6. HEAVEN

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"¿Está bien si me salvo a mi mismo y si limpio mi propio desastre?¿Es eso suficiente? Porque he tenido suficiente."

-Heaven or Hell, CHVRCHES-


La luz de la luna entraba por el gran ventanal de la biblioteca e iluminaba al reluciente piano de cola con una misteriosa y mágica tonalidad creando alargadas sombras en el suelo. Así como también iluminaba el bello rostro del joven que tocaba distraídamente la misma nota una y otra vez con la mirada perdida, dando una apariencia fantasmal a su ya de por sí pálida tez.

Regina...

El dolor en su pecho se intensificó al pensar en su nombre.

Había perdido la cuenta de la cantidad de días que había pasado encerrado ahí en la biblioteca. Pero era el único lugar de la casa donde podía simplemente dejarse ir y no pensar en nada. Siempre había sido su lugar predilecto, y antes le había agradado tomar un descanso en los grandes sillones mientras disfrutaba de un libro o sentarse a tocar melodías en su piano...

Ahora solo se sentaba en el banco, dejaba a su mente quedarse en blanco y tocaba piezas por inercia. Sin sentir. Porque cuando dejaba a su cerebro conectarse de nuevo, siempre sucedía lo mismo. Aparecía aquella familiar opresión en el pecho que crecía más y más hasta que no podía manejarla. Y entonces se daba cuenta de la realidad, la realidad de que estaba solo. Completamente solo.

Alexander salió de su ensimismamiento al escuchar la puerta de la biblioteca abrirse a su espalda.

Había una única persona en esa casa que entraba a la habitación sin antes preguntar...

-Padre- dijo Alexander sorprendido, levantándose del banco para encararlo. Efectivamente, Yegor Lébedev acababa de entrar a la habitación y estiraba el brazo para accionar el interruptor de luz. Con el ceño ligeramente fruncido, Alexander lo observó cerrar las puertas dobles a su espalda.

Su padre se acercó con paso largos hacia el gran sillón color crema y se apoyó con ambas manos en el respaldo. Ahí se limitó a mirarlo fijamente con aquellos penetrantes ojos grises, tanto tiempo que Alexander finalmente tuvo que desviar la mirada.

No había visto a su padre desde que Regina había desaparecido...

Cada día de los que había pasado en la biblioteca, su nana Clara había tocado suavemente a la puerta para llevarle comida a las horas o para ponerle abrigos, para decirle que fuera dormir e incluso para sentarse en silencio junto a él en la oscuridad... pero su padre nunca se había aparecido por ahí, ni una sola vez. Se limitaban a compartir la misma casa, la convivencia no era obligatoria para su padre.

Así que, en ese momento, ahí se encontraban uno frente al otro, separados por unos 4 metros de distancia. Y Alexander sentía el peso de aquella mirada como si estuvieran a 10 centímetros.

Conociéndole, probablemente había ido a llamarle la atención por no haber estado siguiendo su tratamiento regularmente...

-No has estado tomando el tratamiento- escuchó a la grave voz de su padre decir.

Así que había resultado ser la primera opción...

Alexander levantó la mirada, su padre lo observaba con aquella extraña expresión en la cara.

-Lo lamento... supongo que he perdido la noción del tiempo- contestó Alexander después de unos segundos de silencio. Su padre alzó las cejas en una incrédula mirada.

-Deberías ser capaz de cuidar de ti mismo, Alexander- dijo severamente.

Alexander se pasó nerviosamente una mano por los sedosos mechones de cabello. Debería ser capaz de muchas cosas de las que no era capaz...

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