"Reclinada en el asiento con la ventanilla abierta, a 80 kilómetros por hora y la radio alta. Las mismas canciones con los mismos viejos ritmos, me dicen que me lo saque de la cabeza y me aparte de las luces."
-Drive, Oh Wonder-
En la vieja camioneta de Daniel, viajaban por la zona hotelera de regreso hacia casa. Ella adelante con Daniel mientras los chicos tonteaban atrás con los instrumentos. Tanya observaba medio adormilada por la ventana las luces de los edificios y hoteles que se encontraban del otro lado del campo de golf por el que pasaban. Daniel conducía a 80 Km/h, que era lo máximo que su carcacha negra le permitía, el aire le daba de lleno en la cara haciendo que su largo cabello flotara por todos lados enredándose. Cerró los ojos disfrutando de la fresca noche.
Amaba Cancún, era caluroso y soleado, sí, pero había ciertas noches frescas y largas justo como aquella y no había mejor lugar para pasarla que la zona hotelera, con todas esas mágicas luces que te hacían sentir que todo podía pasar, que podías ser quién quisieras, que le recordaban que era joven, libre...
-Sabes que no deberías tener la ventana abierta, estás enferma ¿no? - dijo Daniel sin voltear a verla, con una mano en el volante y la otra apoyada en la abertura de la ventana.
-Si.
-Supuse que esa seria tu respuesta-
Después de ese pequeño intercambio condujeron en un cómodo silencio, escuchando la música, cada uno sumido en sus pensamientos, y sin darse cayó dormida, despertando solo cuando Daniel se estacionaba en frente de la casa de Diego.
-Son las 2 de la mañana, ¿Quieres que te lleve a tu casa? - preguntó de pronto Daniel sacándola de sus pensamientos cuando dejaron al último de sus amigos. Una sonrisa maliciosa empezó a extenderse en su cara. - ¿O prefieres quedarte conmigo? –
Tanya soltó una risa que sonó cansada.
-La verdad prefiero quedarme contigo hoy, me siento de la verga e ir a mi casa solo hará que me sienta peor-
Daniel simplemente asintió.
Sin darse cuenta, volvió a dormirse los 20 minutos de recorrido hacia el departamento donde vivía Daniel. Despertó cuando él abrió la puerta del acompañante y la sacudió suavemente del hombro.
Tanya bajó aturdidamente de la camioneta. Se encontraba estacionada a una esquina de los humildes edificios de 3 plantas donde vivía Daniel. Pintados de un mortecino color café y con manchas de humedad.
No podía sentirse más aliviada de estar en casa finalmente.
Daniel vivía en el último piso, así que ambos caminaron y después subieron las escaleras en silencio. Tanya se sentía peor a cada segundo, tenía la sensación de que estaba empezando a tener fiebre y se sentía muy débil. La verdad es que estaba aliviada de que Daniel le hubiera ofrecido que se quedara con él. Probablemente su madre estaba con algún cliente en la casa, y enferma como estaba no tenía fuerzas ni ganas de escuchar personas ni cogiendo ni peleando.
Finalmente llegaron a la 3° planta del edificio y Daniel sacó la llave del bolsillo de sus jeans. Cuando abrió la puerta, lanzó su chamarra a una esquina, asentó su guitarra en el suelo y se metió al baño.
La pequeña habitación de Daniel estaba pintada de un oscuro color verde; ella misma había pintado, ya que Daniel pensaba dejarla totalmente blanca cuando había rentado el departamento hacia poco más de un año. Constaba del espacio para el cuarto, un diminuto espacio para la cocina en la pared opuesta, y un baño. Daniel tenía únicamente un colchón matrimonial en el suelo con sabanas revueltas encima, una mesa con cajones donde guardaba su ropa, 2 sillas en la meseta de la cocina, un pequeño frigorífico y una estufa con un solo quemador. Como siempre, había ropa tirada por todo el cuarto.
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Twisted Fate
Romance"Por supuesto que te haré daño, por supuesto que me harás daño, por supuesto que nos haremos daño el uno al otro, pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a s...