Estaba cálido en el interior del vehículo.
Noah solo había conversado unos minutos con Jane, los suficientes como para que su semblante y su actitud cambiaran.
Zara continuaba desviando las llamadas de Julián. Estaba cruzando limites, no se reconocía. Nunca había hecho algo para enojar a Julián, nunca había osado llevarle la contraria, se desvivía por complacerlo, por cuidar a los gemelos, por seguir ganándose su confianza y cariño poco a poco. No sabía si estaba en retroceso ahora o no, pero tenía que dejar su estado pasivo para conseguir alguna respuesta de él y eso —para bien o para mal— había hecho enviándole fotos a Julián y saliendo con Noah.
Al parecer los rastros de licor en su cuerpo se esfumaron de golpe y definitivamente ya no se sentía tan osada.
Noah no le dirigió la palabra en todo el trayecto, ni una mirada y ya estaban por llegar a su casa.
— Debiste contestarle a polla flácida —musito finalmente Noah— Seguro le encantara saber qué haces conmigo.
Zara lo mutiló con la mirada. Era tan irritante.
— ¿Ya no lo amas? —insistió burlón— Vamos, solo te he dado un beso. No tienes que obsesionarte conmigo ahora.
—¡Ni siquiera eres mi tipo, Noah! Nunca serás ni la mitad de hombre de lo que es Julián.
Noah la miro a los ojos.
—Obviamente soy el tipo de todas. Y también soy más hombre de lo que tu Julián podrá serlo en diez vidas. Pero tú, en comparación con Jane, eres una niñita malcriada. Sin dudas... no eres mi tipo. Eso que hiciste fue patético.
Justo en la yugular.
Zara trago grueso, casi con vergüenza. Quizás se excedió al contestar su teléfono y apagarlo —no tenía derecho— pero Jane era simplemente una intrusa interponiéndose en su camino —sin derecho alguno—, tratando de arrebatarle de manera fácil lo que tanto trabajo le había costado conseguir. Acercarse a Julián. Romper sus barreras. Y ahora Noah la estaba juzgando brutalmente. No le gustaba esa sensación. Le daba demasiada importancia a alguien a quien apenas conocía. Debía resbalarle lo que pensara de ella. Él era solamente un medio para llegar a un fin.
—Pues que lastima que ella no te ame. —acentúo con desdén— Nunca saldrás de la maldita friendzone. Ya acéptalo.
Los impresionantes ojos azules de Noah brillaron con malicia. —Bueno pensándolo bien... Quizás debería escucharte. Ya que tu posees terrenos allí. ¿Luzco como alguien que ha estado en la friendzone?
Era arrogante, pero en su interior Zara admitía que Noah era la clase de hombre que podía comerse el mundo, bailar desnudo en el intento y conquistar a la mujer que quisiera en el proceso. Un agente federal con una carrera en auge. Valiente y apuesto. Con una mirada sorprendente y un cuerpo que haría desvariar a cualquier mujer. Le había enseñado sin pena alguna su grandioso paquete, tenía con que presumir, era lógico que Noah estaba para comérselo. Eso sin contar otras habilidades que al parecer poseía. El maldito arrogante sabía muy bien como besar. Como despertar cada uno de sus sentidos.
Aun así... Noah era un idiota.
—Y esa es la gran diferencia entre Julián y tú. Él es un hombre serio y responsable. En cambio, tú, un inmaduro mujeriego. No me extraña que tu gran "amiga" no quiera nada contigo. Si ella que te conoce tanto no te da ni la maldita hora, por algo debe ser.
Noah consideró pensar en ello.
—Debes saber que no soy la clase de hombre que se rinde. Lo tuyo probablemente sea un capricho, un caprichito de niña tonta, lo mío no. Y cuando lame-bolas la cague estaré para Jane, como siempre.
Ella resoplo. — ¿Y mientras tanto qué? ¿Que sigan follando? ¡Bien pensado, Noah! Se nota que no te rindes. Al parecer ni lo intentas.
Noah recordó la conversación que había sostenido con Julián
—Otra lección Miyagi: perdiendo también se gana.
—No me vengas con esa filosofía de mierda. ¡No me hables de paciencia! —Explotó Zara— Tengo años... ¡Años siendo paciente! No soy como tú. Que posiblemente una mañana decidiste que quieres a Jane solo porque notaste que tiene vagina. Yo quiero a Julián desde el primer día que lo vi. He estado con él en sus momentos más oscuros. Nos hemos apoyado. Ahora criamos a nuestros sobrinos como nuestros propios hijos. Así que no me digas que es un maldito capricho. ¡No sabes nada!
—Difiero —dijo Noah con indiferencia, iba entrando a la calle de Zara— Siempre he sabido que tiene vagina.
Quería sonar despreocupado, pero en su interior estaba inquieto. La noche de Noah no resulto para nada como imaginaba. Y estaba preocupado. Jane seguía corriendo peligro y él no estaba con ella. ¿Qué mierda le pasaba? Aun le dolía lo de Nina, no quería pensar en ella. Dolía demasiado. Necesitaba distraerse y eso había querido con Zara, pero perdía el tiempo. Le había prometido a Jack Stevens que cuidaría de Jane siempre y aunque no soportaba a Julián iba a tener que aprender a tolerarlo y no apartarse, era obvio que no podía cuidarla. Él sí. Y eso haría.
De nuevo observo a Zara. Ella le regreso la mirada y resoplo posiblemente pensando en que él era un idiota y siendo honesto... le daba igual. Miyagi podía ser muy caliente y aunque lo había sorprendido esta noche, demasiado, le enseño parte de su hermoso cuerpo, sus magníficas tetas, a Zara le gustaba provocarlo, lo impresiono con el modo sensual que cantaba, si, había sido un gran espectáculo. y la manera en que respondió a su beso, increíble, para luego luchar contra él y enseñarle que quizás la subestimaba. Era fuerte y sabia pelear. Ahora lo sabía y le había gustado. Pero finalmente lo sorprendió —no en buen sentido— atendiendo su teléfono y jodiendo a Jane.
Era curiosa la preferencia pesimista de la memoria. Noah ahora solo podía pensar en eso último, se comportó como una inmadura y una tonta. No quería más mierda sobre Jane. No quería molestarla ni enfadarla y ahora lo estaba por su culpa.
Sin dudas, no la volvería ver.
Zara respiro profundo tratando de no darle importancia a Noah. No la conocía, no sabía lo suficiente de ella como para opinar y sobre todo no tenía que importarle. Lo mejor sería no verlo de nuevo. Él simplemente quería hacerse un lado y dejar que Jane siguiera con Julián. No iba a ayudarla. Por su parte Julián había dejado de llamarla. Maldita sea. Tenía que parar. Nunca había pensado en enfadar a Julián, jamás en hacerle daño. Ya él había tenido suficiente. Tenía que hablarle.
—Bueno...ojalá pudiera decir que fue un placer. —Aseguro Zara mirando a Noah— Ten una linda vida.
Estaban por aparcase y Noah no esperaba la respuesta de Zara. ¿No quería volver a verlo?
Cada vello del cuerpo de Zara se erizo con pánico cuando vio la ambulancia y una patrulla policial en la entrada de su casa. Sintió un miedo tan potente que amenazaba con paralizarla. Su reacción fue rápida. Noah no se había estacionado cuando salió del auto con rapidez, su cuerpo se tensó y su estómago dio un vuelco, podía sentir su corazón acelerarse, sus músculos contraerse con terror. Tenía miedo y el pánico la cubría porque no necesitaba ver para saber que se trataba de los niños.
Dios mío, no.
Un policía trato de detenerla, pero Zara parecía no poder escuchar nada a su alrededor, lo empujo y continúo corriendo. Necesitaba verlos. Tenía que verlos. Su madre estaba siendo sacada en una camilla. Inconsciente y con la ropa ensangrentada.
No. Por favor, no.
—¡Mamá! —gritó desesperada— ¡Mamá, por favor!
En ese momento su madre intento abrir los ojos, lucia pálida, débil, trataba de enfocar su mirada. Y entonces pareció reconocerla.
—Zara. Se... se los han llevado. Los niños —consiguió decir antes de caer en la inconsciencia.
El mundo era un lugar oscuro y peligroso.
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Mi Chica Ruda
RomanceJane Stevens "La marimacha Stevens" una chica ruda, es necesario serlo o no durarías ni un solo día en el FBI. Todos piensan que es lesbiana y a este punto... hasta ella misma lo duda. Ya olvidó cuando fue su última cita, ya olvidó como besar a un c...