Mientras Avery se deshacía de su ropa, Tony hacía lo mismo, quedando únicamente con un bóxer Armani azul oscuro. Fue a la barra y preparo tres tragos. Esta vez aplico una leve dosis de Popper a su bebida.
Adriana notaba que algo sucedía en su cuerpo. Su corazón acelerado, un ligero calor que se expandía por toda su piel y esa sensación de euforia que crecía a cada segundo se lo señalaban.
―¿Anthony, que demonios sucede? ―se atrevió a preguntar con la poca fuerza de voluntad que le quedaba y que ya se le escabullía de las manos.
Tony sonrió, acercándose. ―Querías divertirte. Eso querías cuando accediste a venir conmigo ¿no? Eso haremos. Nos divertiremos.
Avery caminó hasta la cama mostrando su esbelto cuerpo en todo su esplendor. Quito los tragos de la mano de Tony y vació su copa. El otro se lo ofreció a Adriana pero ella no lo acepto, negando con la cabeza.
―Tómalo ―ordeno Tony.
―Vamos, preciosa ―pidió Avery sonriéndole.
La temblorosa chica lo pensó por unos segundos sintiéndose confundida y finalmente obedeció. Sentía que si le pedían que se lanzara por el más alto de los puentes, lo haría.
―¿Has estado con una chica antes? ―pregunto Avery.
―No ―respondió mirándole el cuerpo.
Nunca había sentido atracción hacia las mujeres, pero Avery tenía un cuerpo precioso, el cabello negro liso llegaba casi a su cintura. Pechos operados de buen tamaño y una cintura envidiable. Su piel bronceada y los labios llenos eran seductores. Calor. Adriana tenía mucho calor.
―Desnúdala.
Ante la orden de Tony, Avery sonrió entusiasmada, le saco las braguitas a Adriana dándole un vistazo a su sexo, luego se colocó a horcajadas sobre ella y desabrocho su sujetador. Aprovechando cada roce de sus cuerpos. Tony las miraba impaciente.
―¿Qué quieres que haga? ―pregunto juguetonamente Avery a Tony, pero mirando a la chica. Queria besarla. Saborear cada centímetro de esa preciosa piel. Y ella también lo deseaba. Siempre lo deseaban.
―Follala ―respondió él.
Bien. A Avery también le gustaba ir directo al grano.
**
Horas después….
Jane:
Por décima vez le pregunto a Julián que demonios es que lo que tiene que decirme. Muero por saber que tan ―buena― es esa noticia. Y él responde lo mismo “espera”.
Entramos a lo que mi nuevo compañero llama hogar temporal, aunque no me lo parece. Si yo estuviese solo por unas semanas o incluso meses aquí no me molestaría en sacar ni una sola pertenencia de las cajas. De hecho ni trasladaría cajas. Una bolsa con algo de ropa bastaría. Tampoco colocaría ni un maldito cuadro en la pared. Pero Julián sí. Y eso señores… es como ser obseso del control.
Un par de cajas vacías están apiladas en una esquina de la amplia sala. Detallo el pulcro lugar. Joder. Julián es el hijo soñado de Ellie Stevens.
―Bonito lugar ―murmuro continuando con mi escrutinio.
Es sencillo pero elegante. Sofás negros de cuero ocupan la sala, una mesa de madera del mismo color y sin ningún tipo de adorno le sigue y luego está el plasma negro gigante. Idéntico al que Noah y yo tenemos en casa. Las cortinas también son negras. ¿Qué tiene este hombre con ese color? Por lo menos las paredes tienen un suave color gris.
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Mi Chica Ruda
RomanceJane Stevens "La marimacha Stevens" una chica ruda, es necesario serlo o no durarías ni un solo día en el FBI. Todos piensan que es lesbiana y a este punto... hasta ella misma lo duda. Ya olvidó cuando fue su última cita, ya olvidó como besar a un c...