Capítulo 17: No convencional.

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Algo en la mirada de Julián no me convence ni un poco. Buenas noticias mi culo.

―Escúpelo ―exijo removiéndome en mi asiento.

¿Por qué nada de lo Julián dice o hace me tranquiliza?

Noah, como si fuese llamado por una fuerza sobrenatural entra a la oficina, sigue luciendo preocupad. Le lanzo una mirada a Julián de habla―ya―idiota  y él niega con la cabeza, comprendo que no dirá nada. No delante de Noah. No confía en él. Genial. No estaré tranquila hasta saber.

Trago las pastillas que me trajo Noah junto con un vaso de agua y coloco la compresa con hielo en mi inflamada boca. El hijo de perra de Eric iba a saber quién es Jane Stevens. Eso júrenlo.

Julián se dirige a la puerta. Los observo a ambos. Noah y él se repelen. No hacen más que lanzarse miradas de desconfianza. Los hombres y su absurdo choque de virilidad. La testosterona de este par colapsa en este pequeño espacio. 

 ¿Qué sigue? ¿Concurso de meadas?

―Vengo por ti en un rato. Iré a hacer unas llamadas ―eso dice Julián justo antes de salir y lanzarle una mirada a Noah que no logro definir y que solo dura una milésima de segundo... quizás sea de ¿desconfianza? No lo sé.

―Bien ―contesto aceptando de alguna manera la invitación de Julián a su casa. Tengo que enterarme de una manera u otra que demonios me está ocultando. “La curiosidad mato al gato” posiblemente lo inventaron por mí.

Noah toma con  sus manos la compresa de hielo y sustituye las mías,  sosteniéndola con suavidad contra mi boca. ―Jane… Vamos a casa. Compraré la cena... Te daré un masaje. Necesitas descansar.

La simple idea de sus manos sobre mí me inquieta. Demonios. Ahora mismo ni siquiera me está tocando directamente, el jodido hielo nos separa y aun así logra alterarme. Aprieto mis ojos. ¡Enfócate Jane! Por más seductora que suene su propuesta sé que no debo aceptarla.

―Tú tienes una cita. Y yo iré a casa de Julián. Además sigo molesta por lo de anoche. ―acuso, restándole importancia a mis pensamientos. 
Nunca he podido estar más de un día molesta con Noah. Siempre tonteamos y regresemos con nuestra extraña amistad.

Veo como frunce su entrecejo con desazón asimilando mi respuesta. Parpadea algo confuso. ― ¿A su casa? ¿Cómo una cita?

Trago grueso. ¿Debería decir que es una cita y dejar que Noah tenga la suya y posiblemente se folle a la más que dispuesta vecina? La indecisión  me invade. Y no es como si tengo el resto del día para pensar. Noah me está exigiendo una respuesta con su dura mirada.

―No es una cita como tal… ―musito indecisa.

Para nada es una cita ―me convenzo.

―Tengamos una cita tu y yo ―arroja Noah inesperadamente. Quiere cambiar mi estado de ánimo y también quitarse un poco de culpa por las jodidas apuestas sobre la pelea. Sé que las acusaciones de Julián lo cabrean.

Pero… ¿Ha dicho cita? ¡Él sabe que nunca he tenido una cita-cita!  No una exitosa. ¡Todas han fracasado! Cuando no termino cenando sola, simplemente no hay beso de despedida, sino un “hasta luego” totalmente incomodo, y por supuesto ni señales de una segunda llamada.

―¿Qué? No he superado el extraño y asqueroso beso de anoche como para que me digas eso ―miento. Ambos sabemos que de asqueroso no tuvo nada. Pero quizás si me lo sigo repitiendo logre convencerme. Noah es lo suficiente arrogante sin saber lo que causa en mí.

Me sonríe un poco. ―Será una cita estrictamente amistosa―asegura―. Prometo no besarte. A menos que lo pidas, pantera. Nunca podría decirte que no… lo de anoche fue increíble. Y lo sabes.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora