Capítulo 3: Julian Glover

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Dos ambulancias zigzagueaban en el pesado tráfico vespertino de New Orleans, las estridentes sirenas lograban que algunas personas en sus autos -las conscientes- dieran paso. El chofer estaba concentrado en esquivar vehículos. Habían auxiliado a varios heridos, tres específicamente, todos policías, vio por el retrovisor como otra ambulancia lo seguía.

Los  dos policías heridos  no hablaban, cada quien estaba absorto en sus pensamientos. Julian Glover estaba acostado en la camilla mientras recibía atención de unos de los paramédicos.

El policía encubierto pensaba en el caso de Tony Montana. No entendía qué demonios habían hecho esos dos “agentes”. Sabía que no trabajaban en la misma sede del FBI, los hubiese reconocido, pero no comprendía porqué estaban detrás del mismo criminal, el caso de Tony se encontraba en su jurisdicción, no podía haber dos equipos trabajando para un mismo caso. Y aunque había descubierto cosas relevantes, aún no había culminado con la misión. Pero éste suceso lo había puesto a maquinar y confirmar sus sospechas; policías corruptos, trabajando para Tony. El mafioso sabía que los agentes vendrían, por esos les había hecho la advertencia a sus hombres, incluyendo a "Matt", vació el lugar y se propuso a esperarlos armados hasta los dientes.

Casi dos meses le costó entrar al cerrado círculo de Tony, ya tenía un mes cumplido "Trabajando" para él. Y aunque tenía pruebas suficientes para meterlo a prisión, él quería averiguar quiénes eran sus cómplices, quienes se encargaban de distribuir la blanca, mataría varios pájaros de un tiro y acabaría con los narcotraficantes de los alrededores del río Mississippi. Tony ya empezaba a confiar en él.

Apartó la mirada del techo de la ambulancia y miro a la derecha, la agente Stevens, recordó, estaba mirando su torso desnudo sin disimulo, Julian supuso que por la herida. Afortunadamente la bala que había recibido no afectó ningún órgano vital, sólo había rozado el lateral derecho de su cintura. No la estuviese contando de lo contrario, el bastardo de Tony no tenía gran puntería. Jane al darse cuenta que la miraba, dejó de mirar su cuerpo y posó sus ojos en los de él.

La mujer era joven, mucho para pertenecer al FBI, pensó Julian, le calculaba unos 24 años. Su rostro era... juvenil, pero demarcaba dureza, estuvo a punto de morir, tenía la cara mallugada, la habían golpeado y quemado, cualquier mujer estaría en un ataque violento de llanto, pero ella tenía exactamente lo que se necesitaba para pertenecer a éste trabajo. Por eso no había soltado, ni soltaría una sola lágrima. Era valiente, no había llorado o suplicado ni a Tony ni a él. Pero que la mujer fuese valiente no opacaba el hecho de que arruinó la misión junto con su compañero. No se veía preocupada por ella misma, pero miraba con cierta preocupación a él.

–Gracias. Por lo que hiciste –susurró Jane. El agente luego de varios minutos habló.

–Necesito una explicación, Stevens. –Respondió evadiendo su agradecimiento– Acabas de arruinar un caso muy importante.

Jane abrió los ojos tanto que se iban a salir de sus orbitas “Acabas de arruinar un caso muy importante”. ¿Estaba de coña? ¿Le había afectado el jalón de pelo? El caso era importante, claro, pero era SU caso. Y no era el primero, era el tercer caso relevante que se le asignaba, notó que la miraba pensando que era un tonta novata.

–¿Qué? –Jane no podía creer que su “salvador” le saliera con esa mierda –Yo diría que tú me arruinaste. Ese caso me fue asignado y no tienes ningún derecho de decirme que lo he arruinado cuando lo único que hice fue cumplir con mi deber.

En otras circunstancias Jane hubiese mandado a la mierda a cualquier colega por esas palabras. Pero con Julian no pudo hacerlo, no quería discutir con él. Quizás por el pequeño detalle que tuvo al salvarle la vida, quizás porque Julian estaba herido y no quería desencadenar una pelea, o quizás porque Jane miraba sus profundos ojos azules con intensidad. Tenía que reconocer que eran algo… atrayentes.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora