La salida abrupta y llena de misterios de Fortunata de la mansión De la Rosa, seguida de su repentina muerte desconcertó a los miembros de la familia, pero el más afectado por estos acontecimientos, sin duda alguna fue Lunet.
Después del pleito que sostuvo con su cuñada, había creído que cuando las cosas se enfriaran, se solucionarían, como siempre lo habían hecho, pero al darse cuenta de que ya jamás la volvería a ver y que Fortunata murió enojada con él, habían sido golpes muy duros para el rubio.
Para Soe no fue más fácil, el joven era atormentado por la culpa, sentí que el haberse empeñado en vivir en la mansión De la Rosa y el haber alentado a Fortunata a irse de la misma, habían sido las claves para su trágico desenlace. Soe se permitió llorar copiosamente a su tía, deseando que de verdad la pelirroja haya encontrado la felicidad junto a Píramo del otro lado de l vida.
El funeral fue un gran acontecimiento, pues habían asistido todas las damas de sociedad a llorar a la mujer, como la gran amiga que fue, aunque nunca la procuraran ni conocieran sus más íntimos deseos.
La noche después del entierro, Lunet se encontraba en su habitación, sentado frente a su escritorio, y perdiéndose en los miles de recuerdos grabados en las imágenes de sus fotografías. Ya se había terminado media botella de licor de flor de limón, y por primera vez maldecía su incapacidad para ceder ante los efectos del alcohol.
Sus ojos se movían con lentitud entre las fotografías, esperaba con impaciencia la llegada de Camelia, añorando perderse en su piel de ébano, y así encontrar paz para su afligida conciencia.
Por desgracia para Lunet, la riaquelma estaba muy ocupada en esos momentos. Con su cuarto completamente cerrado y alumbrada por la escasa luz de una vela, la mulata disponía las cartas sobre la mesa. Había decidido seguir el consejo de Soe y utilizar su don de premoniciones en ella misma; después de todo, si no podía aceptar su futuro con resignación, ¿cómo podía darles ese consejo a sus clientes?
Los papeles rectangulares de imágenes siniestras y perturbadoras comenzaron diciéndole lo que ya sabía: una vida larga y llena de miserias, muchos obstáculos a librar, grandes dones esotéricos, un amor prohibido y tortuoso, la muerte de su hermano y la necesidad de sentirse plenamente correspondida en sus sentimientos.
Después de este desfile de aciertos, había llegado a la parte donde se le revelaba su futuro, la que más temía.
A sabiendas de que no resistiría una negativa rotunda, decidió emplear una técnica diferente: en lugar de que las cartas señalaran su futuro de una forma contundente, decidió plantear dos posibles escenarios y saber que pasaría en cada uno de ellos.
Apenas había dispuesto los dos mazos de cartas, cuando alguien llamó a su puerta. Sin esperar permiso alguno, Lunet entró cerrando tras de sí.
—¿Qué haces aquí? —preguntó la morena.
—Te esperaba en mi habitación, pero...
—Pero me ocupé. Como puedes ver, tengo vida, además de ti, ¿sabes?
—Por supuesto que lo sé, es solo que...
—Es solo que los miembros de tu familia creen que los riaquelma estamos a disposición permanente de sus deseos —se burló Camelia.
—¿Se puede saber que te ocurre? —espetó Lunet, molesto ante los ataques tan directos.
Dando un golpe en la mesa, Camelia estalló.
—¡¿De verdad creíste que yo aceptaría tus términos para ser tu amante a escondidas, mientras que a los ojos de todos no soy más que una criada más de tu casa?!
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Flor Imperial: Tercia de corazones
RomanceEsta es la segunda parte de Flor Imperial. Han pasado solo dos meses desde la llegada de Soe a la mansión De la Rosa, y ya muchas cosas han cambiado. Nuestro protagonista de ojos bicolores ha afianzado relaciones, y aunque nunca deseó mal a nadie...