¿Quién dijo que las historias de amor no podían comenzar con un corazón roto?
Brooke Hamilton, una chica mala de Clark, decide viajar a miles de kilómetros de su "hogar" para adentrarse en una nueva vida en la universidad. Pero no todo es de color d...
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N/A Este es el último reto. Tal vez suba el reto final que me enviaron. Lo subiría por partes, ya que es muy largo. Un beso, espero que os guste.
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Se supone que cuando vas a una maldita acampada es para aislarte del mundo real y vivir por un tiempo en armonía con la naturaleza. Se supone que eliges un día en el que los pájaros canten, el sol brille casi tanto como tú y el cielo esté despejado. Y que dure así el tiempo hasta que vuelvas a la sociedad. Se supone que has mirado el tiempo muchas veces para asegurarte de que no va a llover. Sin embargo, la meteorología no es una ciencia cierta y cambia.
¿Pero tenía que comenzar a llover a las tres de la mañana?
Hay un charco entre mi saco de dormir y el de Amelia. Ella sigue durmiendo y tres goteras están soltando agua sobre ella. Pronto se despertará. Yo me estoy vistiendo bajo mi saco de dormir porque hace bastante frío. Cuando termino, me pongo un chaquetón e intento saltar el charco para llegar a Amelia. La muevo varias veces hasta que ella reacciona y me mete un sonoro guantazo en la cara para que la deje.
-Amelia, se está empapando todo. Está lloviendo, tenemos que marcharnos. –Amelia frunció el ceño y una gota de agua cayó sobre su frente. Creo que fue ahí cuando me creyó.
-Vale, ve a avisar a las otras dos idiotas. Yo voy a vestirme.
Quité la cremallera de la tienda de campaña y una fuerte corriente de aire y agua me azotó. Salí de la tienda haciendo una visera con el dorso de mi mano pegado a mi frente y caminé los tres pasos siguientes que había hasta llegar a la tienda de campaña de Dory y Chris. Abrí su tienda de campaña.
-¡Despertad, hijas de perra! ¡El apocalipsis ha llegado! –Exclamé mientras encendía una linterna y las alumbraba a la cara a ambas. Ellas también tenían el suelo mojado.
-Pues diles a los jinetes que se esperen. –Murmuró Dory y no pude evitar reír.
-Chicas, en serio, vamos. Hay que refugiarse. Es una tormenta. Tal vez nos caiga un rayo. –Les dije mientras sentía el aire frío penetrar en la tienda de campaña. Ellas refunfuñaron antes de ponerse en pie.
