Capitulo 33: Jack.

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*Si eres amante del cine, tienes que saber que en todas, TODAS las persecuciones destruyen un puesto de frutas xD*

JANE

Alguien me sigue.

He girado el vehículo tres veces y el auto sigue allí, sin perderme rastro, guardando distancia prudente, tratando de camuflarse entre el tránsito. Decido ponerle fin y estaciono. Por el retrovisor observo que me imita.

Velozmente me bajo y mientras camino trastabillo porque, además de que siento mi entrepierna arder -casi haciendo que camine como un jodido pingüino- los pantalones de Julian me quedan tan grandes que la tela se enrolla en mis talones.

Ni siquiera me puse un cinturón. Aprieto la cintura del pantalón con una mano mientras que con la otra ajusto el agarre de mi arma.

-Bájate del auto -le ordeno a un hombre de unos treinta años.

Baja el vidrio para escucharme.

- ¿Disculpe? -además finge que está leyendo el periódico.

- ¡Que te bajes del maldito auto!

Él me mira. Obviamente haciéndose el inocente. Planea seguir "leyendo" pero cuando levanto mi arma y lo apunto, su cara cambia. Abre la puerta con fuerza, golpeándome, tirándome al suelo y empieza a correr.

¡Oh, mierda!

Lucho contra la incomodidad de mi cuerpo, me levanto y empiezo a correr aunque los pantalones de Julian son una gran, inmensa desventaja. A pocos metros concluyo que no tengo posibilidad de alcanzarlo de este modo y no es una opción para mí dejarlo escapar. Solo tengo una opción. Mierda.

Me saco los pantalones.

No llevo ropa interior.

La camiseta de Julian al menos me cubre el trasero.

Claro, estando en movimiento no puedo estar segura de eso.

Empiezo a correr como si estuviese compitiendo en las olimpiadas. Me convierto en Jane Bolt y el sujeto, cuando mira hacia atrás y ve lo que me he podido acercar impone más velocidad.

¡Maldición!

Las personas se quedan mirándome, algunas sorprendidas, algunas divertidas, mientras corro, solo eso hacen: mirar. Miran mis piernas y deduzco que también otras partes de mí en las cuales prefiero no pensar. Es vergonzoso pero cada paso que doy, mi vientre bajo arde, mi entrepierna escuece.

¡Joder, y como duele! Más de dos años sin sexo y después tener semejante maratón tiene sus consecuencias.

Y valió la pena cada segundo.

El tipo pasa por un puesto de frutas y tira por completo el estante al suelo, fijando un obstáculo y haciendo rodar toda clase de frutas y hasta verduras por el asfalto.

El dueño grita y reclama.

Tomo en mi mano izquierda el arma y agarro unos tres melones de buen tamaño, lanzo el primero con fuerza, sin dejar de correr. Fallo y le pasa a unos centímetros de la cabeza. El segundo lo arrojo a la altura de su espalda, la fruta casi revienta y por poco lo tumba. El último lo aviento a sus piernas, trastabilla y finalmente se desploma.

¡Bingo! Lanzo un gancho victorioso al aire cuando lo alcanzo tirado en el suelo, lo reviso sin dejar de apuntarle en ningún momento.

Él hace ademan de levantarse para correr de nuevo. Gruño.

-No lo hagas o juro que te disparo. -lo amenazo-. No es fácil correr con la vagina en llamas.

Su cara se arruga y me mira la entrepierna que creo -desde donde esta tirado- puede ver a la perfección. Él parece comprender la situación y se queda allí, mientras yo uso el móvil que acabo de quitar de sus bolsillos y pido ayuda. No puedo ir a ningún lado con esta vestimenta.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora