Capítulo 5: Durmiendo con el enemigo.

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Noah no sabía que pensar o decir, lo que la boca de Jane emitió era muy parecido a un gemido de placer, cosa que era imposible, quizás la calentura que tenía lo estaba confundiendo, quizás era un gemido de dolor.

–¿Te duele? ¿Te lastime? –preguntó quitando la mano del marcado trasero de Jane.

Ella quería desaparecer, esfumarse, que la tierra se abriera y la tragara. No pudo evitar soltar ese gemido cuando Noah estaba haciendo magia con sus manos, sí, SU AMIGO la tocaba de una manera tan delicada que era imposible no estremecerse. Ahora todo su cuerpo estaba caliente, anhelando más contacto y esta vez en todas partes. Pero estaba consciente que era momentáneo, que la sensación desaparecería en unas horas. Trataría de calmarse y Noah tenía que largarse de su habitación cuanto antes.

–Sí. La verdad... Me molesta un poco –mintió. Y lo haría mil veces antes de admitir la verdad. Confiaba en él pero era vergonzoso que eso le pasará aunque no fuese a voluntad.

–Voltéate –pidió.

Ella respiro profundo y empezó a girarse, sus ojos se pasearon por los masculinos rasgos faciales de Noah, para luego posarse en sus brazos y abdomen. Podía entender porqué a las mujeres le resultaba atractivo, siempre lo había entendido, pero el estimulante conseguía que lo viera como lo que era: un hombre que incitaba al pecado. Apartó la mirada antes de que se quedara clavada en la única pieza de ropa que traía.

–¿Qué demonios te paso aquí? –preguntó Noah al ver la banda que tenía en el vientre cubriendo una pequeña herida, justo al borde de la línea de su braga rosada.

–Tony fuma mucho -respondió secamente.

–Joder, lo mataré.

Noah siempre había sido protector, y eso le gustaba mucho a Jane, antes, cuando los hombres le gustaban, era una de las cualidades que buscaba primero, junto con la valentía y el honor. Jane no sabía que les sucedía a los hombres de hoy en día, algunos preferían silicona antes que neuronas y otros simplemente eran tan afeminados y débiles que hasta ella podría patearles en trasero fácilmente. En su profesión se había ganado muchos enemigos, unos más repulsivos que otros,  y necesitaba alguien que pudiese defenderla y apoyarla, que no se acobardara ante nada.

–Sería un lindo detalle de tu parte –respondió  con una sexy y ronca voz. Luego tosió varias veces. ¿Qué mierda estaba haciendo? ¡Un perro sabía coquetear más que ella!

Noah la miro sonriendo divertido, eso sí había sido un gemido de placer y esa era su amiga tratando de sonar sexy. No era la testosterona elevada ni el tiempo sin sexo. Era Jane. Con un estimulante en su cuerpo, eso era seguro.

–Sí… quizás lo haga –respondió provocándola.

Luego, maliciosamente pasó sus dedos por la bandita que tenía en el vientre tocando la piel alrededor, sus dedos subieron hasta rozar el pequeño ombligo y luego su mano completa apresó la cintura. Nunca había visto a Jane así, ella no se comportaba de manera sexy ni provocadora, no era normal ese comportamiento y mucho menos con él. Aunque tampoco la había visto coqueteando con alguien. No lo entendía  ¿Acaso no necesitaba sexo? ¿No necesitaba amor o todas esas cosas que siempre quieren las mujeres?

–¿Podrías dejar de tocarme? –pidió Jane. Cada vez sentía más caliente la mano de Noah sobre su cuerpo.

–¿Por qué? Siempre te toco –Noah se acostó a su lado sin quitar la mano de su cintura. La quería volver loca. Ahora su aliento mentolado le acariciaba el cuello y podía sentir su respiración haciéndole cosquillas.

–Sí, pero yo… vete a dormir –respondió como pudo mientras la mano estacionada en su cintura empezaba a moverse. Estúpido Noah.

–¿Qué crees que sea, Popper o Cristal? –preguntó él dándole a entender que lo sabía.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora