"Me desperté esta mañana y toqué nuestra canción, y a través de mis lagrimas, canté"
-Goodbye, Miley Cyrus-
1 día después...
Tanya despertó por segunda vez consecutiva en la cama de una habitación desconocida.
Al abrir los ojos, soltó un gemido de dolor. Dios, la cabeza le iba a explotar. Con mucha fuerza de voluntad, se sentó trabajosamente y miró a su alrededor. La habitación esta vez era diferente, recordaba que la habían llevado a otro hotel después de que le diera un ataque de histeria y la obligaran a tomar pastillas para dormir.
Con esfuerzo se puso de pie y al primer paso que dio se tropezó, cayendo al piso. Estaba frio. Decidió quedarse ahí.
Todo a su alrededor estaba sumido en la oscuridad y en el silencio, estaba completamente sola, para bien o para mal. Tanya no recordaba haberse sentido nunca tan impotente como en ese momento en el suelo de ese cuarto desconocido.
¿De qué serviría llorar? Si nada arreglaría.
¿De qué serviría gritar? Si nadie le haría caso.
¿De qué serviría moverse? Si la tenían atada de manos.
¿Y de que hubiera servido suplicar? Si ese hombre ya había dejado claro que no conocía la compasión.
Por primera vez en mucho tiempo sintió miedo...
Lo que sea que hagas, no tengas miedo a la oscuridad, recordó de repente la letra de una canción que había compuesto con Daniel.
Daniel... ¿Qué estaría haciendo? Ya se habría dado cuenta de que no estaba... Valía la pena estar asustada si él estaba bien... él hubiera hecho lo mismo por ella. Daniel siempre era fuerte, fuerte y valiente y siempre le había dicho a ella que tenía que aprender a serlo también, que eso era lo más importante.
Y en ese momento lo único que le daba fuerza era pensar en él.
Lo que sea que hagas, no tengas miedo a la oscuridad.
Tanya se puso de pie apoyándose en la cama, y caminó hacia la puerta del baño frente a ella. No tenía idea de la hora, pero probablemente sería mejor empezar a prepararse como le había dicho el hombre el día anterior, debía estar cerca.
Recordaba como el día anterior había estado a sus pies...
-¿Qué es lo que debo hacer?- susurró e incluso a sus oídos su voz sonó resignada.
-Desearía que las cosas hubieran sido...
-¿Qué es lo que debo hacer?- repitió Tanya sin levantar la vista, inmóvil. No quería escuchar palabras vacías.
-Primero que nada, debe lucir más como ella. Después la llevare de vuelta a algún hotel donde pueda quedarse hasta que mañana temprano se le pase a buscar para ser llevada a mi casa - dijo el hombre -Creo que debería saber de una vez que ya no está en Cancún.
Tanya entró al baño con la cabeza baja y encendió la luz. Cuando levantó la cabeza y se vio en el espejo del lavabo sintió ganas de golpearlo con el puño, o mejor, golpearse a sí misma.
El largo cabello que solía llegarle hasta la cadera ahora le llegaba apenas a los hombros, también los mechones de colores habían desaparecido dejando su cabello del pálido castaño claro de su tono natural. Como añadido tenía la piel amarillenta y ojeras.
-Ha perdido la memoria, eso es lo que vamos a decir. -dijo el hombre- Despertó en una cabaña de la que usted no sabe nada, y lo único que recuerda es que la encontraron ahí. Si alguien le intenta hacer más preguntas, solo diga que le duele la cabeza-
Tanya había asentido mecánicamente...
Tanya sacudió la cabeza cuando el dolor de cabeza se intensificó. Aparentemente no tendría que fingirlo, realmente no recordaba mucho después de haber subido a aquella camioneta el día anterior.
Finalmente decidió que no podía aplazar más lo inaplazable, así que tomó de encima del wc la ropa que se suponía debía ponerse para la "gran aparición". Un vestido rosa, genial.
Mientras se quitaba la blusa negra y el pantalón de cuero que había llevado desde hacía dos días, pensaba en Daniel. El tener que separarse de él le causaba dolor físico... Pero era más importante que él estuviera vivo. Ya encontraría la manera de salir de esa. Pronto.
Se escaparía después de un tiempo o quién sabe, tal vez aquel niño de papi se cansaría de ella.
Mientras, solo esperaba que Daniel estuviera bien, que no hiciera muchas tonterías.
Terminó de ponerse el vestido, se acercó al lavabo y se enjuagó la cara con fuerza, tallándose las mejillas y los ojos. Después salió del baño sin verse de nuevo en el espejo.
Tanya miró al alrededor del pequeño cuarto a oscuras, reparó en que había una pequeña ventana en la pared y caminó hacía ahí. El piso se sentía tan frio como el hielo y le atravesaba la piel hasta llegarle a los huesos, o tal vez solo ella lo sentía así. Hizo a un lado la cortina, e intentó abrir la ventana. Cerrada.
De cualquier manera, a través del vidrio podía ver que estaba en el segundo piso del motel. Frente a ella había una calle sucia y desierta, y casas pequeñas y humildes. Parecía un barrio pobre, sin embargo, nada que ella reconociera porque eso no era Cancún. Era Monterrey, Nuevo León.
El hombre le había explicado que mientras estaba dormida la habían llevado en un avión, privado suponía, hasta ahí.
Jamás nadie la iba a encontrar...
Aunque en realidad quién lo intentaría siquiera. Daniel. Daniel y quizás los chicos. En cuanto a su madre... daba gracias si se enteraba siquiera que ya no estaba por la casa.
Mientras miraba como en el horizonte una débil luz anaranjada iba apareciendo en la gran extensión azul, pudo ver por primera vez en su vida la silueta de una montaña en la lejanía, podría haber sido una vista hermosa...
El sonido de una camioneta negra deteniéndose frente al edificio la sacó de su trance. Ya estaban ahí.
Dándose la vuelta, fue a buscar los delicados zapatos blancos que le habían dado. Se los puso mientras miraba los desgastados converse negros que tanto amaba, los que Daniel le había regalado hacía
Y mientras tocaban la puerta de la habitación, esperándola. Supo que no los podía llevar con ella ahí donde iba.
Se paró de la cama y caminó hacia la puerta, dejando atrás una de las cosas que más amaba, aquellos desgastados zapatos.
.......

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Twisted Fate
Romance"Por supuesto que te haré daño, por supuesto que me harás daño, por supuesto que nos haremos daño el uno al otro, pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a s...