El hijo buscando salida

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El hijo de Lucifer

::.El hijo buscando salida

-¡Sus pulsaciones están bajando!

-¡Menos de 50!

-¡Están llegando a los 20!

-¡No tiene pulsaciones!

-¡Hay que reanimarlo!

-¡Traigan el desfibrilador!

-¡Despejen!

-¡No hay respuesta!

-¡Otra vez! ¡Sube la descarga! ¡Despejen!

***

Blanco. No es que lo odiase, pero ¿no existía otro color? Sólo había blancura rodeándolo, y silencio. Uno que no parecía incómodo o doloroso. Era calmo, aunque aburrido. Y su entorno. No había un arriba o abajo. Era como la nada o un mar en el que no podías saber donde terminaba el agua y empezaba el cielo. Era plano. Monótono. Soso.

-¿Dónde estoy?-Se preguntó, frunciendo el ceño.

Continuó avanzando o eso suponía. Caminaba, pero no sentía que se moviese. No había referencia. Nada. Sólo un vacío blanco, uno que empezaba a molestarle.

-Creo...que veo algo-Susurró, corriendo.

Veía un punto sin forma, luego una mancha, y a medida que se acercaba comenzaba a reconocer lo que acabó por tener ante él. Era una mesita un poco alta, llegándole a la cintura. Sobre ella un sobre con su nombre. Algo muy sospechoso, por lo que no pudo evitar desconfiar.

-¿Esto es un sueño?-Cuestionó a la nada-Como sea...

No tenía otra cosa que hacer, por lo que acabó abriendo el sobre, viendo su contenido. Eran trozos de vidrio, transparentes, de forma cuadrada, pequeños, de no más del tamaño de la palma de su mano. Sostuvo uno y lo alzó al nivel de su rostro. De repente estalló, y por inercia cerró los ojos y se protegió, pero nada lo dañó.

Abrió lo ojos y ya no estaba en la nada blanca. No. Se encontraba en la habitación de su madre. Lo sabía porque la veía peinarse frente al espejo y él estaba sentado en el suelo, a su lado, observándola. Su madre era hermosa. Su rostro definido y su largo cabello rubio. Siempre elegante, con garbo y una expresión inteligente.

La admiraba. Siempre que la miraba deseaba ser como ella. Una persona resuelta, capaz de muchas cosas. Pero su madre jamás quiso una copia de ella y él en algún momento de su vida dejó de perseguirla.

-Estás aquí-Dijo su madre cuando al fin notó su presencia-Deberías hacer algo más productivo ¿no crees? Tu hermano siempre está por ahí jugando y recogiendo animales callejeros. Tú podrías hacer algo mejor.

-¿Qué cosa?-Preguntó su Yo de cuatro años.

-Sabes leer ¿no? Deberías saber-Habló, levantándose para acercarse a su cómoda. Sobre esta había un libro grueso-Ten-Lo dejó en su regazo-Lee. Lee mucho.

-¿Leer?-Lo abrió, viendo cientos, miles de palabras que no tenían sentido para él.

-Oh, ¿no sabes leer?

-¿Qué es eso?-Señaló unas cuantas frases.

-Que lástima. Creí que eras más inteligente-Y diciendo eso, se marchó dejándolo ahí, sentado en medio de su habitación con un enorme libro sobre sus pequeñas piernas.

El hijo de Lucifer (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora