Capítulo 11: La tierna sonrisa de Jane.

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Para Dakota Stevens eso de “la tierra gira sobre su propio eje” era falso. La tierra giraba en torno a ella. Mimada desde niña, había sido criada cual princesa. El primer retoño de la familia Stevens. Una dulce y femenina niña. Claro que para Jane las cosas habían sido diferentes... El médico le aseguro a Jack y Ellie que vendría un niño.

 A la pequeña Jane la esperaba un cuarto azul repleto con carritos de juguete, guantes de beisbol y pelotas para practicar todo tipo de deportes. Jane les supo dar uso. Era totalmente diferente a Dakota, su hermana mayor por casi dos años. Mientras su hermana pasó su niñez entre muñecas barbie, cocinas de juguetes y castillos de princesas, Jane juagaba con barro, cazaba insectos y amaba los deportes.

―¡Por favor! No se alegren tanto de verme ―resopló dramáticamente la hermana mayor haciendo reír a su familia en la mesa.

Ante ese comentario Nina había soltado un bufido, Jane y Noah simplemente se habían mirado y reído con complicidad. Ahora ella estaba dándole un respectivo beso a cada uno. Como siempre lucia impecable, olía impecable. Cada uno de sus cabellos estaba en su lugar. Una falda negra en tubo y una preciosa blusa turquesa de diseñador lucían en su esbelto cuerpo, completaba su atuendo con unos zapatos que parecían desafiar la gravedad.

―Vaya, Noah. Luces genial ―murmuro lanzándole una mirada.

―Tu luces hermosa ―halago él.

A Noah le gustaba coquetear pero nunca llegaría a tener algo con Dakota. Y ella aunque lo sabía, no lo aceptaba. Noah se había criado prácticamente con la familia Stevens y la veía como una hermana. A Jane también la veía de ese modo... Aunque últimamente no entendía que demonios pasaba.

―Lo sé, cariño― Dakota tomo asiento y cuando vio con detalle a Jane chillo― ¡Oh mi Dios! ¿Qué diablos te paso en la cara?

Jane se encogió de hombros restándole importancia. Su familia sabía que no le gustaba que la interrogaran sobre su trabajo. Sobre su vida. Sobre nada. Además era relativamente normal tener estos tipos de “accidentes”. Sus padres la habían mirado sin preguntar, aunque en sus ojos podía ver la preocupación almacenada. Pero Dakota… bueno, ella decía cada cosa que pensaba.

―¿Qué tengo? ―pregunto encogiéndose de hombros.

―Esta morada. Tienes raspones y tu nariz luce horrible ― explico preocupada. Aunque eran polos opuestos amaba a su hermana, por lo tanto odiaba su trabajo. ¿Por qué no quiso estudiar diseño de modas como ella? Era el mejor trabajo del mundo. No lo entendía.

―No es nada, reina del drama.

―¿Qué paso con el maquillaje que te regale? Eso tapa cualquier cosa. Créeme.

―Quizás lo use mañana ―respondió Jane solo para callarla.

―De acuerdo. Entonces júralo ―Exigió Dakota enarcando una depilada y perfecta ceja.

―Dakota ―interrumpió Ellie― Deja tranquila a Jane. Vamos a comer.

―Mamá…. ¡A este paso nunca tendré sobrinos!

―Dakota –cortó Jack con voz severa. Él anhelaba nietos más que nadie, pero presionando a Jane no conseguiría nada.

―Tú eres mayor que yo. ¡Ten niños tú! ―refunfuño Jane. ¡Por Dios! Ni siquiera había llevado un novio a casa. ¡Sus padres incluso le preguntaron una vez si le gustaban los chicos!

―¿Perdón? ―aclaro su hermana indignada.

―Eres mayor que yo. Deberías ser la primera en tener hijos.

―¿Qué? Soy menor que tu. Mi edad es más parecida a la de Nina.

Todos rieron. Incluso Ellie se tapo la boca para no estallar en risas. Al parecer Dakota olvidaba que estaba con su familia y a ellos no les podía mentir sobre su edad.

Mi Chica RudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora