"No quiero salir de esta habitación, se siente como si la gravedad fuera un imán hacia ti. Quiero que te acuestes conmigo, no sé a dónde va esto, cada vez que nos tocamos es oro"
-Lay With Me, Vanessa Hudgens-
La oscuridad los consumía de nuevo, desaparecían en el vacío que los rodeaba. Y ella no podía hacer nada para salvarlo.
Daniel.
Avanzaba, pero no se movía de su lugar, y él estaba cada vez más lejos. Le gritaba para que no se alejara más de ella, pero él no la escuchaba.
Daniel.
No quería perderlo... no quería que la dejara. Todo a su alrededor estaba lleno de sombras que querían llevársela lejos...
¡Regina! Escuchó la voz de un ángel gritar, pero no sabía de dónde salía. Daniel ya no estaba. Se había ido para siempre...
-Regina, ¡despierta! - la llamó la voz desesperada de Alexander mientras le sujetaba la cabeza.
- ¡Daniel! - salió la palabra de sus labios antes de poder contenerse, despertándose como si le hubieran echado agua fría. Tanya sintió que la sangre se le helaba en las venas al darse cuenta de lo que había dicho.
Sin embargo, Alexander la miraba con el rostro lleno de preocupación, no parecía haberla oído...
Tanya miró el cuarto oscuro a su alrededor. Recordó donde estaba, recordó que hacía ahí y explotó en llanto. ¿Cuánto tiempo más podría aguantar? ¿Cuánta fuerza más tenía?
Llevaba teniendo las mismas pesadillas desde que había llegado a ese lugar. Eran tan reales, y la estaban matando lentamente.
La puerta de la habitación estaba abierta como si hubiesen entrado apresuradamente. La presencia de un Alexander en pijama con el cabello revuelto confirmaba sus sospechas.
-No llores, por favor- susurró él mientras le sujetaba el rostro observándola con una gran angustia, parecía como si estuviera a punto de llorar también- Por favor, Regina. Dime qué puedo hacer-
Si tan sólo supiera...
Tanya levantó la vista hacia aquel chico delante de ella y observó aquella mirada preocupada e ingenua, ajeno al hecho de que él mismo era la causa principal de su sufrimiento. Y en una ironía del destino, se dio cuenta de que lo necesitaba en ese momento.
En el tiempo que llevaba ahí había aprendido que ese niño era la única cosa buena a la que podía aferrarse... prácticamente podía ver el halo sobre su cabeza, como si fuera inmune a la oscuridad que lo rodeaba. Tal vez le podía compartir un poco de su luz.
Dios sabía que necesitaba de algo bueno en ese momento.
- ¿Puedes quedarte conmigo? - preguntó casi contra su voluntad con la voz quebrada, y por alguna razón la pregunta solo desató más lágrimas de su parte.
¿Dónde había quedado la Tanya valiente y fuerte? Había dejado esa parte de sí con Daniel...
Alexander estaba arrodillado en la cama frente a ella y le acariciaba suavemente el cabello. Tanya levantó la vista hacia aquellos bellos ojos y deseo poder fundirse en ellos. Deseo poder ser como él, y ser ajeno a todo el sufrimiento que había alrededor, poder vivir en aquella fantasía de felicidad...
-Siempre. - susurró él como si estuviera prometiéndolo, y empezó a bajarse de la cama – Voy por el libro...-
-¡No!- dijo Tanya sorprendiéndose hasta a sí misma, pero no quería que las sombras empezaran a perseguirla de nuevo. Las manos empezaron a sudarle con solo pensar en quedarse de nuevo sola en la oscuridad de aquel cuarto, de aquel lugar...

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Twisted Fate
Romance"Por supuesto que te haré daño, por supuesto que me harás daño, por supuesto que nos haremos daño el uno al otro, pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a s...