1. KINGS AND QUEENS

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"Éramos los reyes y reinas de una promesa, éramos las víctimas de nuestros pecados, quizás los hijos de un dios menor, entre el cielo y el infierno."                                     
Kings and Queens, 30STM


Cancún, Quintana Roo.
2010

Tanya sentía que las palmas de las manos le sudaban y tenía la garganta seca de los nervios.

Observaba tras bambalinas ocultada por la gruesa cortina, a la multitud de excitados y ruidosos jóvenes en el club, debía haber por lo menos doscientas personas ahí.

Frente a ella en el escenario se encontraban Esteban y Mike, Esteban con su cabello castaño oscuro peinado de lado, dando la imagen del perfecto niño bueno hasta que llegabas a sus brazos descubiertos y completamente tatuados. Y después estaba Mike, su cabello castaño claro le tapaba prácticamente medio rostro. Ambos sostenían sus respectivos instrumentos musicales y de vez en cuando intercambiando miradas inquietas. Si Tanya no los hubiera conocido tan bien, hubiera creído probablemente igual que los demás, que estaban completamente relajados.

Pero para ella era muy evidente que se estaban cagando de los nervios también.

Tanya revisó su celular, por lo debía ser la novena vez en los últimos 5 minutos, y marcó de nuevo el número 1 en la marcación rápida.

Mientras esperaba con el aparato al lado de la oreja, Mike volteó hacia a ella con la preocupación escrita en el rostro, la luz del escenario reflejándose en el piercing que llevaba en su ceja. El teléfono la mando al buzón, de nuevo. Daniel seguía sin contestar.

Ella negó con la cabeza hacia Mike y lo vio pasarse la mano por los ojos en señal de frustración.

Tranquila, todo saldrá bien. Se dijo a si misma, de nuevo.

Se obligó a pensar en alguna otra cosa que no fuera que en – checó su reloj- exactamente 6 minutos, tenían que salir al maldito escenario, y de sus dos vocalistas, ella se había enfermado hacía unos días y estaba completamente afónica y de Daniel no se veía ni sus luces, ya que se había ido a buscar a Diego una MALDITA media hora antes de que empezara el MALDITO show.

Diablos. Tanya se obligó a respirar profundamente, sintiendo la humedad en sus manos. Estaba más nerviosa que si ella fuera a cantar, pero esa noche era la gran oportunidad de Twisted Fate. Habían llegado tan lejos...

Fijo su vista en el montón de personas que se encontraban en el club, ya un poco impacientes por que empezaran a tocar. Para su desgracia su vista topó con varios rostros conocidos, compañeros de su escuela sobretodo. No eran sus amigos, ni de cerca, y no podrían importarle menos, pero verlos ahí la hizo sentir incluso más nerviosa si eso era siquiera posible.

De repente oyó pasos de personas corriendo detrás de ella y volteó rápidamente hacia la fuente del sonido. Desde el pasillo que daba a la salida trasera y a los camerinos, Daniel y Diego iban corriendo hacia ella. Tanya sintió que un inmenso alivio más grande que nada la llenaba.

Diego la saludo con un rápido "que onda" y salió al escenario.

-No sé si quiero besarte o matarte a golpes, Daniel- dijo ella con la voz ronca. -Creí que no lo lograrían-

-¿Cuánto tiempo tenemos?- preguntó Daniel, mientras se quitaba su chamarra de cuero mojada por la lluvia y se quedaba con una playera negra y deslavada sin mangas. Tenía las mejillas sonrojadas y el largo cabello negro húmedo de sudor por haber corrido.

- Nada- contestó Tanya sin siquiera ver el reloj y empujándolo por la espalda hacia el escenario.

El rápidamente tomó su guitarra y salió. En el mismo momento la multitud empezó a gritar embravecida. Un ramalazo de orgullo lleno a Tanya, El club Shadowland era muy conocido por solo aceptar bandas que tuvieran potencial en el mundo de la música y por lo mismo, los cazatalentos abundaban por ahí. Así que cuando la semana pasada Daniel había recibido una llamada para una invitación a tocar en el club, nada le había quitado la sonrisa en todo el día.

Un tipo con el cabello punk pintado de azul entro al escenario.

- Bienvenidos a una noche más de roooock! Hoy están con nosotros Twisted Fate. – los presentó aquel chico y la multitud gritó embravecida. Mientras el tipo seguía hablando, Daniel volteó hacia donde estaba ella prácticamente escondida tras la cortina, con una mirada seria de penetrantes ojos verdes. Tanya le sonrió para mostrarle que todo estaba bien.

-... así que aquí vamos! - terminó de decir el tipo y Daniel retiro su mirada de ella antes de acercarse al micrófono.

- Nosotros somos Twisted Fate y esperamos que disfruten esto. - la multitud empezó a gritar como nunca- Esta noche, es nuestra noche. Y de todos ustedes. Tómense este momento para olvidarse de todo, de todos y solo sientan la magia. Esta noche todo es posible-

Y entonces Daniel empezó a hacer lo segundo que mejor sabía hacer, según Tanya. Música.

La melodía de una de las canciones que habían escrito juntos empezó a sonar con fuerza por las bocinas, casi tan alto como los gritos del público, la música llenándola de una emoción que nunca dejaba de surgir por más que escuchara la canción una y otra vez, hasta el punto de conocerla casi a la perfección, cada uno de sus altos y bajos, de sus pausas y de sus arreglos. Tanya observaba, con una fascinación tan grande como la primera vez, a Daniel pasar los dedos por las cuerdas de su bajo de esa manera ruda que tenía de hacer las cosas para después soltarlo y deslizar su mano por el micrófono como si lo estuviera acariciando, tan delicadamente que apenas lo rozaba. Y entonces empezó a cantar.

Era casi increíble que una voz tan maravillosa existiera. Grave, sedosa como el terciopelo, podía sentirla deslizarse por su piel y entonces ligeramente rasposa, haciéndola estremecerse, una voz que podía volver loca a cualquier mujer y que te hacía imaginar en cómo se sentiría esa lengua deslizante sobre cada centímetro del cuerpo. Daniel cantaba con los ojos verde oscuro mirando a la multitud, hipnotizando a Tanya, hipnotizando a todos, atrapándolos a todos en la intensidad de su mirada.

Verlo en el escenario era una experiencia que abrumaba todos los sentidos, y ponía al mundo a sus pies.

Tanya estaba segura que tenía muy poco que ver el hecho de que Daniel fuera su novio, pero aún no conocía, y dudaba que llegara a conocer, a un chico más sexy que Daniel. Desde su cabello negro y largo hasta los hombros, cayendo en mechones sobre unos increíblemente hipnotizantes ojos verdes, hasta su cuerpo alto, delgado pero marcado. Destilaba sexo.

Mientras miraba como el bóxer se asomaba ligeramente de sus jeans y como las luces del escenario hacían que los músculos de sus brazos se marcaran más sobre su piel tatuada y brillante de sudor, se sintió muy excitada, como siempre que lo miraba...

Y como si pudiera leerle el pensamiento, en ese momento Daniel volteo hacia ella en una mirada que duró apenas el segundo en que sus ojos se encontraron, pero fue suficiente.

Y sí, Daniel podía tener una voz y un cuerpo de muerte, pero cuando se trataba de caer rendida a sus pies, no había nada como su mirada. Y esa que le acababa de lanzar a ella, de hecho, esa que le gustaba pensar que era especialmente para ella, prometía una larga noche.

Tanya estaba tan sumida en sus fantasías que no se dio cuenta que ya habían terminado la canción. La banda observaba con los ojos brillosos de emoción al público mientras estos gritaban por más. Los chicos destilaban tanta felicidad que era casi sólida. Era una verdadera locura.

Daniel la volteó a ver y, quedando el deseo en segundo plano, Tanya pudo ver en sus ojos toda la emoción que había en ellos.

Empezaron una segunda canción y Tanya se recostó contra una columna detrás de las cortinas negras del escenario, y mientras veía la escena que se desarrollaba ante ella, por primera vez en su vida sintió ganas de detener el tiempo. Pensó que nunca sería tan feliz como en esos días y con las cosas como las conocía. Ni siquiera imaginaba como muy pronto su vida daría un giro.

Y nada volvería a ser lo mismo.

Twisted FateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora