El hijo de Lucifer
::.El hijo confundido
-Suponía que estarías aquí-Habló una grave voz tras él. No lo miró puesto que sabía quién era. Sólo se dedicó a observar a la persona dormida frente a él-¿Planeas despertarlo?
-...
-¿Será que lo estimas ahora que sabes quién es...?-Cuestionó con un tono un tanto burlesco.
-No-Volteó a verlo-Baron, él tarde o temprano nos será de ayuda-Habló, acercándose hasta él-Tú debes sentir el poder que tiene dentro, uno del que no es consciente, pero que si aprende a utilizarlo...
-...controlaría hasta el mismo Rey de las Tinieblas-Completó Samedi-¿Es que piensas traicionar a Lucifer, Andrew?
-¿Traición? ¿Se consideraría traición si va dirigida a alguien que sólo me utiliza?-Rio. El ente de sombrero lo miró intrigado-Lo sé. Sé qué planea Lucifer-Volvió a ver a aquel que no abría los ojos-Pero yo me adelantaré a él-Sonrió con autosuficiencia-Y afortunadamente te tengo a ti, semidios de la muerte vudú, aquel que decide quién muere y quién vive.
-¿Entonces...?-Lo instó a finalizar.
-Trae devuelta a Dallas, del resto me encargo yo.
-Él no es vuduista-Le hizo notar-Él cree en mí como una abominación. Algo capaz de dañar a quienes quiere. No ve mi existencia como alguien a quien adorar.
-Pero puede hacerlo si se lo permites. Además, yo te adoro y tenemos un contrato. Préstame tu poder, Baron Samedi. Has lo que te pido y te lo retribuiré-Aseguró Andrew con decisión. Baron se acercó a Dallas, con su estado intermedio, pendiendo entre la vida y la muerte.
-Está bien-Accedió-Lo guiaré de regreso.
***
Una semana después...
Los días transcurrieron y con ello llegó abril. Aien tenía trabajo temprano. Enseñar en una universidad, era algo a lo que el rubio jamás aspiró. Siempre su sueño fue enseñar, alimentar mentes jóvenes, especialmente la de niños. Anteriormente estuvo a cargo de un grupo de adolescentes, pero ahora enseñaba a adultos jóvenes, no le era complicado y de igual forma le agradaba infundirles conocimientos, pero también le generaban dolor de cabeza.
Al mismo tiempo, existía otra razón por la que impartía literatura en una universidad, y eso era estar más cerca de sus amigos. Ver a Alexander fuera de la mansión, encontrarse a Sandía, Benjamín, Roberto y Booba –a este último antes del accidente-, lo distraía y evitaba que pensara constantemente en Aiad. Aún no podía superar la muerte de su hermano y a medida que los días avanzaban sentía que jamás podría lograrlo.
Aún no leía la carta. Aquella que estaba seguro su gemelo la escribió cuando estaba ya poseído, teniendo presente en ese momento que tarde o temprano moriría. Sí, Aiad... Ahora que rememoraba todo con más calma, su hermano estuvo decidido a morir aquella noche, estuvo listo. Pero él, Aien, no. Jamás pasó por su cabeza perder a Aiad, y cuando lo tuvo en sus brazos sin vida...
-Ya no pienses-Se dijo, cerrando los ojos con fuerza sin detener sus pasos.
Al no estar mirando al frente no se percató de que alguien venía igual de distraído que él mientras descendía una escalera. Cuando Aien estaba por subir el primer peldaño y el otro chico por descenderlo, impactaron, desestabilizándose y cayendo el desconocido sobre el rubio, quien no reaccionó a proteger su cabeza, aunque eso no fue necesario, puesto que el otro cambió rápidamente de posiciones, impactando su espalda contra el suelo en vez de la del rubio.
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El hijo de Lucifer (Corrigiendo)
HorrorLos juegos acabaron y con ello se viene algo peor. Booba juró a Lucifer encontrar a su hijo a cambio de que se deshiciera del Hombre Sombra. Pero las cosas no serán fáciles. Una lucha por el poder y además un desiquilibrio emocional harán que el ter...