17. LITTLE TOUCH

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"¿No sabías que tu corazón me desea?"

-Lil'Touch, SNSD-


Tanya despertó y por un segundo no supo dónde estaba, y un suspiro después recordó todo. El enorme y lujoso cuarto no le permitía olvidar.

Trató de abrir sus deslumbrados ojos y se estiró antes de mirar a su alrededor.

Desde la ventana podía ver el cielo azul lleno de nubes, era un día soleado y a pesar de eso, hacía un ligero frío. Tanya soltó un suspiro al pensar en Daniel y en lo que estaría haciendo, un día más sin él. Y sólo era el comienzo. Esperaba por el bien de ambos que fuera cierto lo de que el tiempo lo curaba todo.

Por lo menos era una bella vista la que tenía, en la lejanía podía vislumbrar las montañas y al sol ocultarse por las tardes. Llevaba más de un mes despertándose en aquel cuarto, pero hacía apenas unos días que se había decidido a abrir las cortinas y se había dado cuenta del paisaje. Exactamente una semana. Una semana desde que se había disculpado...

Ugh. Tanya se cubrió los ojos con las manos. Cada vez que lo recordaba le daba ganas de golpearse.

Todavía no podía creer lo que había hecho. Literalmente le había saltado encima a aquel chico.

¡Alexander Lébedev era la fuente de todo lo malo que estaba sucediendo, por Dios! Pero Tanya se había dado cuenta en los últimos días, no sin horror, que no lo odiaba. No realmente. No cómo debería...

Era una situación tan complicada. Había... ¿Cómo decirlo?... convivido más con él en esos días. Aquel niño ni siquiera estaba enterado de nada. Con ella era siempre tan amable, y hacía tan difícil la tarea de odiarlo. Tal vez sería más fácil canalizar su odio en el padre, Yegor Lébedev.

Tenía muchos sentimientos encontrados.

Aun así, no podía entender del todo... no podría explicar porque había reaccionado de esa manera en la biblioteca. No importaba que tan inocente fuera Alexander y que tanta ternura le inspirara, ellos seguían siendo completos desconocidos. Al menos para ella lo era.

Tanya se puso de pie y caminó hacía el lujoso baño de la habitación. Sin mirarse al espejo, se desvistió de la ropa de la noche anterior y se metió a la ducha. Dejó el agua caliente correr y los tensos músculos de su cuerpo se relajaron enseguida. Sí, era justo lo que necesitaba.

Tanya recordaba perfectamente la primera vez que había visto a ese niño, y también recordaba perfectamente cómo se había sentido... cómo si todo estuviera bien. Había tenido esa misma sensación de... bienestar, aquella noche mientras él la miraba a los ojos.

Y estabas sentada sobre él.

El recuerdo le causaba una sensación de incomodidad. Porque no era deseo lo que sentía, eso sabia como manejarlo... ¿Qué le sucedía con ese chico?

El vapor flotaba alrededor de ella mientras descansaba la cabeza sobre las losetas de la pared.

Para ser honesta, Alexander era un chico atractivo, pero eso no excusaba cómo se sentía o como se comportaba alrededor de él. No es como si nunca hubiera visto un chico guapo. ¡Por Dios, su propio novio era uno!

Daniel. Daniel seguía siendo su principal pensamiento todos los días, a pesar de el dolor que se instalaba en su pecho ante su recuerdo.

Daniel... ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría bien? ¿La extrañaría, aunque sea la mitad de lo que ella lo extrañaba a él?

Tanya cerró los ojos con fuerza sintiendo un ligero vacío en el corazón. Podía verlo perfectamente tras los parpados, su imagen estaba grabada en su mente a detalle. Dejó sus manos vagar libremente por su cuerpo. Por sus brazos, por sus pechos, por su vientre...

Lo extrañaba tanto... Extrañaba acostarse a su lado en la oscuridad y hablar de cualquier cosa, extrañaba pelear con él por tonterías, extrañaba que le cantara para dormir, extrañaba oír su voz, extrañaba su boca, y sus manos...

Lentamente la mano que tenía sobre el vientre fue resbalando más al sur. La mente de Tanya estaba inundada con imágenes de ojos verdes, brazos con tatuajes de fuego y... otras partes del cuerpo. Y cuando sus dedos tocaron su punto más sensible, no pudo reprimir el jadeo que salió de sus labios. Así la tocaría él... La besaría...

Las caricias de Tanya iban subiendo de intensidad, y todo era Daniel. En su mente todo era Daniel.

Le acariciaría los pechos... la tocaría con fuerza... le lamería la piel con tortuosa lentitud...

Gemía sin control, mientras se tocaba en círculos. La cabeza aún apoyada en la pared y el agua cayendo sobre ella.

Las cosas que sabía hacer con esa lengua... la manera en que sus manos se sentían sobre toda ella...

Sintió aquella deliciosa tensión empezar a formarse bajo el movimiento de sus dedos, al mismo tiempo que sentía el escozor de las lágrimas en sus ojos.

Daniel haciéndoselo con rudeza... sus gruñidos de placer... su manera desesperada de besar...

Tanya gimió fuertemente mientras explotaba en placer. Se dejó resbalar al suelo del baño, totalmente exhausta mientras su corazón latía a mil por hora. El agua hirviendo la cubría por completo y Tanya apoyó la barbilla sobre sus rodillas. Las gotas se confundían con sus lágrimas.

Se sentía tan...vacía, tan sola.

Ojalá estuvieras aquí...

Tanya se levantó tambaleante del suelo y cerró la llave del agua. Era momento de seguir adelante.

Tomó una de las toallas blancas que había en la repisa y se secó con ella. Afuera el baño estaba totalmente empañado y hacía frio, la temperatura de Monterrey era mucho más baja que la de Cancún. No había llevado ropa, así que se enrollo la toalla alrededor del cuerpo y salió al cuarto. Ignorando el frio, caminó hacia aquel closet que era más grande que su casa y escogió al azar una de aquellas imprácticas prendas que llamaban vestidos. Después en un cajón encontró la ropa interior.

Rápidamente se puso la ropa y después se sentó a la cama a secarse el cabello con la toalla.

No estaba de humor para salir del cuarto, así que no lo iba a hacer. Probablemente estaba jugando con fuego, de cualquier manera, en cualquier momento iría a verla aquel chico...

¿Qué pasaría cuando él quisiera más? Después de todo, Regina era su novia... era normal que quisiera tener sexo con ella.

Tanya negó con la cabeza espantando aquellos pensamientos. Era demasiado pronto para que él quisiera eso, ya se las arreglaría cuando llegara el momento de enfrentarse al problema.

Mientras, sólo necesitaba dejar de mandar ese tipo de señales y para eso, necesitaba controlarse delante de él.

Sí, eso es lo que haría.

Ahora sólo quedaba esperar y en cualquier momento entraría por esa puerta...

.......

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