Capitulo 26

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JANE.

Subo los escalones a paso lento, casi arrastrando mis pies. Unos dos pisos más y llegare al apartamento que comparto con Noah.

Con cada escalón que subo trato de organizar mis pensamientos. Cuatro nombres revolotean por mi cabeza. Me concentro en Noah.

Necesito estar bien con Noah. Tenemos que hablar.

Vaya, ahora sí quiero conversar. ¿Por qué?

Un pensamiento fugaz me invade.

Es por Julian. Sabes que es por él.

Trato de analizar mis emociones ¿Estoy molesta con Noah? Dios, no sé autoanalizarme.

No estoy molesta con Noah. No exactamente. Pero sentí algo similar a la traición cuando supe que había estado con Carmen.

Que hipócrita soy.

Noah esta en todo su derecho de estar con quien quiera. Así como yo de cierta forma, estuve con... Julian.

Pensar en Julian me acelera el corazón.

Resoplo.

Esto no es usual en mí.

No soy una adolescente.

Tengo que parar.

Es tarea difícil.

¿Por qué Julian luce como un maldito Dios griego?

¿Por qué tiene que ser como un Dios pagano del sexo?

No soy ilusa. Sé que Julian está calando profundamente en mí. De la manera en la que ningún hombre lo ha hecho. No estoy enamorada. No me he enamorado y ni siquiera estoy segura si algún día lo haga. Simplemente no soy de esas mujeres. Pero tampoco puedo engañarme. Algo sucede aquí. Y mi corazón me lo restriega con cada vibrante latido.

Julian tenía razón. Un buen orgasmo relaja. De no ser por eso mis pensamientos estarían centrados en el montón de problemas que me rodean. Específicamente por culpa de Tony. Rick tiene que estar vivo, llego a esa conclusión porque Tony hubiese buscado la manera de hacerme llegar su cuerpo.

Suspiro. Maldita sea. Tengo que dar con Rick. Tiene que haber algún modo. Tengo que hablarlo con Julian.

Julian.

¿Cuántas veces me había venido con la boca de julian? ¿Con sus manos?

Aquí voy de nuevo.

Un calor familiar se instala entre mis piernas. ¿Qué me ocurre? Nunca había sentido algo así. Cierro mis ojos y juro que puedo verlo. Allí entre mis piernas, mirándome con esa sonrisa blanca y burlona a punto de usar esa lengua ágil para llevarme al límite.

Resoplo. Ya basta.

Tuve que salir de allí cuando se instaló a hablar con Zara. Yo sobraba. Tengo que ser realista. Literalmente la mujer me miro como si fuera una asquerosa mosca en su sopa. Ellos tenían o habían tenido algo. La segunda opción era la más probable porque Julian lucia indiferente ante el hecho de que nos había descubierto. Bueno, Julian siempre lucia indiferente. O molesto. Con esa cara de no-jodas-conmigo.

Mantelo realista.

Me auto aconsejo. No soy nada para Julian. Y Julian. Bueno, solo era alguien que me había dado la mejor puta experiencia de mi vida.

La esquina de mi boca se levanta en un intento de sonrisa. Meto la llave pero otra puerta se abre. Cuando volteo allí esta Carmen.

Mierda. ¿Acaso duerme en su puerta a la espera de que Noah salga? Es algo deprimente.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora