

–Eso déjenmelo a mí– sonrió maliciosamente Auba–. ¿Cuándo vuelve de New York?

–El Miércoles– asintió.

No sé si debía confiar ciegamente en él o no.

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Dios en serio no puedo con la felicidad del partido de ayer 💛💛💛💛
Está aburrido este cap pero el Jueves se viene maratón
Calculé lo que le queda a LHG (creo que va a llegar hasta el 40, aunque quizás dé para más) y probablemente no pase de Octubre 😭

Let her go // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora