Capítulo 33

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Esta semana podría catalogarla como la peor semana de mi vida. Jack me había, literalmente ignorado deliberadamente durante dos largas semanas. Hoy estábamos a jueves y al fin se había dignado a quedar conmigo en su piso a las 18.

   Durante toda la puta semana me había mandado mensajes disculpándose y dando excusas estúpidas. Ya lo había pillado tres veces con Madison pero no podía darme un ataque de celos porque pasara tiempo con una chica. Pero si que estaba injustificado que pasara de mí, que no me saludara o el simple y mero hecho de que no se preocupara de mí. ¡Por el amor de Dios, yo era su novia, se supone que me ama sobre todas las cosas y que yo sepa eso no significa ignorar! Además, él me había dejado claro que odiaba a Madison, que era de las peores cosas que le habían pasado en la vida. Tan mala no tendría que haber sido si ahora pasaba cada segundo con ella.

   Cada noche, cuando me tumbaba en la cama, miraba al techo y pensaba en que había hecho mal. Pensaba en la primera vez que pensé que perdería a Jack, en esa insoportable presión en el pecho que se apretaba más a cada segundo pasaba y hacía que mi corazón latiera con fuerza. Ahora, esa sensación era algo permanente y no se iba de mi pecho de ninguna manera. Era como si el primer día, lo que se hubiera formado no fuera más que una pequeña niebla y que a medida que pasaban los días se hubiera ido acumulando y haciéndose más pesada y viscosa hasta tal punto que dolía.

   Lo extrañaba, eso lo admitía sin problemas. Pero sí que no soportaba la idea de pensar en Jack siendo infiel. Aunque siempre se le venía a la cabeza una tarde en la que se habían saltado una clase para pasear por Ithaca y Jack le había dicha que su relación con Madison se había roto por una infidelidad. ¿Y si no era una infidelidad de ella sino de él?

   A Jack no le faltaban pretendientes, eso lo tenía bien claro. Había visto a un gran grupo de chicas amontonadas a su alrededor el primer día que llegó y nunca había estado con él sin que una chica le mirara con lujuria. Pero era más que normal, Jack era muy guapo. Más de lo que creía que la genética era capaz de crear. Facciones duras y cuadradas como un soldado romano, un pelo corto y liso bien peinado con un olor a coco que me hacía perder los estivos y unos ojos gris tormentosos que al igual que podían dar miedo podían transmitir calma y dulzura.

   Realmente, no me extrañaría que le hubieran ofrecido trabajos como modelo.

   Pero al fin iba a verlo, sí, eso era lo importante. Pero iba a mantenerme fría, a pesar de que sabía que eso me costaría. No iba a dar mi brazo a torcer tan fácilmente, mi orgullo no me lo permitía. Si él se había alejado que él solito se acercara, a menos que no quisiera. En ese caso, bueno, le regalaré un mapa con una X gigante para indicarle dónde está la mierda a la que puede irse.

   Me parecía realmente gracioso ver los hechos desde otra perspectiva. Estaba intentado curar mi dolor con la misma persona que lo había causado.

   Decidí ir andando a la ciudad. No porque me gustara hacer ejercicio sino porque quería pasar por la cafetería favorita de Jack a comprar café con canela, su favorito. Aun faltaba una hora para presentarme en su apartamento, por lo que no había ninguna posibilidad de llegar tarde, a menos que un meteorito impactara sobre la tierra, en ese caso, bueno, no me serviría para nada todo lo que llevaba estudiando para los finales de trimestre estas semanas.

   El cielo se tronaba nublado casi lluvioso, aunque viendo dónde estábamos pensaría que iba a nevar, pues diciembre nos pisaba los talones y las navidades acechaban. Aunque llevaba un buen chaquetón y unas medias bajo los pantalones rotos no podría evitar sentir la punta de los dedos fríos y me planteaba la idea de volver a casa a por el coche de Amelia. Aunque, de todas maneras, en menos de una hora esperaba estar en casa de Jack, tumbada en el sofá con él mientras veíamos alguna serie o simplemente compartíamos un cómodo silencio.

Bad Girl Good LipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora