"No me gusta cómo te está mirando, estoy empezando a pensar que tú también lo quieres"
-Jealous, Nick Jonas-
No. Se negaba rotundamente a pedirle disculpas. Simplemente no iba a suceder.
Tanya miró por enésima vez al asiento contrario del coche. Alexander aún observaba por la ventanilla con la mirada inexpresiva. Ni siquiera parecía consiente de que ella estaba ahí, al igual que durante toda la mañana después de que ella le hubiera gritado en el salón. ¡Dios, ni siquiera le había gritado! Solo le había pedido un poco de espacio. De verdad, si iba a ser su novia, Alexander tendría que acostumbrarse a ello por lo menos. No iba a pedirle disculpas.
Tanya se rascó el cabello con frustración. Por la ventanilla observaba las mansiones pasar rápidamente, anunciando que ya debían estar cerca de la casa de Alexander.
Esa sí que era una buena manera de empezar la escuela. Alexander apenas le había dirigido la palabra el resto de las clases. Se había comportado atento como siempre, pero muy distante. Y estaba muy segura de que no lo había visto sonreír. ¡Y Alexander era el señor sonrisas, por Dios!
Tanya checó una última vez. Sí, él seguía mirando por la ventanilla.
Finalmente llegaron al gran portón de la mansión Lébedev y el auto recorrió el camino cercado de árboles que llevaba hacia la casa. Cuanto el chofer detuvo el auto, Alexander salió enseguida del auto y espero porque ella bajara. Apenas Tanya estuvo de pie, el cerró la puerta y caminó rápidamente hacia la entrada.
-Estaré en la biblioteca si necesitas algo- dijo él dándole la espalda cuando ambos estuvieron en el vestíbulo. Y después la dejó sola en medio del gran salón.
Genial. Ahora ni siquiera la miraba.
Tanya subió lentamente por la escalera de caracol dirigiéndose hacia su cuarto, sintiéndose extrañamente nerviosa. Cuando cerró la puerta de su habitación detrás de ella, se lanzó enseguida hacia la cama enterrando la cabeza entre las esponjosas sabanas. Se dio la vuelta y se quedó mirando hacia el techo de la cama con dosel por tiempo indefinido.
¿Qué se suponía que hiciera ahora? Normalmente Alexander estaba con ella en todo momento. Estiró la mano hacia la mesita de noche, tomó el control remoto y encendió por primera vez la enorme tele de plasma que había en la pared de enfrente. Pasó uno tras otro, hasta que se dio por vencida.
Miró el reloj, ya eran las 5 de la tarde. Se dio cuenta de que aún no se había quitado el uniforme así que decidió darse un baño. Cuando salió, decidió ponerse un pijama; todo en el closet era demasiado elegante como para usarlo. Escogió uno de pantalones y manga larga con dibujitos de Mickey Mouse. Estaba segura de que nunca había usado algo tan infantil, pero que importaba, si nadie la iba a ver.
Después abrió la ventana para que entrara el aire y se acostó de nuevo a "ver" la tele. El estómago le rugía del hambre, pero lo ignoró. Cerró de nuevo la ventana porque había frío. Se acostó de nuevo a la cama a mirar el techo.
Las siete de la noche.
Así que finalmente Alexander se estaba dando cuenta de la situación.
Eso estaba... bien. Ese era el plan inicial, después de todo. Ella no podía librarse de él porque eso lo lastimaría y entonces Yegor cumpliría su amenaza; pero si Alexander decidía librarse de ella, si dejaba de idealizarla como lo hacía, entonces estaría bien... quizás Yegor la dejaría ir sin más. Nadie resultaría herido.

ESTÁS LEYENDO
Twisted Fate
Romance"Por supuesto que te haré daño, por supuesto que me harás daño, por supuesto que nos haremos daño el uno al otro, pero esta es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a s...