En un segundo, todo lo que Marino pensaba sobre Soe se derrumbó, ahora lo veía como un pequeño y embustero mozalbete que lo había taimado. Más despreciable que la arrastrada de Rosalinda. El rubio sintió que las manos le ardían por lo fuerte que apretaba los puños, y sintió la necesidad de estrangular a Soe, pero comprendió que era muy mal momento para hacerlo. Marinó pensó que debía desahogar su ira, así que sin meditarlo, dio media vuelta y emprendió el mismo camino que había andado.
Rosalinda Bustamante seguía sentada donde él la había dejado. Sus ojos tristes denotaban angustia, la reacción de Marino la había desconcertado bastante.
Marino sintió tanto odio por la imagen lastimera y llorosa de Rosalinda, como por el ofrecido y mentiroso de Soe. Al sentirse observada, Rosalinda se puso de pie, cruzando su mirada con la del rubio. Este se sintió tan encolerizado que deseó darle un fuerte golpe al rostro de la chica, en su lugar decidió vengar su orgullo recién herido y con agresividad innecesaria, haló a Rosalinda hasta él y le plantó un beso repleto de violenta frustración.
Rosalinda se sintió confundida al principio, hasta ofendida. Pero poco a poco comenzó a disfrutar del beso de Marino, adivinó en las bruscas caricias del rubio una gran pasión frustrada, y tontamente creyó que estaba inspirada en ella.
Sin pensarlo siquiera, la chica de ojos verdes guió las manos burdas de Marino hacia sus senos, los cuales reaccionaron suaves y firmes ante las caricias de él.
Marino se extrañó ante aquella reacción tan atrevida de Rosalinda, pero concluyó que si ni Rosalinda ni mucho menos Soe actuaban con conciencia, el podía ser más inconsciente aun, así que aceptó la muda invitación de la chica, y tomándola del talle, atrajo su cadera hasta pegarla a la de él, logrando así que Rosalinda sintiera la reacción que ella había despertado en él.
Al rosar la masculinidad de Marino, Rosalinda se sintió turbada, pero su propia lujuria nubló cualquier pensamiento, y jugándose el todo por el todo, separó al rubio de su cuerpo y guiñándole un ojo, tomó las manos de él y lo guió hasta una puerta discreta que estaba destinada para la servidumbre de la casa.
Una vez adentro, Rosalinda guió a Marino escaleras arriba hasta su propia habitación, el corto trayecto de las escaleras había bastado para que el joven reaccionara con cordura. No era el lugar apropiado para hacer algo así, no solo atentaba contra la honra de Rosalinda, también ponía en peligro la conveniente y recién adquirida amistad con los Bustamante. Rosalinda podía ser muy atractiva y sensual, pero él no quería nada serio con ella.
Mientras la chica cerraba con llave y quitaba la sobrecama preparando todo, Marino se acercó a la ventana, buscando algún pretexto para acabar con todo aquello sin llegar a algo más. Pero su pensamiento volvió a nublarse al ver a Soe salir de entre los arboles con Darío tras él, ambos despeinados y ligeramente agitados.
Marino giró su rostro hacia Rosalinda, la peli naranja ya había acomodado la cama y se había quitado las botas. Y con una sonrisa picara y la mano extendida, invitaba a Marino a la cama, el joven la volvió a mirar con desprecio, si el necesitaba liberar tensión y la tonta quería ser usada, entonces ambos podían salir beneficiados sin remordimientos.
Marino se quitó su antifaz, la capa y los guantes, dispuesto a gozar de los favores de Rosalinda.
Ambos sabían que tenían el tiempo medido, pues abajo se desarrollaba una fiesta y Rosalinda era anfitriona, no podía ausentarse mucho tiempo.
Con manos inquietas, la peli naranja ayudó a Marino a despojarse de su camisa revelando un cuerpo torneado por el ejercicio, contrastante con las delicadas formas de ella.
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Flor Imperial: Tercia de corazones
RomanceEsta es la segunda parte de Flor Imperial. Han pasado solo dos meses desde la llegada de Soe a la mansión De la Rosa, y ya muchas cosas han cambiado. Nuestro protagonista de ojos bicolores ha afianzado relaciones, y aunque nunca deseó mal a nadie...