"El verano vino y se fue, el inocente nunca puede durar. Despiértame cuando acabe Septiembre"
-Wake me up when september ends, Green Day-
Tanya se encontraba recostada en la cama jugando con su cabello, observando el tono castaño y soso sin colores, metiendo sus dedos entre los mechones y deshaciendo los nudos. Una y otra vez. No estaba segura cuantas horas llevaba así.
Si prometes no llorar más, te compondré una canción... susurró Daniel.
Ese día no había soltado ni una sola lagrima. Por primera vez desde que había llegado a ese lugar. Tal vez había llegado al límite de su capacidad de llorar y ese día era diferente, lo podía sentir. No como si ya no doliera, más bien como si todo hubiera dejado de tener importancia... ¿Qué más daba todo?
Tanya siguió desenredando su cabello, envuelta entre las sabanas. Se detuvo un momento para alargar la mano hacia el vaso de agua que estaba en el buró, y darle un trago.
Cuando había abierto sus ojos en la mañana, aquel chico ya no estaba. Aunque claro, no es como si hubiera esperado que se quedara. Tanya sintió una molesta sensación al pensar en lo que había pasado el día anterior ¿Enojo? ¿Vergüenza? No podría decirlo a ciencia cierta, pero era más que nada incómodo. Había experimentado aquella extraña situación en que un extraño la hubiera visto en un momento de debilidad... y también se sentía un poco molesta consigo misma, porque lo había dejado quedarse ahí, a él...
Un ligero golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos.
Tanya inmediatamente dejó de jugar con su cabello. Sabía de quién se trataba incluso antes de verlo. Se había estado preguntando si él se atrevería a volver de nuevo. Y ahí estaba, exactamente en la misma posición del día anterior, con una mano aun en el pomo de la puerta y con la otra sosteniendo un plato.
De nuevo dudó unos segundos antes de entrar a la habitación y al verla observándolo, sonrió ligeramente, sonrojándose.
-Veo que estas despierta- dijo él, con una voz increíblemente suave, mientras asentaba el plato sobre la mesita al lado de la cama. Eran una especie de crepas con mermelada encima.
Tanya carraspeó ligeramente.
-Mmm, si- dijo ella, sonando espantosamente ronca.
Él la observó con los labios ligeramente abiertos y los ojos grandes, como si hubiera dicho la cosa más maravillosa del mundo. Tanya se dio cuenta que era la primera vez que ella le dirigía la palabra, desde que había llegado hacía dos semanas... ¿o tres semanas?
-Eh... Alexander...-dijo ella dubitativamente, mientras se incorporaba ligeramente. Él soltó un pequeño jadeo, mirándola con una expresión de completa sorpresa y felicidad... Tanya sintió aquella incomodidad de nuevo. - ¿Qué día es hoy? -
Él la observó por un momento más antes de reaccionar.
-Oh, sí- dijo mientras sonreía- Hoy es martes, 17 de septiembre-
17 de septiembre. Tanya parpadeó varias veces al escuchar la fecha, había algo... Y entonces recordó.
Tanya sintió como algo frío recorría su cuerpo desde la cabeza hasta la punta de sus pies exprimiéndole el estómago de paso. Una sensación de vértigo la llenó y solo sintió cuando dos manos la sostuvieron en el momento que perdió las fuerzas y casi cayó de la cama.
17 de septiembre era el aniversario de la muerte de los padres de Daniel... y ella no estaba ahí para él.
- ¿Regina, estas bien? - dijo aquel chico mirándola a los ojos con extrema preocupación.
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Twisted Fate
Romance"Por supuesto que te haré daño, por supuesto que me harás daño, por supuesto que nos haremos daño el uno al otro, pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a s...