Capítulo 19: Tarde de lluvia

316 30 141
                                    


La noche había caído en la mansión De la Rosa. El viento era impetuoso, la lluvia torrencial y la tragedia había envuelto el lugar.

Lunet esperaba en la sala a que el médico terminara de revisar a Sarabell. Fortunata dormía un sueño profundo y pesado inducido por calmantes, mientras que Píramo y Camelia esperaban en la plaza, bajo un kiosco que los reguardaba de la tormenta. El mulato no quería irse de San Sebastián sin saber que su hija estaba bien.

Pero la que más sufría el accidente de Sarabell era Carmen. La sirvienta parecía alma en pena, lloraba por todos los rincones del pasillo, y solo esperaba a que el doctor le indicara que podía pasar a ver a su señorita.

La cara de Carmen se iluminó al ver al galeno.

—¿Cómo está la señorita Sarabell?

El doctor puso su mano en el hombro de la muchacha con pena.

—Tu señorita está muy mal, tiene mucha fiebre. Prepárale un baño de agua fría.

Carmen corrió a cumplir las órdenes del médico. Mientras que este se reunía con Lunet. En los sillones de la sala, Mística, Axel, Marino, Darío y Soe esperaban noticias.

—Esto sí que es trágico, Gema muerta y Sarabell a dos pasos de estarlo —comentó Axel con pesar.

—No entiendo, si solo se mojó un poco, ¿por qué Sarabell está tan grave? —preguntó Mística.

—No es por la lluvia —terció Darío—. Sarabell se cayó y se golpeó la cabeza, además duró un buen rato inconsciente con la cara en un charco, es de ese golpe del que está grave... Soe, tú estabas con ellas, ¿qué fue lo que pasó?, ¿por qué Sarabell salió a la lluvia?

—Yo estaba con Gema, cuando ocurrió el accidente, entré y cometí el error de decirle a Sarabell primero, la noticia la desquició. —Soe prefirió mentir a explicar la situación real, pues no podía hacerlo sin sacar a la luz la relación entre Fortunata y Píramo, sin mencionar la crueldad desmedida con la que Sarabell trató a Gema.

—De igual forma, me parece muy extraño —meditó Marino.

—Y ¿no hay nada que podamos hacer por Gema?, tal vez no murió —preguntó Soe.

—Imposible no haber muerto, la caída es exageradamente alta y el terreno es casi vertical, por lo que nada amortiguó el golpe, además si quisiéramos ayudarla, tendríamos que bajar por la salida de San Sebastián, por la ladera hasta "El paso de los alcatraces". Es el único camino seguro para llegar a la base de la sonata del diablo, y eso tardaría por lo menos seis días, con buen clima. —La voz de Marino era fría, parecía que no le importaba mucho no poder hacer nada por su prima.

—Entonces, ¿no haremos nada?

—Supongo que papá intentará recuperar el cadáver cuando deje de llover, para darle sepultura.

Antes de poder agregar otra cosa, Lunet se reunió con ellos. Todos se pusieron de pie, pero nadie habló hasta que el doctor saliera escoltado por Manuela.

—¿Cómo está Sarabell? —preguntó al fin Mística.

—Muy mal, se le vino mucha fiebre, necesitamos bajársela y cuidarla toda la noche, Carmen se ofreció para ello, pero me gustaría que alguien de la familia se quedara a su lado, ya que Fortunata no puede.

Al ver que nadie decía nada, Soe sintió una extraña indignación. Si bien, Sarabell no era un alma de Dios, ¿cómo podía su propia familia ser tan indiferente?

—Yo lo haré, tío —anunció al fin.

—Gracias Soe, el doctor dijo que si la temperatura sube, se la controlemos con comprensas frías, Carmen está terminando de bañarla y vestirla para dormir, si algo se complica, me mandas llamar.

Flor Imperial: Tercia de corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora