Noah ni siquiera se molestó en responder los saludos joviales de la familia de Jane, quienes estaban aglomerados en la cocina, ansiosos apurando a Ellie para que sirviera la cena. Él simplemente fijo su mirada en Jane, como si solo ella estuviese en el lugar.
Todos lo observaban, y sin pudor lo miraron como un bicho raro, extrañados, enarcando sus cejas. Excepto Jack quien se propuso a darle otro largo trago a su cerveza. Obviamente Noah no estaba en su estado normal, ya lo conocían. Y nadie dijo nada, tampoco Jane, quien incluso no ofreció resistencia cuando la agarró de la caderas y la coloco sobre su espalda como si fuese un saco de patatas.
― ¿Se puede saber qué haces? A parte ser escalofriante, claro. ―Preguntó Jane justo cuando la deposito en el sillón del patio trasero.
Noah respiró pasando la mano por su cabello, casi tirando de él.
― ¿Qué hace ese tipo aquí, Jane?
― ¿Sabes? Esa conducta psicópata acaba de bajarte otro punto. Ahora mismo no eres más que un vulgar siete ―Luego Jane se puso de pie. Ella odiaba el drama. Ese tipo de drama, el sentimental. Era una mujer sencilla, simple, franca. Pero últimamente las conversaciones con Noah eran toda una odisea.
― ¿Hablas en serio? ¡Noah basta ya! Sé que no te agrada Julian pero trabajo con el.
― ¿Lo trajiste aquí solo para molestarme cierto? Sabías que vendría.
― ¿Cómo carajos iba a saber eso? ¡Se suponía que en estos momentos estarías en una cita! ―recalcó― ¿Qué haces aquí? Normalmente las citas tuyas pueden durar hasta una noche completa. ¿Tienes algún tipo de... problema?―la mirada de Jane se posó en su entrepierna con descaro.
Noah resoplo. Que cínica podía llegar a ser su amiga. Aunque tenía que reconocer que sí tenía un problema. A duras pena pudo terminar lo que había empezado con su vecina, y Jane nunca había salido de sus pensamientos. Era hasta humillante reconocerlo.
―¡Mi cita! ¿Quieres saber de mi cita, Jane? Creo que ya sabes lo suficiente.
Un pequeño rubor se extendió por las mejillas de ella ante la acusación. ― ¿Sabes de que te hablo, no? –Continuó- ¡Pude morir! Sabes que no puedo comer mariscos, no tolero las almendras. Ni siquiera tomo vino. ¿De dónde crees que saco Carmen todas esas ideas? Son muchas cosas para ser simple coincidencia ¿no lo crees?
El silencio de Jane solo hizo que la confianza de Noah aumentara.
―¿No dices nada? ¡Querías que todo saliera mal! Querías arruinarlo. Admítelo.
Noah se colocó a pocos centímetros de Jane. Frente a frente, sus ojos se conectaron con provocación, retándose, y ninguno estaba dispuesto a reconocer ciertas verdades. Noah aún tenía un enorme moretón en su rostro y Jane ni hablar.
―Eso es ridículo ―respondió con suavidad pero firmeza. ¿Acaso este día nunca iba a terminar? ―Y tengo que irme, lo siento. Solo vine a buscar la comida. Ahora mismo no tengo tiempo para esto.
Noah considero besarla. No comprendía la ganas locas de besarla que lo investían y además quería recordarle que SI había algo allí. Algo que solo ambos podían compartir. Pero tenía que ir suave. Jane no estaba acostumbrada a eso. Mierda. Ella ni siquiera sabía cómo era salir o tener novio. Tampoco era muy abierta con sus sentimientos. Si él quería hacer las cosas bien, tendría que darle su espacio.
Aliviada de que Noah no insistiera, Jane se dispuso a buscar la cena y salir disparada de allí lo más rápido posible, para encontrarse con el horror de ver a Julián dentro de su casa. Nina acababa de abrirle la puerta.
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Mi Chica Ruda
RomanceJane Stevens "La marimacha Stevens" una chica ruda, es necesario serlo o no durarías ni un solo día en el FBI. Todos piensan que es lesbiana y a este punto... hasta ella misma lo duda. Ya olvidó cuando fue su última cita, ya olvidó como besar a un c...