El hijo siendo atacado. Parte 1

69 6 6
                                    

El hijo de Lucifer

::.El hijo siendo atacado. Parte 1

-¿Qué lee, profesor?

Quitó la mirada del libro que sostenía para posarla en quien le había hablado. Era Jake, con sus curiosos ojos rojos que destilaban en ese momento curiosidad. En muchas ocasiones había visto la rabia irradiada de aquellos irises, pero cuando estos se posaban en él parecían cambiar la emoción que expresaban, siendo genuina.

-¿Hechicería?-Intrigado después de leer fugazmente un par de fragmentos.

-Sí-Se limitó a afirmar. Estaba en una banca, bajo la sombra del sol. Era uno de los lugares que más le agradaba de la universidad.

-¿Qué tipo de hechizos?-Interrogó al momento que tomaba asiento junto a su profesor.

-Ninguno en específico. Sólo leo-Lo cortó.

Aien buscaba hechizos de protección para la próxima aventura que tendría junto a los demás, especialmente porque iría Sandi, la cual se dejaba llevar por sus sentimientos y no escuchaba razones. Es por eso qué- sentía el deber de tomar todas las precauciones posibles para cada hipotético evento que se pudiese presentar.

-Los símbolos de este están mal-Comentó, señalando uno que invocaba a un demonio protector.

-¿Cómo lo sabes?-Se extrañó, mirándolo.

-Porque me gusta aprender de todo-Contestó con una sonrisa inocente.

-¿Y qué está mal?

-¿Desea invocar un demonio, profesor?

-No-Respondió de inmediato-No me interesa involucrarme con seres inhumanos-Acotó. Jake lo miró serio.

-¿Ha conocido algún demonio como para despreciarlos?

-Repito, no me interesa involucrarme con seres inhumanos. De ningún tipo-Aclaró, cerrando su libro.

-¿Mala experiencia?-Acertó. Aien desvió su mirada y el menor notó que además apretaba con fuerza su mano, tanto que temblaba-¿Profesor?

-Tengo una clase-Evadió, levantándose-Y usted también, alumno Jake-Le recordó antes de marcharse.

Jake lo miró alejarse, y no pudo evitar asociar a Aien como un ángel de alas rotas, negándosele así el poder regresar al cielo.

***

Entró cuando fue autorizado, tomando después de saludar asiento en uno de los asientos que estaban frente al escritor del hombre que resultaba ser el director de aquel enorme hospital. Era un hombre de alrededor de 40, pelirrojo y últimamente aspecto cansado y triste debido a la muerte de su única hija, y lo entendía porque él estaría de la misma forma o peor si le sucediese algo horrible a uno de sus hijos.

-Nicolás-Llamó su atención de forma informal-Aún recuerdo la primera vez que llegaste. Deseoso por ayudar a los demás, salvar vidas, apoyar a tus pacientes, todo con una pasión que comúnmente se pierde en semanas sino meses-Habló con seriedad, pero también nostalgia-Pero tú te has mantenido firme en tus convicciones.

-Con todo respeto, pero si planea regañarme por la decisión que tomé donde preferí atender a una mujer que realmente necesitaba una operación en vez de aquel renombrado empresario, le diré de inmediato que no me arrepiento-Intervino con firmeza.

-Me informaron sobre tus acciones-Afirmó, posando sus ojos en los verdosos de Nicolás-Eres joven e inmaduro. Existen protocolos y ética, pero cada ser humano tiene su propia moralidad, y la tuya es inquebrantable-Halagó.

El hijo de Lucifer (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora