"Cuando el olvido te está llamando por tu nombre, tú siempre lo llevas un poco más allá de lo que yo nunca puedo."
-Oblivion, Bastille-
Yegor Lébedev observó a la chica desde el otro lado de la estancia.
- ¿Qué demonios estoy haciendo aquí? ¿Qué es lo que quiere...? - empezó a gritar la niña mientras se paraba exaltada de la cama, después de haber escuchado la situación de Regina.
-Baje la voz, usted saldrá peor que nadie si empieza a llamar la atención de los demás. – la calló él mientras se paraba de su asiento. No era como si en realidad a alguien le fuera a sorprender escuchar a alguien gritar, dada la ubicación y la naturaleza del lugar en el que se encontraban: un motel, y de la zona más baja de Monterrey. Pero de esa manera se aseguraba más privacidad en el asunto.
La joven lo siguió mirando con expresión de exasperación y soltó un suspiro de evidente frustración.
Tanya Duarte había terminado siendo una sorpresa. No había mentido cuando le dijo que era lo opuesto a Regina. Las pocas veces que había coincidido con ella en los almuerzos o en algunas vacaciones con su familia, le había parecido una típica niña demasiado consentida por sus padres, un poco estúpida y muy superficial. La joven que tenía enfrente, por otra parte, era hecha de otro material. Se notaba en sus movimientos y en su respuesta a la situación... lo cual sólo hacía más complicado todo. Sin miedo sería más difícil convencerla, aunque no imposible.
- ¿Entonces que quiere de mí? ¿Cuál es ese trato del que tanto habla? -dijo Tanya Duarte con mirada afligida mientras gesticulaba con los brazos- ¿Por qué me está diciendo todo esto de mi hermana... a usted en que le beneficia? No lo entiendo-
Yegor dio unos pasos hacia ella y esta vez no retrocedió.
-Esa es a la parte a donde yo quería llegar, al trato que quiero hacer con usted. Mire, mi hijo está de alguna manera... obsesionado con Regina- dijo pensando en Alexander. - Y ella no va a regresar. Sus padres y yo nos hemos desvivido tratando de rescatarla, pero si no ha sucedido aún, ya no sucederá. Incluso una joven como usted debe comprender las pocas probabilidades de que ella regrese sana y salva- dijo mientras negaba con la cabeza, ya asqueado de todo el asunto: la búsqueda interminable, las noches de preocupación por Alexander, y la horrible sensación de no estar haciendo lo suficiente
-Sin embargo, hay cosas que un padre debe hacer por sus hijos, nada que usted conozca, pero ahí es donde usted empieza su papel-
- ¿En qué manera? - Susurró ella con el ceño fruncido -Porque sinceramente no la veo. Si ustedes no la han podido encontrar...
-Tiene que hacerse pasar por ella- dijo interrumpiéndola. Quería terminar lo más pronto con esa situación, ya pronto serían las 5 de la mañana y tenía que viajar aquel día.
La joven frente a él jadeó mientras lo miraba boquiabierta.
- ¿Q... qué? - soltó.
Yegor le dio la espalda mientras se tomaba las manos por detrás y caminaba lentamente por la habitación, pensando en la mejor manera de plantear el asunto. Se detuvo con la vista en una pequeña grieta que había en lo alto de la pared frente a él.
-Estoy enterado de su posición económica. Tomando en cuenta la... ocupación de su madre, imagino que no son las condiciones óptimas para que usted viva cómodamente su vida, entre otras cosas- recitó tranquilamente.
Detrás de él no se escuchaba ni un respiro.
- Le daré la cantidad suficiente para que pueda vivir cómodamente por el resto de sus días, o cualesquiera que sean sus sueños. Podría comprarse lo que quisiera, hacer todo lo que desee o viajar a cualquier parte del mundo. Lo único que tiene que hacer a cambio es pretender ser su hermana por tiempo indefinido... y perder todo contacto con conocidos suyos. Viviría en mi casa y en realidad no tendría que hacer mucho esfuerzo con nadie; sólo con mi hijo, y mientras tendrá todos los lujos que pueda imaginar...-
-Ni aunque me comprara tres yates. – dijo la voz a su espalda. Yegor se dio la vuelta para ver un rostro enfurecido- Usted no me conoce. Yo jamás dejaría lo que tengo sólo por dinero, y está claro que es lo único que puede ofrecer. Así que, si eso es todo lo que tenía que decir, ya puede avisarle a su gorila de afuera que me deje salir-
Yo jamás dejaría lo que tengo sólo por dinero. Lo que ella tenía.
Por supuesto.
-Así que ya déjeme irme- dijo la joven detrás de él, sacándolo de sus memorias.
Yegor caminó directamente hacia el folder sobre la mesa, aquel que Javier le había dado, y extrajo una de las varias fotografías que había dentro. En ella se veía a la señorita Duarte siendo cargada en la espalda de un joven de cabello largo y vestido de negro, ambos muy sonrientes mientras salían de un humilde edificio. Ninguno de ellos estaba viendo hacia a la cámara, porque había sido una de las muchas fotos que le habían sido tomadas cuando la estaban investigando.
Se dio la vuelta, se acercó hacia la joven que lo miraba con los puños apretados y le extendió la foto. Esta se la arrebató de la mano de un tirón, logrando que Yegor se pusiera más irritado. Odiaba las faltas de respeto, sin embargo, fue testigo de cómo la joven quedaba gradualmente más pálida mientras sus ojos miraban la fotografía frente a ella.
Yegor tomó de nuevo el folder y lo abrió, buscando lo que necesitaba. Enseguida localizó el párrafo.
-Daniel Augusto Giner Gómez, 20 años, padre y madre fallecidos, ubicación...en fin creo que usted ya sabe todo esto- dijo mientras alzaba la vista hacia Tanya que lo miraba con los ojos muy abiertos en una expresión de incredulidad -Supongo que no quisieras que le pase nada a tu novio no...
Yegor no pudo terminar la frase porque Tanya Duarte se lanzó hacía él. Lo siguiente que supo es que ella le golpeaba con los puños, mientras le gritaba. Y vaya que tenía fuerza.
- ¡No se atreva a hacerle nada a Daniel! ¡Maldito desgraciado, ojalá se pudra...! - ella le seguía pegando y rasguñando, y Yegor utilizó toda su fuerza para tomarla de ambas muñecas e inmovilizarla.
Ella luchaba y gruñía mientras lo miraba con un profundo odio justo cuando la puerta del cuarto se abrió y su guardaespaldas hizo ademán de entrar... Sin embargo, en ese momento, ella dejo de oponer resistencia por completo.
Yegor negó con la cabeza hacia su empleado.
Mientras la puerta se cerraba con un chasquido, Yegor soltó lentamente las muñecas de Tanya Duarte; en el momento en que lo hizo, esta se dejó caer muy lentamente de rodillas al suelo. Por un momento, Yegor creyó que le iba a suplicar, pero no. Ella sólo se quedó ahí sentada, sin expresión alguna en el rostro.
Yegor casi se sintió mal por ella.
La joven estaba ahí en el suelo con las muñecas enrojecidas, sin moverse, sin hablar, sin llorar. Se encontraba literalmente a sus pies.
.......

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Twisted Fate
Romance"Por supuesto que te haré daño, por supuesto que me harás daño, por supuesto que nos haremos daño el uno al otro, pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a s...